Ciertamente, 30.000 hectáreas calcinadas son muchas hectáreas calcinadas: se dice pronto.  He ahí el balance del catastrófico incendio que asoló la Sierra de la Culebra -en Zamora- el pasado mes de junio. 

Dicen que en esta ocasión el culpable fue un rayo de una tormenta que, al parecer, alguien vio; o sea, que por una vez los políticos, sus asesores “ecolojetas” y los agentes “ponemultas” del SEPRONA no han podido culpabilizar a ganaderos, agricultores o vecinos rurales, quienes por otra parte estaban esperando que algo así ocurriese dado el lamentable estado de abandono de los montes. 

Y es que desde hace décadas se están despoblando a un ritmo frenético pueblos y comarcas en la España interior, se están abandonando a su suerte aldeas y bosques enteros, se están vendiendo a marchas forzadas los ganados…todo lo cual ha acabado por convertir a nuestros montes en selvas impenetrables de matorrales que, en caso de fuego, son más peligrosos que un barril de pólvora al lado de una hoguera. 

Ahora bien, hacer lo que se dice hacer aquí nadie hace nada desde las respectivas administraciones del Estado: ni se adoptan medidas para un cuidado integral del medio rural ni tampoco para favorecer sus actividades económicas, más allá de invocar el mantra de la “España vaciada”. 

Por lo que, a este paso, para 2030 los responsables de Medio Ambiente no podrán ya echarle la culpa a nadie…salvo a ellos mismos, claro. 

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