Una vez mas un Tribunal (en este ocasión la Audiencia Provincial de León), condena a una mujer por denuncia falsa, y los grandes medios de comunicación ocultan la noticia, pues desestabiliza la verdad oficial, a saber: que todo hombre es violento, que todas las mujeres son inocentes, y que en materia de violencia de género no existen las denuncias falsas.

Curiosamente el portal del Consejo General del Poder Judicial que se encarga siempre de destacar todas las sentencias en las que se condena a un varón, no ha reseñado esta sentencia de la Audiencia Provincial de León.

La Audiencia ha sido clara: la mujer, conocida como la víctima del pegamento en la vagina,es culpable de una denuncia falsa, es decir de simulación de delito y además también se la condena por otros dos delitos de detenciones ilegales, por lo que se le impone una condena de diez años de prisión (además de la obligación de indemnizar a su expareja con la irrosoria cantidad de 25.000 euros). 

No sabemos si las feministas se manifestarán bajo el lema “nosotras si te creemos”, pero la realidad es que todos los juristas comentan el número cada vez mayor de denuncias falsas, quizá motivadas por la sensación de impunidad en la que vive instalado el feminismo radical.

El fallo indica que queda claro que la escenificación y actos preparatorios fueron concebidos por la propia mujer para “asegurarse la detención e ingreso en prisión con carácter indefinido de su expareja”, que había quedado libre días antes de la denuncia tramitada entre agosto y octubre de 2016. Una cuenta falsa de correo electrónico y los materiales adquiridos por ella misma en un establecimiento regentado por chinos en Fabero dejaron al descubierto una historia truculenta que dejó perpleja a toda la sociedad que la había identificado como una víctima y que había asumido el rol de defensa de un caso que sin embargo, y según las pruebas, no se creyó su propio siquiatra, al que no le cuadró la victimización y dramatización de su situación.

Esperemos que las estadísticas oficiales, y los medios de comunicación corrijan los datos de violencia de género, y borren a la culpable de dicho registro, y den de alta al varón, como nueva víctima de la violencia feminista seguida a pie juntillas por todos los medios de comunicación, y por todos nuestros políticos.

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