La agencia de Naciones Unidas para la mujer anunció recientemente su neutralidad en cuanto a si la prostitución debería criminalizarse. El anuncio vino como respuesta a una carta firmada por más de 1400 representantes de la sociedad civil que critica su aparente postura en años recientes en torno a despenalizarla.
Los firmantes de la carta, suministrada por la publicación de noticias independiente PassBlue, señalaba que, en desafío a leyes internacionales, muchas de las agencias fundadas por los estados miembros de Naciones Unidas están actualmente no sólo promoviendo el “trabajo sexual”, sino también haciendo campaña para su despenalización. Entre éstos está el Fondo de Población de Naciones Unidas, la Organización Internacional del Trabajo y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
“Los estados miembros no deben promocionar que ONU Mujeres haga lo mismo,” señalaron los autores de la carta.
Así mismo figuraba ONUSIDA, agencia adjunta copatrocinada por múltiples agencias de Naciones Unidas, incluída ONU Mujeres. Entre todas las entidades de la ONU que están a favor de una despenalización de la prostitución, ONUSIDA ha tomado la posición más abierta, basada en el controversial argumento de que “la despenalización del trabajo sexual es clave para cambiar el curso de la epidemia de VIH entre las trabajadoras sexuales, y en países de todo el mundo.”
Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, respondió declarando la neutralidad de la agencia en este tema. “ONU Mujeres no toma posición a favor ni en contra en cuanto a la despenalización/ legalización de la prostitución/ trabajo sexual,” afirmó en una carta de respuesta, provista igualmente por PassBlue.
Críticos de ONU Mujeres expresaron su preocupación de que los grupos de la sociedad civil consultados previo a la revisión por los veinticinco años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995 presentaran de manera desproporcionada a las organizaciones que buscaban legitimar el “trabajo sexual”, un término que rechazaron enérgicamente. Los firmantes, muchos del hemisferio sur global, también criticaron la representación excesiva de los solicitantes de los Estados Unidos y otros países de habla inglesa.
Muchos de los líderes—y muchos de los fondos— del movimiento en pro de normalizar la prostitución provienen de países ricos, no obstante sus estrategias de nación sean diferentes. Algunos, como los Países Bajos, intentan legalizarla y regular el comercio sexual. Otros, como Nueva Zelanda, han optado por una total despenalización. Amnistía Internacional y el filántropo George Soros promueven ésta última postura.
Entre los defensores de los derechos de la mujer, las opiniones están sumamente divididas. Algunos se oponen al uso de leyes que impongan un estándar moral con respecto al sexo consensuado, mientras que otros se centran en la estrecha relación entre la prostitución y el tráfico sexual. De acuerdo a lo que señala la periodista Barbara Crossette, de PassBlue, “A menos que los que están atrapados en burdeles en los barrios bajos de Mumbai o en ciudades del mundo desarrollado… se consideren a si mismos trabajadores sexuales, lo que parece poco probable”.
Muchos de aquellos que son vendidos por sexo en los países desarrollados fueron traídos de otros países, más pobres. Pero el comercio sexual está a su vez axfixiando y deshumanizando a los habitantes locales que también son prostituídos. La activista irlandesa y a su vez sobreviviente de éste flagelo, Rachel Moran, compartió su historia durante un evento paraleo de la ONU copatrocinado por C-Fam. Ella fue enfáticamente crítica hacia la recién anunciada postura de Amnistía Internacional en favor de la despenalización y rechazó la noción de legitimar que el “trabajo sexual” sea bueno para las mujeres: “Es ridículo decir que una persona puede ser empoderada a través de permitir que su cuerpo sea tan abierto al público como lo es una estación de tren o de bus.”
El cauto movimiento de ONU Mujeres hacia la neutralidad está lejos de la condena total del comercio sexual que desean sus críticos. Representa una línea trazada entre ésta y otras agencias de la ONU, incluido el nada neutral ONUSIDA, que cuenta con ONU Mujeres como patrocinador y que apoya la despenalización. Está por verse si la postura que ha tomado ONU Mujeres tendrá implicaciones para esas otras agencias y programas.