El próximo jueves se va a votar la Ley de Memoria Democrática en el Congreso para acabar con el Valle de los Caídos. Bien claro lo tiene este Gobierno, que en esta Ley se cita 16 veces el Valle de los Caídos y se propone destruir la Cruz, desacralizar la basílica, fulminar el culto católico y expulsar a los monjes benedictinos. Son los mismos, socialistas, comunistas y demás enemigos de España los que no respetan la riqueza histórica del Monumento de la Fraternidad, levantado únicamente por los vencedores de la Guerra Civil y, sin embargo, para albergar no solo a los soldados caídos en el bando nacional sino también fraternalmente a los caídos en el bando comunista. 

¿Pero qué cabe esperar de socialistas y comunistas que en 1975 llegaron dándose abrazos con cualquiera que fuera de “derechas”, solicitando y prometiendo olvido, perdón y convivencia, si ahora juntitos ambos en el Gobierno y con un Congreso infectado de separatistas y etarras (fuera eufemismos) pueden actuar despótica y dictatorialmente?

Ahora, ante el riesgo que se avecina, ¿cómo reacciona el español patriota, el que puso su confianza en la democracia inorgánica del 78 o simplemente el ciudadano que vive su fe como católico? De nada le sirve acudir a un partido político como al PP, porque en esta y otras cosas fundamentales se comporta como el PSOE, aunque puede abstenerse o votar en contra para quedar bien con todos. Sólo a VOX, pero con 52 escaños nada puede. Entonces, acudir a la Conferencia episcopal que representa a millones de españoles, ya que en las democracias occidentales los Gobiernos escuchan a las mayorías. Pero los obispos españoles ¿no se comportaron como perros mudos, cuando este Gobierno, pisoteando las leyes exhumó los restos mortales de Franco? Ciertamente, si aprendieron de su cobardía, de su bochorno y de su vergüenza pasada, ahora pueden adoptar las tres virtudes que antes dijimos: la del patriota, la del demócrata, y la del católico lleno de fe. Yo confío y les animo a que actúen así. Porque ¿de qué sirve estar dispuesto siempre a sufrir con valentía y fe el martirio, si en tiempos de paz se es cobarde y la fe queda solo en palabras?

En resumen, sugiero a su Eminencia Rvma. el cardenal Juan José Omella, Presi- dente de la Conferencia Episcopal que convoque una reunión extraordinaria de la CEE para el miércoles próximo, donde se estudie la postura a tomar, con votos nominales, para que cada obispo asuma la responsabilidad de su postura ante sus propios feligreses y ante todos los ciudadanos españoles: patriotas, demócratas y católicos.  

Antonio Rodríguez Burgos – Córdoba

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