Constantino A.

Lo cierto es que nos alegramos mucho de que por fin haya llegado el año 2023; no sólo por las esperanzas que todos siempre depositamos en un nuevo año plagado de proyectos o de sueños que esperan verse materializados, sino y principalmente, porque este año será el de las elecciones municipales, autonómicas y generales.

Nunca podríamos haber imaginado en la peor de las pesadillas de que el actual gobierno social comunista separatista, hiciera añicos los fundamentos del Estado de derecho, de la legalidad, de la dignidad de toda una sociedad española; enfrascados en seguir al pie de la letra las directrices de Bruselas, de las agendas de los poderosos y de los planteamientos antiespañoles de los foros de los gerifaltes millonarios, globalistas y mundialistas. Ya hemos visto hasta que profundidad del fango nos han llevado al salvar a ladrones y golpistas de la labor de la justicia, que claramente, ya no es igual para todos.

Con semejante panorama, inflación galopante, paro, desindustrialización, abandono de la agricultura y los campos, manipulación gubernamental de la información y de la historia, lavado de cerebro a la infancia y juventud con ideologías degenerantes, desprestigio de la enseñanza, la formación, el trabajo y el esfuerzo, la voluntad de crear una masa ciudadana sometida y empobrecida dependiente del Estado, con miles de prohibiciones y casi nulas libertades reales. El daño causado durante todos estos años será muy difícil de reparar, se tardarán años y años en reconstruir un mínimo de sociedad con valores, realmente democrática y libre. Quieren instaurar una dictadura postmoderna.

Contra toda esta putrefacción, el verdadero sentimiento tradicionalista es la única esperanza real de cambio a mejor para todos, incluso para aquellos fanáticos y desinformados que no quieren ver más alternativa que lo suyo, lo de las izquierdas enloquecidas. Por eso, más que nunca, apelamos a la conciencia y sentido común de todos los españoles de bien, para que este año sea el definitivo, el que sirva para decir a toda esta gente que su locura se acabó, que queremos vivir en una verdadera España, con ilusiones y esperanzas en que seamos más fuertes, unidos, con futuro, valores, y donde lo bello y natural sustituya a lo sucio, antinatural y caótico. 

Todo ello, claro está, dentro de la imperfección del sistema actual derivado de la constitución del 78, que por presuroso hace aguas por todos los lados, y cual bomba compleja de relojería va produciendo sus detonaciones programadas que destruyen los pilares del edificio España.

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