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Análisis

Ramiro de Maeztu, anglófilo y defensor de la Hispanidad

«Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: ¡Para que vuestros hijos sean mejores que vosotros!».

“Frente al liberalismo que atomiza al hombre, y el marxismo que le quita el alma, redescubrir la dignidad del hombre, la familia, y la nación, revestidos de todos los derechos que exijan sus deberes, y sin otro derecho que cumplir con su deber”

Este 4 de mayo se cumplen 146 años del nacimiento de Ramiro de Maeztu, lo cual es un buen motivo para analizar su interesante biografía y su obra.

Ramiro de Maeztu Whitney nació en Vitoria, Álava, el 4 de mayo de 1875, hijo de padre vasco y de madre inglesa, dos condiciones que aún hoy le predispondrían en contra del peor españolismo cutre y casposo, cuyas taras congénitas son por todos conocidas, entre ellas, la anglofobia. Pese a ello, Ramiro de Maeztu fue un destacado escritor perteneciente a la Generación del 98. El ser hijo de madre inglesa explica su admiración por las instituciones británicas y su dominio del inglés, así como su carácter de agudo observador de la realidad española. De hecho, vivió en Londres 15 años y estuvo casado con una inglesa. Por todo ello, merece la pena destacar cómo el que fue principal defensor de la idea de la Hispanidad, no solo no padeció de anglofobia aguda sino que, por el contrario, fue anglófilo.

Pasó parte de su juventud en Paris y en La Habana (Cuba) dedicado a oficios diversos y se inició en el periodismo a los 18 años en Bilbao. Autodidacta y de ideas combativas, se trasladó a Madrid en 1897, un hecho decisivo en su vida literaria, ya que es cuando inició una colaboración importante con distintos periódicos y revistas, como la revista GerminalEl PaísVida NuevaLa España ModernaEl Socialista, entre otros, con una orientación socialista reformista. En esos años en que se había iniciado dentro de un anarquismo nietzscheano y anticlerical, también dio inicio a su amistad con intelectuales regeneracionistas, especialmente con Azorín y Pio Baroja, con los cuales formó el conocido como “Grupo de los Tres”, y como he dicho, fue exponente destacado de la llamada Generación del 98. En sus colaboraciones de prensa, agrupadas en buena parte en su libro “Hacia otra España”, examinaba las causas de la decadencia española, hace una crítica muy dura de la vida nacional y propone una renovación de estilo europeísta. Es decir, su patriotismo era crítico y no patriotero.

En 1904 se hundieron los negocios de su familia en La Habana, y de 1905 a 1919 residió en Londres, donde trabajó como corresponsal para La Correspondencia de EspañaNuevo Mundo y Heraldo de Madrid. En 1911 siguió a Benedeto Croce y su pensamiento, como Sorel. Viajó por Francia y Alemania, y estuvo como corresponsal de guerra durante la Primera Guerra Mundial en Italia los años1914–1915. Este periodo representó su fase liberal y de admiración a las instituciones británicas, ocupando su atención en numerosas disciplinas (filosofía, política, literatura, etc.) cuya actualidad acercaba al público español.

Fruto de su formación en la cultura anglosajona, publicó en inglés “Authority, Liberty and Function in the Light of the War” (1916), aparecido en castellano como “La crisis del humanismo” en 1918, donde examinaba los conceptos de autoridad y libertad en la sociedad moderna. Tras su regreso a España, en 1919, y tras escribir “Crisis del humanismo”, comienza su desconfianza en la democracia liberal y va cuajando su evolución hacia el tradicionalismo católico y combativo, que se consumó durante el gobierno del General Miguel Primo de Rivera, al que aceptó representar como embajador de España en Argentina en 1928. Allí tuvo ocasión de tratar con Zacarías de Vizcarra, el introductor en 1926 de la idea de la Hispanidad que Maeztu asumió como propia y que después abanderó en su más conocida obra “Defensa de la Hispanidad”. Zacarías de Vizcarra había propuesto en Buenos Aires, el término “Hispanidad” para sustituir al de “Raza”, en el sentido que se le daba a la Fiesta de la Raza el 12 de Octubre. Maeztu se convirtió desde 1931 en el principal propagador de ese nuevo término, desarrollando su significado en sus artículos sobre la Hispanidad publicados en la revista “Acción Española” a lo largo de los años 1932 y 1933, y que después publicó en 1934 en el libro “Defensa de la Hispanidad”, como veremos.

En esos años mantuvo su concepto de decadencia, esencial en la actitud intelectual de los hombres del 98, e intensificó su defensa de los valores tradicionales católicos y de las tradiciones hispánicas. Hombre del 98, fue amigo de Ortega, Unamuno, Baroja, Machado, etc. Su postura intelectual le sitúa, por tanto, en la Generación del 98, nacida a raíz del desastre de 1898, y que por tal razón, emprendió la tarea de buscar remedio a la decadencia española. Sin embargo, al igual que otros autores de la Generación del 98, y por un largo y complejo proceso de conversión espiritual, Maeztu rectificó, y afirmó rotundamente lo que él definió como valores eternos de la raza.

Desde los días previos a la proclamación de la Segunda República en 1931 colaboró junto con Eugenio Vegas Latapie y el Marqués de Quintanar en el movimiento y la revista “Acción Española”, que él propuso denominar “Hispanidad”, cuyo núm. 1 salió el 15 de diciembre de 1931, escribiendo también la presentación de la misma, que se publicó sin firma, y mereció el Premio Luca de Tena otorgado por el diario “ABC”. Desde el número 28 de la revista (1-05-1933), Maeztu figuró formalmente como su director, y lo fue hasta el último número, el núm. 88, en junio de 1936. (Salió después un núm. 89 en marzo de 1937 tras la muerte de Ramiro de Maeztu). Esta revista que dirigió Ramiro de Maeztu estuvo inspirada en el movimiento de “Acción Francesa” de Charles Maurras, y basada en el tradicionalismo hispanista y católico. Integrista, se diría ahora, pero de un integrismo cultural, intelectual, combativo, no retrógrado.

En esta última fase su pensamiento critica la democracia y la subversión de valores marxistas de esos años, se intensifica su relación con el viejo tronco del pensamiento tradicionalista español (Donoso Cortés, Menéndez Pelayo, etc.), y mantuvo afinidades con los teóricos del integralismo lusitano, el movimiento político portugués que apoyaba el tradicionalismo, en oposición al conservadurismo, fundado en Coimbra en 1914, que tuvo mucha actividad durante la Primera República portuguesa.

Puede leer:  Estados Unidos. La oposición al mandato contraceptivo

En abril de 1934, los artículos que hasta entonces había publicado Maeztu en la revista “Razón española” sobre la Hispanidad, sirvieron para publicar un libro que sirvió para consolidar definitivamente el término propuesto por Zacarias de Vizcarra, y que se convertiría en su obra más influyente y conocida: “Defensa de la Hispanidad”, un alegato en pro de la civilización hispánica y católica, en el que a los principios de la revolución francesa de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, contrapone los de “Servicio, Jerarquía y Humildad”.Este ideario de Maeztu en pro de la civilización hispánica y católica, y desarrollado en sus artículos en la revista “Acción Española”, fue así recogido en su libro “Defensa de la Hispanidad”, que se convirtió en el exponente de su doctrina. Esta obra influyó también de manera determinante en la consolidación de una alternativa política hispánica frente a las pretensiones globalizadoras del comunismo soviético de entonces (hoy, que ya no existe el comunismo a efectos políticos, estas pretensiones globalizadoras provienen del capitalismo), en un proceso que, tras el fallido golpe de Estado socialista contra la República burguesa de octubre de 1934, desembocó dos años después en el alzamiento cívico-militar del 18 de julio de 1936.

Cuando el 12 de Octubre de 1934, la Hispanidad se celebró oficialmente en el Día de la Raza en Buenos Aires, causó una gran alegría a Ramiro de Maeztu, que se enteró por la radio y se lo contó a su amigo Eugenio Vegas Latapié, que en ese momento estaba más preocupado por los sucesos del golpe socialista de octubre de 1934 en Asturias contra la República burguesa.

El antiguo joven anarquista Maeztu terminó militando en el partido Renovación Española, desde el que se significó por su oposición al régimen de la Segunda República, del que fue diputado en las Cortes por Guipúzcoa en 1933–1935.

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Respecto a su obra, aunque Maeztu escribió aisladamente poesía, algún cuento, una novela (“La guerra del Transvaal”) y una obra de teatro inédita (“El sindicato de las esmeraldas”), su tarea fue básicamente la de un periodista que puso su prosa al servicio de unas ideas. Algunos de sus artículos fueron recogidos en libros, aunque no todos: “Hacia otra España” (1899), “La crisis del humanismo” (1919), “Defensa de la Hispanidad” (1934), y “Defensa del Espíritu”, que es su obra póstuma. Entre sus ensayos de carácter literario: Don Quijote, Don Juan y La Celestina (1929) — una meditación acerca de Don Quijote como héroe de una España decadente, de Don Juan como vacío espiritual y de La Celestina como degradación — y “La brevedad de la vida en la poesía lírica española” (1935), pronunciado como discurso de ingreso en la Real Academia Española. De toda esa obra, su libro básico fue “Defensa de la Hispanidad” (1934), un libro polémico y famoso que le llevó a ser considerado como un apestado por la prensa de aquella época. Eugenio Montes, que alabó dicho libro de Maeztu, recibió una carta de éste en la que le decía: “No vuelva Ud a hacerlo, no me cite, no me mencione. Es Ud muy joven y no tiene derecho a que le cerque el silencio como a mí. Soy un leproso”.

Otro aspecto poco conocido de Ramiro de Maeztu es que denunció los manejos del judaísmo y de la masonería, como en su artículo “¿Son judíos los judíos?”, en el que denuncia la táctica judía de infiltración: “Para que prosperen más los judíos hay que persuadir a las gentes de que ellos no son judíos y que llamarlos judíos es un crimen abominable”. Sin embargo, hoy, la derecha española es projudía.

El pensamiento de Maeztu es el de un hispanista católico, tomista renovador y seguidor de la lógica kantiana, que establece la primacía de los valores frente a lo contingente. Para Maeztu, la primacía está en los valores y en los principios frente al relativismo liberal y democrático. Empezó a escribir “Defensa del Espíritu”, del que logró solo terminar la primera versión en la cárcel, antes de su asesinato. Estaba en Madrid al iniciarse la guerra civil, y fue detenido por fuerzas republicanas sólo por sus ideas, y encerrado en la madrileña cárcel de Ventas el 30 de julio de 1936. Ramiro de Maeztu murió fusilado en el cementerio de Aravaca (Madrid), en la madrugada del 29 de octubre de 1936, en la misma saca de presos políticos de la cárcel de Ventas en la que iba también otro Ramiro… Ledesma Ramos. Sus últimas palabras fueron: «Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: ¡Para que vuestros hijos sean mejores que vosotros!». Por supuesto, para Ramiro de Maeztu, como sucediera con Pedro Muñoz Seca o Victor Pradera, no hubo nadie que le protegiera contra sus asesinos, contra los tribunales del propio gobierno que le detuvieron y fusilaron sin ningún juicio.

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