El orden natural, como creación divina, supone jerarquía y orden, jerarquía contraria al igualitarismo, y orden contrario al caos, sin embargo la nueva ideología globalista pretende imponernos como natural lo informe, lo desordenado, lo igualitario, lo feo.

Los tradicionalistas, la verdadera hidalguía hispánica, acostumbrados a luchar cuando otros sucumben, sabemos desde la primera fase de la Revolución, acontecida en el siglo XVI con la aparición del protestantismo, que la defensa del dogma verdadero implica un cristianismo militante. “No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz, sino espada” (Mateo X,34), dice el evangelista, y el espíritu hispánico sabe lo que significar mantener en solitario la espada en alto.

Durante dos siglos nuestros tercios defendieron solitariamente la verdad con la espada, y nuestros intelectuales libraron con su pluma el mismo combate. Hoy la hispanidad permanece dormida, pero no vencida, sojuzgada por la modernidad y la revolución sin embargo la rebelión es un camino expedito para los valientes y decididos.

Mientras afilamos las espadas quebrantadas por el largo desuso, por los años que sucumbimos a la modernidad, es necesario utilizar nuestras plumas para combatir a dicha modernidad que ahora adopta el nombre de nueva normalidad, de globalismo. Ya no es posible permanecer silenciosos ante la imposición de un sistema caótico, sin jerarquía, sin orden, sin Dios. Por ello te pedimos que te apuntes a la contrarrevolución, que colabores con nuestro combate cultural, que nos ayudes a formar a la falange escogida que liderará la rebelión, que como el hidalgo de la Mancha en la hora del alba nos acompañes en este reñido combate, y ante todo, te pedidos que confíes en nuestra victoria.

Carlos Pérez- Roldán

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