Este miércoles 6 de mayo, el Congreso de los Diputados tendrá que votar la proposición de prórroga de aplicación del decreto de Estado de Alarma. Para recordar, según lo dispuesto por la legislación, las extensiones tenían que hacerse de manera quincenal, con previa aprobación parlamentaria.
Ahora bien, salvo que haya alguna sorpresa, bien esperada o inesperada, la probabilidad de continuidad del “mando único” para Pedro Sánchez (bajo la influencia notoria del vicepresidente Pablo Iglesias), con los correspondientes poderes competenciales en refuerzo, se reduce, en términos matemáticos.
En esta ocasión, serían más las fuerzas parlamentarias que votarían en contra de la prórroga (habría incluso menos abstenciones). A los filoterroristas ultraizquierdistas de la CUP y la formación de derechas VOX se le sumarían formaciones (en el sentido del voto) como ERC y el BNG.
Pero la atención no está tan centrada en el criterio de voto de los nacionalistas periféricos (que básicamente están preocupados, entre otras cuestiones, por no poder ejercer, desde las respectivas sedes autonómicas, ese poder centralista que actualmente está tomando Pedro Sánchez).
Lo que más inquieto mantiene a determinados sectores de agitprop es que, por primera vez, el Partido Popular (PP) podría votar en contra de esta prórroga (al contrario de lo que ha ocurrido en otras ocasiones en las que, pese a cierta escaramuza parlamentaria, han acabado compartiendo el sentido del voto de la coalición frentepopulista).
De hecho, si bien la sociedad española, en general, se ha mantenido favorable al confinamiento (incluso en la “derecha sociológica”, influida también por ese liderazgo comunitario en cuanto a la “falsa inseguridad” que nos lleva a abrazar en mayor medida la intervención del Estado), hay cierta preocupación.
Se ha venido criticando que el PSOE no haya reducido los impuestos, que esté habiendo una brutal destrucción de empleo, que se amenace con perseguir policial y judicialmente a los críticos, que Pablo Iglesias haya tomado ciertas riendas del CNI… De hecho, se ha venido comparando al tándem Ayuso-Almeida con el dúo de Pedro y Pablo.
Ahora bien, Pablo Casado podría meter la pata bien metida, pero en esta ocasión no tanto por seguir acatando la agenda económica socialdemócrata (alejándose cada vez más de las enseñanzas hayekianas que recibía en sus tiempos de juventud y predicaba en sus discursos y conversaciones).
Hay cierto temor de que, bajo las habituales muletillas de “interés general” y “consenso” (sin duda, Pablo Casado está, cada día, lamentablemente, muy entregado a la izquierda, dispuesto a compadrear con quienes casualmente trataron de hundirle civil y políticamente con el asunto del máster y la licenciatura universitaria), vuelvan a votar que sí.
Pero es que, en realidad, habría otro acomplejamiento habitual de por medio, sobre lo cual hablaremos en los siguientes párrafos.
Las hordas izquierdistas preparan un asedio similar al que tuvo lugar tras el 11-M
Este sábado pasado, en su enésimo ejercicio semanal de exhibición narcisista y reiterativa, Pedro Sánchez anunció, desde el Palacio de la Moncloa, que no existía ningún plan alternativo a la prórroga parlamentaria del Estado de Alarma. Sugería que solo así se podía preservar desde el Estado la salud de los españoles.
En la misma línea se han mantenido cargos ministeriales como Salvador Illa y José Luis Ábalos (este último amenazó con que los de la calle Génova serían los responsables de hipotéticos rebrotes de contagiados por coronavirus en España, que “pudieran darse” en las próximas semanas). Pero no han sido los únicos.
Desde la formación comunista PODEMOS, ese parlamentario que, más bien, saltó a la fama, entre otras cosas, por solicitar, mediante un cántico, actos sexuales y obscenos en una fiesta (a una desconocida llamada “Dominga”), advirtió de que por culpa del PP podría haber “miles de muertos” en España.
De hecho, conociendo la historia de todas esas formaciones y agrupaciones que están a la izquierda del Partido Popular, no sería de extrañar que orquestasen toda una campaña mediática para desgastar brutalmente su imagen, como ya ocurriera tras los atentados de marzo de 2004, consiguiendo así ganar unos comicios que daban por perdidos.
Podríamos observar reportajes en La Secta y en RTVE que mostrasen filas de ataúdes y salas de espera colapsadas (eso sí, procurarán enfocar bien en Madrid, donde gobierna el PP, como está ocurriendo con los centros geriátricos, detrás de lo cual también hay una campaña que justifique la expropiación de las mismas).
Además, como la “verdad oficial” no tiene nada que ver con la Verdad, quién sabe si no alteran esas estadísticas de dudosa fiabilidad de modo que se pueda cargar el marrón a Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida. Incluso utilizarían a sus resortes militantes para reportajes televisivos y tertulias, traten sobre lo que traten.
En cualquier caso, no basta con criticar a Pablo Casado (y su complicidad) y advertir de otro Pásalo (igual se convoca una manifestación en la calle Génova o en la Puerta del Sol). Como sociedad deberíamos de despertar y denunciar (sin limitarnos a votar o no votar) aguerridamente todo abuso del totalitarismo estatal, de corte revolucionario.
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