Semana de cambios en el calendario de festivos de los Estados-miembro de la Unión Europea (UE). Los calendarios laborales siguen dependiendo de la planificación centralizada. El caso es que la UE ha impuesto un nuevo día no laborable: el 9 de mayo, conocido como Día de Europa (hasta entonces no era un festivo comunitario).
Como es sabido, el mal llamado “Día de Europa” (les encanta a los eurócratas sugerir que países como Noruega, Islandia, Suecia, Liechtenstein, Ucrania, entre otros no deben de estar formando parte de Europa) responde al aniversario de la declaración del político democristiano francés Robert Schuman, en la que se pueden leer citas como las siguientes:
[…] La contribución que una Europa organizada y viva puede aportar a la civilización es indispensable para el mantenimiento de unas relaciones pacíficas. Francia, defensora desde hace más de veinte años de una Europa unida, ha tenido siempre como objetivo esencial servir a la paz. Europa no se construyó y hubo la guerra.
Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho. La agrupación de las naciones europeas exige que la oposición secular entre Francia y Alemania quede superada, por lo que la acción emprendida debe afectar en primer lugar a Francia y Alemania.
[…] Mediante la puesta en común de las producciones básicas y la creación de una Alta Autoridad de nuevo cuño, cuyas decisiones obligarán a Francia, Alemania y los países que se adhieran, esta propuesta sentará las primeras bases concretas de una federación europea indispensable para la preservación de la paz.
Para proseguir la realización de tales objetivos, el Gobierno francés está dispuesto a iniciar negociaciones según las siguientes bases. […]
Ese manifiesto nos permite inferir el claro compromiso con la unificación política de los países europeos. Alguien nos recordará que en principio todo se trataba de un “mercado único”, pero unidad no es sinónimo de libertad (el proteccionismo y las regulaciones no han dejado de existir), aparte de tratarse todo de un proyecto de centralización progresiva (lo vemos ahora en materia financiera y militar).
El Tratado de Maastricht, firmado el 7 de febrero de 1992 fue una fecha clave en la cesión de competencias normativas y de política monetaria (principalmente), mientras que el Tratado de Lisboa, firmado el 13 de diciembre de 2017, supone otro refuerzo que contempla, entre otras cosas, la dotación de personalidad jurídica a la UE. No obstante, no vamos a dedicar el artículo a abordar estos detalles.
Durante la existencia de la Unión Soviética, era oficial, por allí, el Día de la Victoria, también celebrado el 9 de mayo. Tal día, en 1945, el bloque de los Aliados, del que formaban parte las tropas soviéticas, derrotó a la Alemania Nazi, lo que supuso el fin de la Segunda Guerra Mundial. Obviamente, los comunistas aprovechan para ensalzar a la Unión Soviética (URSS por sus siglas).
Ahora bien, se me podrá preguntar qué sentido tiene “intentar relacionar” una conmemoración soviética con otra del comunitarismo europeo. Ciertamente, a diferencia de lo que ocurría en la URSS, bajo dictadores como Stalin y Lenin, no ha habido ningún asesinato de índole política en la UE. Pero hay ciertas cuestiones respecto a las cuales sí se puede afirmar una “aproximación soviética”.
Una ingente cantidad de regulaciones es emitida por los burócratas de Bruselas (para colmo, la proporción no se disminuye, sino todo lo contrario), mientras que se trabaja por la armonización normativa, legislativa y fiscal. De hecho, hay bastantes trabas al libre comercio así como exacerbadas partidas de gasto (no solo por medio de los llamados “fondos comunitarios”).
Las numerosas penalizaciones-obstáculo a la innovación tecnológica (se “persigue” a la competencia, se ponen sobre la mesa nuevos tributos, la mayoría de países son poco amigables para las empresas -a diferencia de Estonia e Irlanda, …) dificultan que podamos tener un Silicon Valley en Europa (eso sí, en la socialista California, hay empresas que están “exiliándose” a territorios con mayor libertad fiscal como Texas).
Aparte de impulsar la liberticida propiedad intelectual, hay un claro compromiso con la promoción del marxismo cultural: abortismo, homosexualismo, feminismo, multiculturalismo, negación del cristianismo (se corre el riesgo de islamización, especialmente, en la mitad occidental), … Al mismo tiempo, se persigue a los países donde hay considerable oposición a esto, como Hungría y Polonia.
Por lo tanto, ya concluyendo, no es tan trivial pensar en la cuestión soviética cuando los burócratas bruselenses (globalistas y aliados de ese peligro para Occidente apellidado Soros) trabajan en contra de la subsidiariedad (no solo en su sentido más político), el derecho natural y las raíces cristianas del continente, en pro de un Estado Único Europeo socialista, globalista, marxista y masónico.
Por Ángel Manuel García Carmona. Este artículo se publicó primero en Ahora Información: 9 de mayo, Día de la Victoria de… ¡Bruselas!