En alguna ocasión hemos hablado ya del NOM (nuevo orden mundial), esa amalgama de ideologías, modas, politiqueos, falsedades, medias mentiras, medias verdades, afirmar lo que me conviene, rechazar lo que se opone a mi egoísmo, no adherirse a ningún credo ni a ninguna religión reconocida, o bien mezclarlo todo para ver lo que puede salir de ahí, olvidar lo tradicional y buscar lo que esté de moda en cada momento sin pensar si es o no moralmente aceptable y si es bueno o malo para el ser humano y para el conjunto de la sociedad.
Este NOM aparenta lo que no es, pues aparenta el bien cuando en realidad está ofreciendo o imponiendo el mal objetivamente hablando. Cambian las reglas del lenguaje, cambian las leyes y afirman que lo tradicional está ya pasado de moda, y que lo que interesa ahora es amoldarse al mundo presente para poder subsistir en medio de una sociedad que ellos mismos han convertido en una selva, donde no se respeta la dignidad de la persona humana ni los derechos y deberes que todos los ciudadanos tenemos para con nosotros mismos, para con los demás y para con el país o nación en que vivimos.
Es, en definitiva, la maniobra del diablo que, bajo capa de bien, nos ofrece el mal y nos empuja al mal. De manera clara y contundente no se opondrán a las religiones conocidas ni a los fieles que las practican, pero por lo bajo realizarán lo que ellos quieran para imponer su ideología perversa, maléfica, demoníaca, engañosa, falaz.
Ciertamente su modo de proceder no es nuevo. Desde el siglo XVIII venimos conociendo cómo actúan y cómo procuran imponer su modus vivendi a los demás, siempre bajo capa de bien.
Y se les llena la boca con las palabras: libertad, libre mercado, democracia, tolerancia, igualdad, respeto, empoderar, cooperar, modernizarse, adaptarse a las nuevas necesidades, etc, etc.
Es necesario hacer un buen ejercicio de discernimiento para conocer qué se esconde cuando proclaman a los cuatro vientos estas palabras o estas expresiones. Para ellos la tradición y lo propio de cada país es inaceptable, porque estamos en un tiempo nuevo y es necesario globalizarse (a su modo) y vivir al compás de esas nuevas ideas preconcebidas, sabidas y resabidas, pero falsas, absolutamente negativas para el hombre y para las sociedades actuales.
En definitiva, el hombre sale perdiendo con este NOM porque ya no sabe quién es, ni de dónde viene, ni hacia dónde se dirige, ni para qué está en el mundo. Y sale perdiendo también la sociedad en su conjunto, porque el NOM no forma personas, forma autómatas que se sometan a los dictados del relativismo, el ateísmo, el veganismo, de lo cual resulta una sociedad y un hombre líquido, que no tiene valores estables porque (según ellos) esos valores ya no son necesarios, sino que más bien estorban…..
Escribo estas líneas para alertar a los cristianos de que siempre debemos hacer caso a la Iglesia, que nos habla en nombre de Jesucristo, en nombre de Dios, para que atendamos a la voz del Papa, Sucesor de Pedro y Pastor de la Iglesia Universal, para que hagamos caso y pongamos en práctica el Magisterio de la Iglesia en todos los campos (personal, familiar, grupal, económico, social, cultural, medio-ambiental, etc.)
Y además, me atrevo a dirigirme a las personas que no pertenecen a la Iglesia de Cristo, para invitarlas a la fe viva, a la caridad cristiana y a la esperanza que no defrauda: la Iglesia es depositaria de este patrimonio espiritual, de este Tesoro que nos descubre la fe y que hace el mundo verdaderamente fraterno porque caemos en la cuenta de que todos hemos sido creados por Dios para vivir en el amor, y que hemos sido redimidos gracias a la Sangre de Cristo, el verdadero Cordero que quita el pecado del mundo y nos hace realmente libres.
Así es que, ante el NOM, optemos por la fe, la esperanza y la caridad que vienen de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo, el cual ha derramado en nuestros corazones el Espíritu Santo que nos capacita para amar de verdad a Dios y a todas las personas por amor a Dios
José Vte. Martínez.
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