Carlos X. Blanco

Reseña de La modernidad y el Medievo (Hipérbola Janus, 2015)

¿Quién ha leído a Małyński? En nuestra lengua hispana juraría que muy pocos. Heroica y sabiamente la editorial aragonesa Hipérbola Janus nos lo pone fácil. En 2015 saca a la luz el libro “La modernidad y el Medievo” . Se trata de una selección de extractos de su obra Éléments de l’ Histoire Contemporaine, publicada en 1928.

Emmanuel Małyński fue un aristócrata polaco que hubo de huir de su patria, entonces bajo soberanía rusa, al estallar la Revolución. El conde exiliado desarrolló en su exilio francés una carrera de escritor y pensador antimoderno. Cercano a Julius Evola, otro aristócrata europeo y también feroz enemigo de la Modernidad, colaboró con él y dejó en el italiano una huella apreciable. La estima y el influjo parece que fueron mutuos.

En Małyński no existe el menor atisbo de simpatía por el fascismo, el nacionalismo, los partidos de masas, el totalitarismo contemporáneo. Son productos del capital. Su visión es antimoderna y, en el mejor sentido de la palabra, “reaccionaria”. Se trata de la visión Cristocéntrica, medieval y feudal de alguien que vive horrorizado ante el asalto y derribo de la gran civilización medieval cristiana. Sus análisis, curiosamente, recuerdan mucho a los propios de un marxista. El conde polaco vincula estrechamente, y con gran acierto a nuestro parecer, el triunfo de Mammón, del culto al dinero, a la usura y a la mercantilización del hombre (el modo de producción capitalista, en una palabra) sobre la civilización cristiano-medieval fundada en el servicio, en la humildad, en la lealtad a quien jerárquicamente es más alto, pero que aun elevado es siempre siervo de poderes (humanos y celestiales) más excelsos. Siempre rendimos homenaje a un señor natural, y hasta emperadores, príncipes y pontífices deben arrodillarse ante Dios.

Todos los inventos modernos: el nacionalismo, la soberanía y dominación del Mercado y del Capital, la partitocracia, las masas, son impugnados con bravura y firmeza en este libro. Sin renunciar a un lenguaje directo, en absoluto anticuado ni ajeno a las realidades que le fueron contemporáneas, Małyński, como si fuera un marxista verdaderamente revolucionario, denuncia la conexión que existe entre este régimen materialista y plutocrático que llamamos capitalismo, y la sarta de males que aquejan a aquella Cristiandad convertida en piara, y que hoy se da en llamar Occidente.

La podredumbre del alma en que consiste el sistema capitalista, queda muy bien retratada:

“En definitiva, el capitalismo es la industria del dinero, es la producción del dinero por el dinero, en la cual la tierra y el trabajo, así como la producción y el consumo, no son más que medios empleados para alcanzar este fin, el único intrínsecamente importante, sin ver nada más y, a menudo, en perjuicio de todo lo demás. Este “demás” son todas las necesidades físicas del hombre y todas las posibilidades físicas de la tierra -ni más ni menos” (pps. 62-63).

Esto es justamente lo que suscribiría Marx o cualquier crítico sin concesiones al sistema mammonista.

No se trata, sin embargo, de una anulación de la propiedad privada. El moderno concepto de propiedad privada absoluta choca de pleno con el concepto limitado y feudal de propiedad en el Medievo. Se entrevé en la obra que reseñamos una especie de socialismo corporativo feudalizante como alternativa económica para la Cristiandad, socialismo tradicionalista basado en la jerarquía y en las corporaciones que también postuló Oswald Spengler, tal y como hemos tenido ocasión de analizar en otro lugar [https://www.revistalarazonhistorica.com/21-8-1/].

De otra parte, es muy original y luminosa la apreciación de Małyński sobre el capitalismo o modernidad. No se trata sólo de culto mammonista al Becerro de Oro, no se sólo trata del triunfo de una Logia o Sinagoga usurera. Se trata del triunfo de la des-personalización del hombre y de la Civilización. El triunfo de la des-personalización, que implica el anonimato, el hombre-masa, el género absorbiendo e indiferenciado a la especie y a la especificidad. Tú ya no piensas X, sino que “se piensa” X. Yo no creo en Y, “se cree” en Y, y así sucesivamente.

“En efecto, no es la circunstancia de fabricar un gran número de objetos, empleando una considerable mano de obra y máquinas carísimas y extremadamente perfeccionadas lo que define al capitalismo. En primer lugar, aquello que le da vida es, el carácter colectivo, social y, como consecuencia de ello, el anonimato e impersonalidad de la propiedad, el trabajo y la producción. En segundo lugar, el objetivo, que no es ofrecido por la producción de útiles reales (…), sino de la acumulación de aquello que podemos definir como riquezas” (p. 62).

Era el signo de la época. También Ortega señaló el peligro de la “rebelión de las masas”. Las masas nivelan, las masas “tiran hacia abajo” los altos baremos de excelencia exigidos por la sociedad tradicional. Las masas se tapan a sí mismas, nadie es culpable, todos son culpables. Las masas castigan al ser diferenciado, al lobo solitario, al creador genial, al héroe individualista, al exigente y al que muestra impúdicamente su superior calidad. También Heidegger paró mientes en esta terrible ides-personalización, que implica la banalización, en que cae el hombre y con la ruina del alma del hombre, la misma civilización. Desaparecen las personas, y el trato personal entre ellas y la actitud ante lo Sagrado y ante la Naturaleza. La masa impersonal se vuelve una especie de infra-naturaleza, una homogénea papilla de corporeidad promiscua, sin alma.

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La obra de Małyński necesita ser más leída, más traducida, más estudiada. Aplausos a Hipérbola Janus por haber roto este silencio. Es una forma de diferenciarse en medio de la papilla humana.

• Datos de la obra:
• Título: La modernidad y el Medievo. Reflexiones sobre la Subversión y el feudalismo
• Editorial: Hipérbola Janus
• Autor: Emmanuel Małyński
• Prólogo: Ángel Fernández Fernández
• Traducción: Ángel Fernández Fernández
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