El mundo llora desconsoladamente por el Amazonas. Por supuesto, nadie que sea sensato quiere que tan vasto e importante territorio se convierta en una antorcha encendida, arrasando a su paso la mayor fuente de agua dulce del planeta. Y, con ella, el mayor complejo de vida animal y vegetal de la tierra.
La furia contra Bolsonaro
La furia de los auto-proclamados defensores de la naturaleza se dirige lanza en ristre contra el Presidente de Brasil, Jaír Bolsonaro, acusándolo de ser el responsable de la tragedia.
Entre ellos, algunos jefes de las potencias del G-7 reunidos por estos días en Francia, la mayoría de los movimientos ambientalistas del mundo, y por supuesto, la casi totalidad de la izquierda mundial, levantan el dedo acusador contra quien no tiene la culpa. Lo acusan injustamente porque ha tenido el valor de denunciar y enfrentar la agenda socialista mundial.
La mayor parte de lo que afirma esta agenda ideológica sobre la Amazonía es una vulgar mentira. El tiempo y el sentido común se encargarán de demostrarlo, tapando la boca a todos aquellos que pretenden crear una psicosis ambientalista, que es falsa, mentirosa, inventada y en absoluto ajustada a la realidad de este vasto territorio.
Incendios forestales en todo el mundo
La parte amazónica de Brasil está conformada por cerca de 4 millones de km2, lo cual es casi 4 veces el tamaño de Colombia y tan grande como toda Europa. No solo en el amazonas, sino en todo y cualquier lugar del mundo, hay incendios forestales de origen criminal o espontáneo, que nadie puede negar. Recientemente los hubo en vastas áreas de California, en EEUU, y también en las Islas Canarias, en España, y los hay todos los días en Colombia, y en los demás países.
¿A quién se le ha ocurrido la insensatez de responsabilizar al presidente de los EEUU, al de España, o al de Colombia, por los incendios forestales ocurridos en sus respectivos países? Según los informes científicos de la NASA, que desde hace algunos años monitorea la vasta región amazónica, los incendios de este año son menores que los de años anteriores. Y también, a nivel mundial, el planeta está más verde hoy que hace 20 ó 30 años atrás, gracias a las políticas de conservación ambiental y de reforestación emprendidas en muchos lugares de la tierra.
El incendio silenciado de Evo Morales
Sin embargo, lo que ninguno de los furiosos ambientalistas denuncia, es que el más grande incendio ocurrido en el Amazonas en todos los tiempos fue provocado gracias al Decreto Supremo 3973 expedido por el presidente boliviano Evo Morales. Ante los medios de comunicación y haciendo un gran despliegue propagandístico, el pasado 9 de julio expidió dicho documento ordenando la “quema controlada” de 500.000 hectáreas de la región amazónica de Bolivia, cerca a la frontera con Brasil. Esto, con el objeto de ampliar la frontera agrícola de ese País, cuyo principal cultivo es la hoja de coca. Pero resulta que la siniestra sabiduría socialista y dictatorial de este personaje terminó en una espantosa equivocación. La supuesta “quema controlada” se salió absolutamente de control, extendiéndose a casi un millón de hectáreas, creando un verdadero infierno de fuego, de estupidez y de irresponsabilidad, que sigue activo después de 45 días de tragedia ecológica.
Sin embargo, la izquierda sólo acusa al presidente de Brasil.
¿Y por qué los ecologistas no hacen ningún reclamo contra Evo Morales? Pues por la sencilla razón de que es de izquierda, como casi todos los adalides de esta cruzada moderna, que es la defensa de la ecología; además es indígena, condición que quiere ser presentada al mundo como el modelo perfecto para la sociedad actual; y también es el gran protector de los cultivos de coca en su país, lo cual es la delicia de los promotores del Nuevo Orden Mundial.
¡Basta de hipocresía! Es un hecho comprobado que Brasil protege de una forma responsable su región amazónica, aunque siempre se podrá decir que debería hacerlo mejor.
Pero es inaceptable que muchas naciones que han exterminado sus propios bosques naturales a lo largo de décadas, como es el caso de casi toda Europa, ahora vengan a decirle a Brasil lo que debe hacer con los suyos. Y si Brasil no obedece, como si fuera un país secundario, sin soberanía y sin independencia, lo amenazan con sanciones económicas arbitrarias y extravagantes, que llegan hasta el delirio de pedir la destitución de su presidente, o considerarlo inapto para gobernar, afirmación hecha nada menos que por el Presidente de Francia, Emanuel Macron.
Antesala del Sínodo de la Amazonía
Lo que el mundo está viviendo es la antesala del Sínodo de la Amazonía, convocado por el Papa Francisco para el próximo mes de octubre en Roma. En este particular cónclave, que sin duda será manipulado y dirigido con mano de hierro por la izquierda católica, responsable de la espantosa auto-demolición de la Iglesia Católica, lo que va a acontecer es que el progreso natural de los pueblos, que va de la mano de la iniciativa privada, será amenazado de muerte.
La Iglesia al servicio de la agenda neo-pagana
La secta ecologista, que también ha penetrado la Iglesia, pretende proclamar el funeral del progreso, para ser reemplazado por un régimen ecologista, socialista y miserabilista, que tiene a las culturas primitivas e indígenas como el gran ejemplo a seguir. No quiere las bondades de la imperfecta sociedad de consumo, ni el desarrollo empresarial, ni el estilo de vida civilizado de occidente. Y de paso, pretende transformar la religión católica en un remedo de culto a la naturaleza y a la “Madre Tierra”, olvidando dos milenios de Civilización Cristiana.
Revestidos de mentiras y de hipocresía, estos ecologistas fanáticos ignoran que los países que han alcanzado los más altos índices de desarrollo y prosperidad, gracias a la libre iniciativa empresarial, son justamente los que mejor conservan las fuentes de agua dulce, los que mejor protegen sus bosques, los que menos contaminan el medio ambiente, y los que mejor calidad de vida le dan a sus habitantes.
Estas son verdades que los ecologistas radicales conocen perfectamente, pero deliberadamente las ocultan al mundo. Esperamos que no sea por mucho tiempo, pues todos los incendios se apagan algún día, el humo que producen se disipa, y entonces la realidad aparece con claridad ante los ojos de los que quieren ver.
Por: Eugenio Trujillo Villegas -Director: Sociedad Colombiana Tradición y Acción.