Desde hace unas cuantas semanas hay un señor, de nombre Jon Álvarez que ha tomado por costumbre difamarme, a la vez que da información sesgada (las medias verdades son falsedades) respecto de cómo es la vida cotidiana de las mujeres en España, sus relaciones con la otra mitad de la población, y particularmente acerca de la llamada “violencia de género,” también denominada en ocasiones “violencia machista”.
Este señor, al cual un día me presentaron antiguos miembros del sindicato CNT, (de los cuales yo fui compañero en mis años mozos, llegando a ser miembro de su comité nacional e incluso a presidir uno de sus congresos, en concreto aquel en que el sindicato se partió, produciéndose un escisión de la cual surgió el sindicato CGT…) y con el cual apenas he tenido trato, ha comenzado por replicar a mis escritos, a pesar de ser un profano en la materia, tal cual demuestra una vez tras otra en sus escritos, pese a lograr el aplauso entusiasta de algunos que como él desconocen todo lo concerniente a lo que vengo haciendo referencia. Posteriormente, aunque desde el principio ha tenido una actitud verbal bastante agresiva, denigratoria, y despectiva, ha pasado a ser absolutamente irrespetuoso e incluso a acosarme en algún medio de los muchos con los que colaboro, e incita a otras personas al insulto, a veces cruel y matonil contra mi persona… pero, dejemos todo esto para otra ocasión.
Lo realmente importante, a la vez que sorprendente de este individuo es la osadía de “opinar” de lo que ignora, y para “cuestionar” lo que yo argumento, recurre a fuentes de información de la misma gente a la que yo cuestiono y a la que yo (y otros muchos) vengo acusando de informar falazmente y de ocultar información entre otras muchas cosas…
Para empezar, las “reflexiones” de Jon Álvarez demuestran que no se ha tomado la molestia de leerse la ley de violencia de “género” de 28 de diciembre de 2004, como tampoco se ha leído la ley de divorcio de 2005 (de 8 de julio) que modificó la ley de divorcio de 1981, reformada en 1991 por ser inconstitucional. Por supuesto, tampoco se ha leído los antecedentes de la actual legislación de “género” y menos aún la ideología en la que se inspira (por poner varios ejemplos: “La familia, la propiedad privada y el estado”, de Federico Engels, o el “Manifiesto Scum” de Valerìe Solanas) Si así fuera no diría semejantes disparates como los que incluye en sus escritos (a la vez, insisto, que adopta una actitud de linchamiento y difamatoria y de sembrar dudas acerca de mi persona).
Los textos del señor Álvarez demuestran que ignora que la ley de violencia de “género” de 28 de diciembre de 2004, se inspira en la legislación aprobada en la última legislatura de José María Aznar al frente del Gobierno (Ley 27/2003, de 31 de julio, reguladora de la Orden de protección de las víctimas de la violencia doméstica) cuyo partido, el PP, ya había empezado a abrazar la denominada “perspectiva de género” y a abandonar el humanismo cristiano. Ya en ese texto legal (respecto del que yo y otros, previnimos y alertamos que iba a no solucionar nada y a crear más problemas que supuestamente pretendía resolver) se otorgaba la presunción de culpabilidad a los varones frente a cualquier acusación de ejercer violencia sobre una mujer, fuera con o sin resultado de muerte… También el Tribunal Supremo dictó por entonces una sentencia en la que consideraba que en el caso de que hubiera una denuncia de violencia conyugal y la mujer supuestamente violentada no tuviera otra “prueba” que su palabra contra la de su marido, o compañero, se consideraría suficiente con ello…
Fuimos bastantes los que por aquellas fechas alertamos del riesgo previsible, de que la legislación que por entonces se ponía en marcha (y la posteriormente aprobada por el Congreso de los Diputados, siendo presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero) daría pie a la institucionalización de organizaciones que se lucrarán de la criminalización del hombre, aunque en muchos casos, esa criminalización no proporcione ninguna satisfacción ni beneficio a la mujer. También llamamos por entonces la atención de otro riesgo, éste terrible: Una denuncia falsa de una mujer que pretende destruir a su compañero, novio, esposo… acaba por ser perjudicial para todas las mujeres que sí han sido realmente maltratadas. Por desgracia no se nos hizo ningún caso
Cuando transcurrido aproximadamente un año de la aprobación y puesta en vigor de la LVIOGEN (ley de violencia de “género” de 28 de diciembre de 2004) compareció el ministro de justicia del gobierno socialista de Zapatero, Juan Fernando López Aguilar ante los medios de información para hacer una memoria de su aplicación, aparte de reconocer que los efectos de la ley no se habían hecho notar en cuanto a los “nobles objetivos” que supuestamente pretendía, tuvo la cara dura , y se le ocurrió la tremenda crueldad de reconocer que las denuncias falsas habían aumentado… pero añadió que “eran un coste soportable”. Transcurrido el tiempo, el señor López Aguilar acabó siendo “víctima” de su propia medicina, aunque con él no se siguiera el protocolo previsto para el común de los mortales y recibiera trato de favor…
En España se viene contabilizando la violencia doméstica desde 1997. Por entonces el número de adultos muertos por disputas conyugales (generalmente gente que se lleva mal y está en proceso de ruptura de pareja) rondaba la cifra de cien anuales, de los cuales entre el 55 y el 65 por ciento eran mujeres y el resto hombres… Ese “tono” se mantuvo durante años, hasta que el Gobierno Socialista de Rodríguez Zapatero decidió la regularización masiva de los extranjeros que estaban en España de forma “ilegal”, aproximadamente 5 millones de personas. Aquello supuso que se produjera una subida y el número de muertes de personas adultas en el ámbito familiar se “disparara” hasta 132… -insisto: estoy refiriéndome a muertes ocurridas anualmente, años que según tengo entendido aún sigue poseyendo 365 días, en un país que tiene alrededor de 47 millones de habitantes- desde 1997 siempre ha habido la misma proporción por sexos: 5 o 6 mujeres de cada diez personas muertas y el resto hombres.
Inspirándose en la idea de un tal Marx, de que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso, y aplicar después los remedios equivocados” (¡Ojo, la frase es de un tal Julius Marx!, más conocido como “Groucho”, que nada tiene en común con otro de nombre Carlos, salvo su origen alemán) el Gobierno de José María Aznar se puso manos a la obra, y a través del Instituto de la Mujer (que había creado el Gobierno socialista de Felipe González) llevó a cabo una “macro encuesta” – hace ya más de tres lustros- una encuesta-embudo especialmente diseñada para obtener resultados a gusto de quienes la promovieron, que después pudo transformarse en propaganda, “medidas legales”, directrices, subvenciones, etc. Me refiero a la macro encuesta de marzo de 2000 acerca de la “violencia sobre las mujeres” (repetida en 2002 y varias ocasiones más con análogos resultados, aunque no con tanto impacto publicitario). La “científica encuesta” permitió llegar a la conclusión de que en la España de entonces había MÁS DE DOS MILLONES DE MUJERES MALTRATADAS.
Para ello se consideró “mujeres maltratadas” a todas las que respondieran con las palabras “frecuentemente” o “a veces” al menos a UNA de las trece preguntas siguientes, referidas a su esposo o compañero:
– ¿Le impide ver a la familia, o tener relaciones con amigos, vecinos, etc.?
– ¿Le quita el dinero que usted gana, o no le da lo suficiente que necesita para mantenerse?
– ¿La insulta o amenaza?
– ¿Decide las cosas que usted puede o no hacer?
– ¿Insiste en tener relaciones sexuales aunque sepa que usted no tiene ganas?
– ¿No tiene en cuenta las necesidades de usted (le deja el peor sitio en la casa, lo peor de la comida…)?
– ¿En ciertas ocasiones le produce miedo?
– ¿Cuando se enfada, llega a empujar o golpear?
– ¿Le dice que a dónde va a ir sin él, que no es capaz de hacer nada por si sola?
– ¿Le dice que todas las cosas que hace están mal, que es torpe?
– ¿Ironiza o no valora sus creencias (ir a la iglesia, votar a un determinado partido, pertenecer a alguna organización)?
– ¿No valora el trabajo que realiza?
– ¿Delante de sus hijos dice cosas para no dejarla a usted en buen lugar?
Como la encuesta no se aplicó a hombres, los periódicos y demás medios de información, no pudieron sorprendernos al día siguiente con la insólita noticia de que –también- había dos millones de varones maltratados. Ni se pudo emprender el correspondiente “Plan para combatir la violencia contra el hombre”. Ni tampoco adoptar las pertinentes medidas jurídicas y administrativas, incluidas las gigantescas campañas de sensibilización, para envenenar a la población y crear alarma social. Ni destinar varios millones de euros de los presupuestos generales del estado a la luchas contra ese otro “genero” de violencia. Y mucho menos tener el pretexto para aprobar leyes para crear juzgados de excepción para juzgar solamente a mujeres, o endurecer las penas por maltrato a los varones cuando los autores del maltrato son mujeres…
Pero sin duda, en la próxima macro encuesta se corregirá esa “pequeña omisión”. Supongo. (Claro que eso dependerá fundamentalmente de si el femi-estalinismo o feminazismo da su permiso…)
Los resultados de la encuesta tramposa, entre otras cosas se editaron en forma libro que se encargó la Caixa de repartir de forma gratuita.
Por supuesto, quienes diseñaron aquella canallada, para que sirviera de pretexto para la puesta en marcha de todo el entramado falaz y mafioso de la “industria del maltrato”, no tuvieron en cuenta los cientos de estudios ya existentes a escala internacional, que en la actualidad son ya más de 500, que contradicen sus sesudas conclusiones: Todos los estudios serios demuestran que el maltrato, con o sin resultado de muerte, no es cosa exclusiva de los hombres (aunque la perversa y totalitaria “perspectiva de género” diga que como el coñac Soberano “es cosa de hombres”).
La violencia no distingue de sexos, ni de edades, ni de razas, ni de ninguna circunstancia personal. Si acaso, como demuestran los estudios científicos, en las sociedades más “tradicionales” la violencia intrafamiliar está menos presente.
Lo que ocurre en España desde hace décadas -una dictadura de “género” alentada por las asociaciones de “mujeres” (que no representan en absoluto a las mujeres españolas en general, ni están en sintonía con sus intereses…) ha conducido a que se haya instalado entre la gente la idea estúpida de que los únicos que ejercen violencia son los varones, y que las mujeres son unas benditas.
Desde hace décadas se viene publicitando –muy hábilmente y de forma machacona, hasta aburrir- sin ruborizarse, que los hombres, varones, tenemos una tendencia innata a establecer relaciones de dominación, vejatorias, violentas, abusivas… con las mujeres.
Ni que decir tiene que esta idea es la dominante en la LVIOGEN, ley de violencia de “género” de 28 de diciembre de 2004, en la que solo falta exigir a los hombres que cada vez que abran la boca nunca olviden pedir perdón por haber nacido con pene, ya que según los diputados que la aprobaron -sin ponerse colorados- dan a entender en la perversa ley que los hombres, varones, somos los únicos responsables de los males de este mundo, sean presentes, pasados o por venir (¡Jo, qué malos somos los hombres!).
A los padres de la patria les importó un bledo que España, en éste, como en cualquier otro asunto no sea “diferente”, aquí (en eso que los progres llaman “estepaís”) las mujeres también ejercen violencia, sobre sus maridos, sobre sus hijos e hijas, sobre sus padres y madres ancianos… Todas las estadísticas serias de aquel tiempo (ahora hay órdenes de que no se realicen estudios de tales características) del Instituto Nacional de Estadística, del Ministerio del Interior, de la Policía Nacional, de la Guardia Civil, del Instituto Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, y un largo etc. fueron ignoradas para no contradecir la versión del feminismo de “género”.
Por descontado, en el discurso que desde entonces circula y es apoyado de forma entusiasta por los medios de información y creadores de opinión, que consiguen pingües beneficios por su entusiasta labor de propagar falsedades, está siempre presente el dogma feminista de ‘género’, de que cuando una mujer agrede a un hombre (sea o no con resultado de muerte) siempre se ha de aplicar aquello de “algo habría hecho para que su mujer, que es una santa, le diera 15 o 20 puñaladas por la espalda (claro) o le envenenara la sopa con arsénico o mata ratas.
Porque, ya se sabe, las mujeres solo matan en defensa propia y nunca porque puedan ser unas arpías y criminales. Para matar estamos los hombres, que lo llevamos en los genes y por eso desde los albores de la humanidad organizamos guerras, nos caemos de los andamios (alrededor de 3.000 muertos al año), tenemos más cáncer de pulmón, de hígado, más infartos, más muertes en las minas, por accidentes de tráfico en el trabajo etc.
¡Masoquistas que somos. Los hombres inventamos la sociedad patriarcal no para proteger a la familia, sino para suicidarnos colectivamente!
Las mujeres no matan, sólo se defienden de la violencia “machista”…
Por eso le dan a su esposo, o compañero “sentimental” siete veces con el hacha en la cabeza, le asestan 17 puñaladas o lo envenenan poco a poco cada día. Para que sufra más, ya que ese es el sino del hombre-protector, paternalista y esclavo del trabajo (hasta hace unas décadas, pues en la actualidad también hay mujeres que son “esclavas del trabajo” fuera de casa…)
El feminismo de género, subvencionado, altamente subvencionado, omnipresente, oculta sistemáticamente todo lo que está en contra de sus dogmas, y el más importante de ellos es que las mujeres son unas benditas pacifistas que tienden a resolver sus disputas/diferencias mediante el diálogo, de manera pacífica; y que la violencia, como el coñac Soberano, es cosa exclusiva de los hombres.
Afirmaciones de ese calibre son un insulto a la inteligencia que mucha gente, de buena voluntad, gracias a la hábil propaganda del lobby misándrico, se ha acabado creyendo.
La “industria del maltrato de género” en España, está compuesta por cantidad de parásitos (más de 100.000 mujeres “profesionales-liberadas” para asuntos de “igualdad y género”) que viven de la falsedad, de la mentira.
Los medios de información tienen órdenes de ocultar sistemáticamente que mueren hombres a manos de sus esposas y compañeras
De cada 10 personas adultas muertas en España, anualmente, por disputas conyugales, alrededor de 4 son hombres (en España mueren anualmente cerca de 60 mujeres asesinadas por sus esposos, aunque el año pasado –afortunadamente- la cifra fue de menos de 50).
También ocultan la muerte de niños, niñas, ancianos, ancianas, porque la mayoría de homicidas son mujeres.
La lista de los 28 países de la UE respecto de la violencia intrafamiliar, doméstica, o como se desee nombrarla, está encabezada por países supuestamente civilizados como; Suecia, Dinamarca, Finlandia, Alemania, y España año tras año ocupa uno de los últimos lugares –afortunadamente- en violencia doméstica y en violencia en la que las víctimas son mujeres, sea con o sin resultado de muerte.
Por si a alguien le cupiera alguna duda, los datos que aquí se exponen están sacados de los Anuarios Estadísticos del Ministerio del Interior, del Instituto Nacional de Estadística, de foros de la Policía, de la Guardia Civil, de informes del Ministerio de Justicia. También se puede consultar el informe del año 2015 respecto de la violencia doméstica en Europa, que el lobby anti hombre hizo todo lo posible para que no se divulgara en España, en el cual se demuestra que en España es uno de los lugares de Europa y del mundo donde los hombres agreden menos a las mujeres.
Pese a todo ello, sigue siendo realmente increíble la capacidad de manipulación, de falsear la realidad, de mentir al fin y al cabo, de la mayoría de los medios de información a los que gente como Jon Álvarez aplauden a rabiar ¿Por qué será?
Según el último informe internacional sobre violencia doméstica, España ocupa el penúltimo lugar de la lista de países europeos en violencia doméstica, y por supuesto también en violencia en la que las mujeres son víctimas, sea con o sin resultado de muerte; estamos solamente delante de Austria, según las últimas estadísticas oficiales. Apenas 1,40 mujeres muertas por cada millón durante el último año; una anécdota, teniendo en cuenta que en España somos casi 47 millones de habitantes.
Es realmente increíble la cantidad de mentiras que se afirman acerca de este asunto, siendo una cosa marginal que apenas preocupa a los españoles, tal como demuestran año tras años los estudios de opinión que se realizan cada cierto tiempo por parte del Centro de Investigaciones Sociológicas, gubernamental.
Lo que sí preocupa y ocupa son los más de 1.800.000 hombres denunciados falsamente en la mayoría de los casos, por supuesto maltrato a sus esposas, novias, compañeras durante los 12 años que lleva en vigor la LVIOGEN, ley contra la «violencia de género» de 28 de diciembre de 2004 (día de los Santos Inocentes, para más recochineo) Lo que sí es preocupante es que la perversa ley haya creado tribunales de excepción en los que solamente se juzga a hombres y se les condena con la palabra de la mujer supuestamente maltratada como única prueba (con el aval del Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo) y se les castiga -cuando se les declara culpables- más duramente que a las mujeres cuando incurren en la misma clase de conducta, considerada «ilícito penal»…
Por supuesto, gente como Jon Álvarez ignora todo esto, pues solo así se puede entender que se digan tantas insensateces y falsedades como las que este señor incluye en sus escritos en el periódico digital Extremadura Progresista.
Lo que sí preocupa y ocupa a una cantidad mayor cada día de españoles es que se haya privado a la mitad de la población (los varones) del derecho constitucional a la presunción de inocencia (y algunos más) y se les considere maltratadores por cuestiones tales como gritar, vociferar, insultar, amenazar, o zarandear a alguien, cuando la supuesta víctima es mujer; circunstancias frecuentes en la vida cotidiana, pongo por caso entre vecinos, compañeros de trabajo, discusiones por cuestiones de tráfico, e infinidad de circunstancias en las cuales la gente (aunque no sea correcto) se insulta, se comporta de forma grosera, y lindezas por el estilo… Pero, según la LVIOGEN, si un hombre se dirige «así» a una mujer, es delito y es punible, hasta con cárcel: más del 15 por ciento de la población reclusa masculina es por la LVIOGEN… En fin, esperemos que algún día los periodistas –y Jon Álvarez- dejen de mentir y nos cuente algo de las terribles consecuencias de la LVIOGEN y demás leyes «de género»…
Claro que lo mismo durante las últimas décadas en la CNT (y yo no me he enterado) han modificado sus principios, y sus objetivos y pretenden conseguir un Reino de “Igual-da género” en el que haya personas “más iguales” que otras, y víctimas de primera, de segunda categoría… y otras que ni siquiera existen…