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Análisis

Consecuencias de las elecciones del Perú 2021

Introducción

La situación particular que ha vivido la política peruana en los últimos 10 años ha sido difícil. Un país que no ha podido consolidar una tradición de partidos políticos, una falta de cultura democrática y una sociedad que ha vivido entre la informalidad y la corrupción reinante dentro de la política y la sociedad peruana. Las consecuencias de todo ello se han vivido a puertas de recibir el bicentenario de la proclamación de la Independencia del Perú con el resultado electoral que deja al Perú ante un futuro incierto. 

Antecedentes 

El terremoto político que desencadenó a nivel Continental los escándalos de corrupción por la empresa brasileña Odebretch que involucraron a cientos o miles de funcionarios públicos y políticos tanto del espectro político de la izquierda como de la derecha, provocó olas de indignación en la opinión pública de cada país afectado por el escándalo, en donde la clase dirigente se vio seriamente comprometida por los diversos delitos en los que participó. Incluyendo también a la clase empresarial y a los dueños de distintos medios de comunicación.

El Perú no fue la excepción y junto con el procesamiento de varios ex presidentes peruanos e incluyendo el suicidio de uno de ellos (Alan García Pérez) así como la renuncia de otro a su cargo como fue el caso de Pedro Pablo Kuczynski ocurrida el 21 de marzo de 2018, en medio de dos intentos de vacancia y el polémico indulto que le concedió al ex presidente Alberto Fujimori condenado por crímenes contra los Derechos Humanos (matanzas de los residentes en Barrios Altos y de los estudiantes de la Cantuta), tuvieron consecuencias de las cuales ni su sucesor en el cargo Martín Vizcarra pudo salir indemne, pese a que el 19 de septiembre de 2019 había disuelto el Congreso y llamado a nuevas elecciones para el 26 de enero de 2020. 

Sin embargo, el nuevo Congreso que se instaló se volvió igual de hostil que el anterior con Vizcarra y carente de una bancada propia que lo apoyase, puso a éste a merced de sus enemigos políticos instalados en el Congreso. Fue en medio de esa situación que su gobierno que debía completar el mandato presidencial de su predecesor para llamar a nuevas elecciones en abril de 2021, se desencadenó la pandemia del COVID 19 en el Perú. Ante los primeros casos que se comenzaron a registrar entre los países vecinos y luego en el Perú, a partir del 15 marzo de 2020 se declaró el Estado de Emergencia en todo el Perú y se estableció una cuarentena estricta que se prolongó por tres meses y medio. 

Los errores cometidos por el presidente Vizcarra por medio de su Comando de Operaciones Covid 19 le pasaron factura. Principalmente por no tomar en cuenta el efecto negativo que repercutió en la economía nacional el mantener una cuarentena tan rígida y prolongada, el rodearse de asesores de ideario de izquierda progresista que nunca quiso coordinar con las empresas privadas ni con las organizaciones religiosas en particular la Iglesia Católica quien por medio de sus obispados, parroquias y demás organizaciones lograron hacer llegar la ayuda a los peruanos de bajos recursos, como la entrega de víveres y medicinas e incluso gestionando la construcción de plantas de oxígeno, tan nesesarias para los pacientes contagiados por el Covid 19. Demostrando las falencias del Estado siempre tan ausente en las provincias y zonas marginales del país. Sin olvidar la pésima gestión en la negociación y compra de las vacunas contra el coronavirus por parte del gobierno.

Pero no siendo  el problema de la Pandemia suficiente, se volvieron a repetir los escándalos políticos en el gobierno de Vizcarra. Aparecieron denuncias de corrupción durante su gestión como Presidente Regional de la Moquegua, así como de favoritismos a ciertos personajes del entorno presidencial y ocultamiento de información frente a los comités de investigación del Congreso, llevaron a que Martín Vizcarra fuera citado por el Congreso y al igual que  Kuczynski, fue sometido dos ocasiones a un proceso de vacancia presidencial. Vizcarra quien se había ganado más anticuerpos con el nuevo congreso y sin tener una lista partidaria que lo apoyara, no pudo salir bien librado en la segunda votación donde terminó siendo vacado por votación mayoritaria. Vizcarra sin tratar de llevar a cabo cualquier tipo de defensa legal para mantenerse en el cargo abandonó la presidencia, siendo reemplazado por el presidente del Congreso Manuel Merino del partido de centro Acción Popular. 

Sin embargo, la impopularidad de este congreso fue igual o peor que el anterior y la población percibió que se había generado un Golpe de Estado Congresal, lo que llevó a masivas manifestaciones en Lima y otras provincias del Perú a pesar de los altos niveles de contagios y muertes causados por la pandemia. La violenta reacción popular en la cual perecieron dos jóvenes (Inti Sotelo y Brian Pintado, convertidos en héroes populares), forzó la renuncia a la presidencia de Merino, una presidencia que solo duró 5 días y obligó al Congreso peruano a una nueva elección de presidente entre los pocos congresistas que votaron en contra de la vacancia presidencial. En esta elección, saldría el entonces nuevo presidente del congreso Francisco Sagasti, miembro del Partido Morado (centro derecha liberal). Siendo elegido a duras penas frente a la otra opción que la Congresista Rocío Silva Santisteban del partido de izquierda Frente Amplio. Conocida por su postura abiertamente socialista, feminista y anti militarista, con fuertes simpatías por los regímenes de Cuba y Venezuela a los cuales nunca calificó como dictaduras. Sin olvidar que daba clases de literatura y poesía a las presas por terrorismo, con quienes ha demostrado tener una abierta empatía, la que es mutua. 

La elección del Congresista Francisco Sagasti como presidente interino del Perú dio cierta estabilidad política al Perú. Pero siguió al igual que sus predecesores Kuczynski y Vizcarra manejando la misma agenda progresista; ya que el Partido Morado sigue el mismo modelo globalista: economía neoliberal, imposición de la ideología de género, uso del lenguaje inclusivo, estar a favor de legalizar el matrimonio gay y el aborto. Sin olvidar que su ministro de educación, Ricardo Cuenca llegó a declarar años atrás que “el curso de religión no aporta a la idea de crear ciudadanos con capacidad crítica” pero al que no se puede tocar gracias al Concordato firmado entre el Perú y el Vaticano en 1980, pero que tuvo que matizar sus declaraciones pasadas y pedir disculpas públicas. Sagasti fue un perfecto progresista, ya que una vez asumida la presidencia el 16 de noviembre de 2020 no tardó más de una semana en destituir al Comandante de la Policía y a 15 generales más, como consecuencia de las muertes de los estudiantes Sotelo y Pintado en las protestas contra Merino, sin tomar en cuenta los niveles de responsabilidad de cada mando o el nivel de desempeño que habían tenido hasta el momento en sus cargos. Sin embargo, un aspecto positivo fue la compra y adquisición de las vacunas: primero las de origen chino de Sinopharm en cantidades de cerca de 500 mil unidades principalmente para el personal médico a nivel nacional y luego de 12 millones de vacunas Pfizer y en su última etapa 10 millones de la marca Sputnik V para la población en general. 

Así el Perú entro en la carrera electoral con dos presidentes vacados, uno que no duró en la presidencia ni una semana, la detención de tres ex presidentes y el suicidio de uno. Frente a una clase política totalmente desprestigiada ante los ojos de la población.

Un Perú que no había podido consolidar una tradición y cultura democrática entraba a elecciones en medio de un difícil contexto político, social y sumamente agravado por la crisis económica desatada por la pandemia. En donde los pocos partidos históricos que quedaban como el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana), Acción Popular (AP) y el PPC (Partido Popular Cristiano) han sufrido la falta de recambio generacional necesario para volver a la política peruana, sin pode3r atraer a las grandes masas de votantes del pasado, desconectados muchas veces de los cambios y necesidades actuales y carentes de liderazgos alejados del clásico caudillismo partidario. Sin olvidar que varios congresistas de sus bancadas estuvieron involucrados en casos de corrupción o en asuntos de cuestionada índole. 

En medio de este contexto político, se presentaron 18 candidaturas a la presidencia de la República con sus respectivas listas parlamentarias. Sólo unos cuantos candidatos tuvieron la cobertura mediática de los medios, mientras que los otros fueron marginados. 

Los que más destacaron o en algunos casos fueron inflados por los medios fueron: Yonhy Lescano del partido Acción Popular, quien había tenido una bancada muy importante en el Congreso que se estableció luego de la disolución del anterior por Vizcarra y sus votos fueron en gran mayoría a favor de la vacancia de Vizcarra. Mantuvo un discurso de un mayor control económico, inversión en educación, agricultura y salud; así compra de vacunas. Otro candidato fue George Forsyth, hijo del destacado diplomático Harold Forsyth, ex futbolista que jugó como arquero del popular equipo peruano Alianza Lima y que luego llegó a ser elegido alcalde del distrito de la Victoria, cargo al que renunció, para lanzarse a la candidatura presidencial con el partido Victoria Nacional, pero que no tuvo el gran arrastre popular que se esperaba a pesar de que muchos medios de prensa se encargaron de hacer creer de manera virtual su apoyo en las encuestas. Un candidato que se merece mencionar es el destacado economista Hernando de Soto con su partido Avanza País de corte tecnócrata y liberal. Verónika Mendoza ex congresista y política de izquierda de vanguardia con su partido Juntos por el Perú, con los mismos postulados que la izquierda europea y progresista quien también se ha negado a calificar de dictaduras los gobiernos de Cuba y Venezuela por tener a mucha gente relacionada de su partido en estrecho contacto con ambos regímenes. Keiko Fujimori hija del convicto ex presidente Alberto Fujimori con su partido de derecha Fuerza Popular, cuestionada ya por el pasado corrupto de su padre y sus vínculos por lavado de activos que la llevaron a estar en prisión por meses, pero que aun así tenía un voto duro por los éxitos iniciales en lo económico y la lucha anti terrorista del gobierno de su padre. Y por último, el más controvertido y polémico Rafael López Aliaga empresario y profesor universitario con su partido Restauración Nacional, de la derecha conservadora a quien los medios prácticamente le declararon la guerra. 

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Y es que si hablamos de los candidatos de la primera vuelta electoral es inevitable hacer una mención especial al candidato López Aliaga a quien sus seguidores apodaron como “el Porky” (al ser una persona de contextura obesa). Y es que López Aliaga había formado parte del partido Solidaridad Nacional del ex alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, quien también formó parte de la larga lista de detenidos y procesados por los delitos de corrupción por pagos irregulares de Odebretch y de otra empresa brasileña OAS y de quien él había sido persona muy cercana. Por lo que se vio obligado a tener que refundar el partido con el nombre Renovación Popular con el que fue candidato. Pero las razones de peso para ser que su candidatura fuera la más cuestionada no fue a causa de su relación cercana con el ex alcalde de Lima, ni acusaciones de monopolio en la empresa de trenes turísticos en el Cusco que llevan a la ciudad de Machu Picchu, ni de las deudas tributarias con el Estado que se le adjudicaron por varios millones de soles. El mayor problema que tuvo López Aliaga con los medios era que aparte de ser un político conservador era miembro de la organización católica del Opus Dei, de la cual no ocultaba su militancia, que en su partido se unieron ex militares de derecha, grupos conservadores católicos y cristianos, así como a una abierta oposición a la agenda progresista. Una abierta oposición a la promoción de la ideología de género, del aborto, el matrimonio gay y la eutanasia. De igual manera su lenguaje directo y confrontacional con la prensa que cuestionaba su abierta oposición a la agenda global le ganó muchas simpatías y detractores. Como cuando declaró ante el caso de la ciudadana Ana Estrada Ugarte quien solicitó que el poder judicial le permitiera aplicarse la eutanasia << Si te quieres matar te subes a un edificio y te tiras>>. Entre otras declaraciones polémicas. Como su negativa a firmar el Pacto Ético Electoral por una cuestión de principios acusando de que <<los componentes del pacto ético tienen una filosofía marxista, usted cree que uno es sonso, no >> debido al uso del lenguaje inclusivo.  

A pesar de este tipo de declaraciones y posturas calificadas de ultra conservadoras y reaccionarias de parte de sus adversarios y críticos dentro de la política y la prensa quienes en algunos casos lo calificaron como el Trump o Bolsonaro peruano, la candidatura de López Aliaga crecía en lo que fue llamado “la ola celeste” (por los colores de su partido) y que era posible que disputara la segunda vuelta electoral, debido a que las preferencias estaban muy divididas entre la población. 

El miedo a que López Aliaga llegara a la segunda vuelta los medios apuntaron sus baterías contra él a tal punto que la directora del diario liberal de derechas Peru21 Cecilia Valenzuela lanzó un video advirtiendo de la amenaza de que llegara a la presidencia, pero no fue la única. Gustavo Gorriti, el director del IDL (Insituto de Defensa Legal) Reporteros también mandó un mensaje por la red social youtube la noche antes de las elecciones, advirtiendo del peligro de que López Aliaga llegara a la presidencia advirtiendo del peligro del retorno del fascismo al poder comparando a su movimiento político con el partido fascista peruano de la Unión Revolucionaria de los años 30 del S XX pasado. A tal punto que defendió la candidatura de Verónika Mendoza que no podía compararse su futuro gobierno con el de Chávez y Maduro, sino que ella estaba al nivel de gobernantes como Michelle Bachelet de Chile o con José Mujica del Uruguay. 

Pero el día de las elecciones de la primera vuelta resultaron ser toda una sorpresa muy agridulce. Por un lado la campaña tuvo efecto y López Aliaga no llegó a segunda vuelta terminó en tercer lugar y con Hernando de Soto muy cerca en el cuarto puesto ya que no pudo repuntar a tiempo su campaña electoral, pero los que terminaron de candidatos a segunda vuelta terminaron siendo un desconocido Pedro Castillo por el partido Perú Libre y Keiko Fujimori, quien había logrado mantener el voto duro fujimorista y al no haber sido abiertamente atacada por la prensa de izquierda abiertamente antifujimorista que había centrado toda su atención en López Aliaga llegó a la segunda vuelta electoral.

El fenómeno del profesor Pedro Castillo sorprendió a más de uno, porque en las encuestas oficiales no figuraba, ni se sabía mucho de él. Lo que se conocía hasta el momento sobre su persona era porque fue era uno de los dirigentes principales de los sindicatos de maestros del SUTEP (Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú) que habían dirigido la huelga de maestros de 2017. Huelga que fue pésimamente manejada por la entonces ministra de educación Marilú Martens, durante el Gobierno de Kuczynski. Martens desde su cargo siempre trató de dar prioridad a la implementación de la educación de enfoque de género (nombre encubierto para la ideología de género) en la currícula educativa, y que no tuvo la muñeca política necesaria en sus negociaciones con los sindicatos de maestros, en sus demandas por un mayor presupuesto al sector educación, mejorías de sus pagos salariales, entre otras más. Pero la razón principal para mantener la huelga fue porque estos demandaron que se suspendiera de manera indefinida la evaluación de docentes. Razón por la cual se extendió la huelga ya que el Ministerio de Educación consideró que la meritocracia dentro de la carrera magisterial no era negociable. La huelga que se inició desde el 15 de junio se prolongaría así hasta el 2 de septiembre de 2017, en donde Pedro Castillo tuvo responsabilidad directa porque incluso llegó a organizar un sindicato paralelo al SUTEP conocido como el SUTE Regional, con las organizaciones de base del interior del país porque decía que no se sentían representados. Finalmente se llegó a un acuerdo con los huelguistas y Castillo puso fin a la huelga, pero que finalmente le costó el puesto a la ministra Martens. 

Castillo por medio de las redes de sindicatos de profesores en provincias promovió su candidatura presidencial con el partido Perú Libre. Partido político de izquierda de la vertiente marxista leninista, en donde muchos de sus miembros y dirigentes no han deslindado en demostrar simpatías abiertas por la organización terrorista Sendero Luminoso (SL) y se han negado a condenar su pasado violento que costó miles de vidas de ciudadanos peruanos, principalmente en las zonas rurales donde se llevaron a cabo las matanzas más brutales entre la población campesina. No solo eso, sino que su fundador y líder Vladimir Cerrón, es un hombre que se mostrado abierta simpatía por los regímenes de Cuba y Venezuela.

Vladimir Cerrón, neurocirujano de profesión, ha sido visto como el verdadero poder tras la sombra. Fundador del partido Perú Libre, una organización que se declara abiertamente de orientación marxista leninista y que en su plan de gobierno esboza abiertamente posturas socialistas de corte radical. Que van desde los viejos postulados de nacionalizar los recursos naturales a otras posturas de tipo social como despenalizar el aborto y eliminar la educación religiosa en los colegios públicos e incluso romper el Concordato firmado con la Santa Sede y el Perú en 1980. Sin olvidar la más cuestionable de todas a nivel político como lo es una reforma Constitucional para cambiar la establecida en 1993 por Alberto Fujimori todo con la idea de convertir al Estado en un agente activo de la economía nacional, pero para lograrlo es necesario cambiar la Carta Magna. 

Pero no solo esto es lo preocupante. Sino que el mismo Vladimir Cerrón no ha podido participar directamente en las elecciones debido a impedimentos legales que lo vinculan con actos de corrupción cuando ocupó el cargo como Gobernador Regional de Junín como falsificación de documentos en favor de empresas contratadas para el mejoramiento del Hospital Daniel Alcides Carrión y por el pago de valorizaciones indebidas de las obras de saneamiento del sistema de alcantarillado y agua potable de la ciudad de La Oroya. Por este último caso, en agosto de 2019 fue hallado culpable junto con el alcalde de Huancayo y su contador público, por la Corte Superior de Justicia de Junín por lo que terminó siendo suspendido en sus funciones. Se ordenó su captura por la Policía Nacional, para ser llevado a prisión y cumplir con el pago de una reparación civil por el monto de 850 mil soles y una condena de 4 años y 8 meses. Sin embargo, apeló esta sentencia pasando de prisión efectiva a suspendida. Logró reducir su pena y presentó un Habeas Corpus que fue reconocido a su favor.

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Pero regresando a Pedro Castillo, el famoso “profesor” tendría vínculos mucho más estrechos que con Perú Libre con otras organizaciones como en CONARE (Comité Nacional de Reorientación y Reconstrucción del Sutep), una facción que es muy afín al MOVADEF (Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales) que no es otra cosa que el brazo político utilizado por la organización terrorista Sendero Luminoso, quien tiene muchas conexiones como muchos grupos y movimientos sociales. MOVADEF que entre sus principales demandas está la liberación de Abimael Guzmán de la según ellos injusta prisión que padece y que la violencia desatada en el Perú en los años 80 del siglo XX pasado, estaba completamente justificada.  

Pero regresando al final de la primera vuelta electoral, quedaron como opciones a elegir entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo. Con ello se repetía la ya clásica dicotomía de escoger entre derecha e izquierda en sus dos vertientes más extremas. La izquierda radical y la derecha populista ambas con candidatos más que cuestionables. Keiko Fujimori quien fue procesada y llevada a prisión bajo acusaciones de lavado de activos durante su campaña política en el 2016. Pedro Castillo por otro lado ha sido un profesor que dejó de dictar clases por 5 meses por dirigir la huelga de maestros en el 2017 y que tiene entre su entorno a gente relacionada con el MOVADEF. Estos eran los dos candidatos que llegaron a la segunda vuelta electoral y que polarizaron a la población peruano como no había ocurrido en décadas. 

Cuando se reinició la campaña por la presidencia entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo. Los otros dos candidatos que quedaron a puertas de llegar a la segunda vuelta Rafael López Aliaga y Hernando de Soto al principio estaban dispuestos a tomar partido por Pedro Castillo e incluso asesorarlo, pero este se negó a firmar cualquier hoja de ruta que rompiera con los postulados originales de Perú Libre. Quienes no tuvieron luego reparo alguno en tomar posición y alianza política con Castillo fue la agrupación política Juntos por el Perú de Verónika Mendoza, quien decidió guardar en la carpeta su agenda inclusiva, feminista y pro derechos LGTBI ya que el partido de Vladimir Cerrón siempre ha tenido una postura socialista conservadora opuesta a la ideología de género, que es más una postura de la “izquierda caviar”. 

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La lucha por la presidencia llevó incluso a tener uno de los primeros debates entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo en Cajamarca. Nada menos que en su pueblo natal en Chota, para semanas después llevar a otro que fue organizado por la ONPE. Pero los debates no fueron tan determinantes como la actuación de la misma prensa peruana quien ya estaba tomando partido por uno u otro candidato. Los medios conservadores ante la amenaza de un gobierno socialista radical del corte de Venezuela y Cuba dejaron de lado su pasada renuencia contra Keiko Fujimori dándole espacio en sus medios, incluso el escritor peruano y nobel de Literatura Mario Vargas Llosa quien se había opuesto a sus candidaturas pasadas, llegó a enterrar el hacha de guerra para darle el voto a ella, porque Pedro Castillo representaba sin duda alguna al comunismo. Mientras que otros medios y algunos periodistas conocidos de ideas de izquierda y progresistas al principio mostraron neutralidad, para luego pasar a dar muestras de apoyo para votar por Pedro Castillo y que era más una campaña de miedo en su contra las acusaciones de ser candidato comunista o de la izquierda chavista. Pasando por alto declaraciones y denuncias contra Pedro Castillo, pero particularmente contra Vladimir Cerrón de sus nexos con miembros relaciones al MOVADEF, gente relacionado con la organización guerrillero MRTA (Movimiento Revolucionario Tupac Amaru), junto con otras organizaciones de izquierda radical. Tampoco le dio resquemor alguno la misma declaración de Pedro Castillo de otorgarle el indulto presidencial, al ex militar subversivo Antauro Humala quien protagonizó el 1° de enero de 2005 un levantamiento armado con su fuerza paramilitar los llamados reservistas, provenientes de su movimiento nacionalista el etnocacerismo,  al tomar una comisaria en la ciudad de Andahuaylas en el distrito de Apurimac, con el objetivo de provocar un levantamiento popular y forzar la renuncia del entonces presidente Alejandro Toledo, en donde murieron en el enfrentamiento 4 policías y 2 reservistas. Todas estas advertencias fueron pasadas por alto por la prensa de izquierda, quienes sentían más antipatías personales hacia el fujimorismo que hacia el peligro comunista de la gente que formaba parte del entorno de Pedro Castillo y del mismo partido Perú Libre, en particular con Vladimir Cerrón, quien daba advertencias de que los que formaran parte de su gobierno tenían que alinearse a las directivas del partido.

Ante esta profunda crisis política que dejaban los dos candidatos firmaron el 17 de mayo una proclama ciudadana en donde se comprometían a respetar el orden democrático, los derechos humanos y el no prolongar su gobierno por más de un mandato de 5 años, así como respetar la institucionalidad del Estado, de la Policía y las Fuerzas Armadas junto con la libertad de prensa. Teniendo como presentador de esta firma al cardenal Pedro Barreto. Y todo hubiera sido un acto aceptable si no fuera porque Pedro Castillo entre sus palabras tras la firma del documento declaró «La sangre derramada de un pueblo, jamás será olvidada» frase muy usada en el discurso de los militantes de Sendero Luminoso, en los 80’s pero que increíblemente la prensa peruana prefirió pasar por alto. 

Finalmente, el 6 de junio se dio la segunda vuelta electoral en donde a pesar del peligro que era para la gente de la tercera edad a causa de la pandemia del Covid 19 ellos fueron a votar masivamente, muchos por miedo a la implantación de un gobierno de izquierda que con sus discursos e ideas coqueteaba con Sendero Luminoso, cono faltaron los escándalos de alteración de votos en las ánforas electorales por parte de personeros de Perú Libre o acusaciones de alteración de actas entre otras denuncias. Al final de la jornada electoral, las primeras proyecciones daban una ligera ventaja a Keiko Fujimori, a lo que los partidarios de Castillo respondieran con amenazas de no acatar los resultados y gritos de fraude, que cambiaron cuando los conteos de votos comenzaron a favorecer a Castillo, pero el conteo fue lento y no sin cuestionamientos porque en varias poblaciones y comunidades de las provincias de la Sierra y la Selva del Perú, las actas daban el 100% de los votos a favor de Castillo y en muchas de ellas no había personeros de Fuerza Popular que pudieran constatar los votos e impugnar esas actas. Por el contrario, en el JNE los personeros de Castillo lograron impugnar muchos votos en favor de Keiko Fujimori, y mientras se daba el conteo a cuenta gotas la votación terminaba favoreciendo a Pedro Castillo, a tal punto que ni los votos de los cerca de 1 millón y medio de peruanos residentes en el extranjero, que eran la última esperanza de Keiko para revertir la votación a su favor debido a que un alto porcentaje de ellos a causa de la pandemia de Covid 19 no fueron a votar.  

De hecho, ante las perspectivas que daban el conteo de los votos, provocó el miendo en muchas personas ante la situación de la posible llegada de un comunista emboscado al poder, que hizo que muchas personas por medio de las redes sociales, pidieran abiertamente intervenir a las Fuerzas Armadas como en el pasado, para que desconocieran los resultados electorales y que dieran un paso adelante en clara alusión a llevar a cabo un Golpe de Estado. El peligro de un quiebre institucional democrático estuvo en el ambiente por varios días. Tampoco ayudó la declaración pública de ex militares peruanos que no veían con buenos ojos los resultados electorales con alusiones a un posible Golpe de Estada y que ellos recibieran una condena pública por parte del todavía presidente Sagasti rechazando tal declaración y amenazando con llevar a la fiscalía a los firmantes de ella, fue un quiebre y una muestra más de las pocas simpatías que sentía hacia las Fuerzas Armadas por parte del entonces mandatario.  

Ante los reclamos de Fuerza Popular de revisión de actas y denuncias de que hubo fraude en su contra por varios días el JNE se demoró en declarar al ganador de la segunda vuelta electoral, los fujimoristas incluso recibieron asesoría de una importante firma de abogados y hasta una comisión de ellos junto algunos miembros de otros partidos, viajó a inicios de julio a los EE.UU. para la sede de la OEA (Organización de Estados Americanos) para denunciar el fraude electoral y con la esperanza de obtener una auditoria extranjera para un nuevo conteo de votos. Pero no fueron recibidos por nadie. No solo eso al cambiar la administración del mismo gobierno de los EE.UU. con la salida del republicano de Donald Trump y la entrada del demócrata Joe Biden la situación se volvió menos favorable ya que esta se negó a desconocer los resultados de las elecciones peruanas o que hubo fraude, sino que incluso declaró que Perú era un “modelo de democracia en la región”. Sin duda una mejor suerte hubiera tenido aquella comisión de haberse mantenido en el poder Donald Trump, quien siempre se mostró hostil ante los gobiernos izquierdistas de la región, en particular hacia Cuba y Venezuela. El 20 de julio, el JNE proclamó a Pedro Castillo como ganador de la segunda vuelta electoral, Keiko Fujimori reconoció a Castillo pero que su bancada y las demás se mantendrían vigilantes. 

Finalmente, el 28 de julio cumpliéndose los 200 años de la independencia del Perú, Pedro Castillo juramentaba como presidente del Perú, teniendo entre los invitados extranjeros a presidentes de otros países de la región o políticos entre ellos a Evo Morales y al propio Rey de España, Don Felipe VI de Borbón. En su discurso inaugural como presidente del Perú, aparte de tratar de disipar los miedos acerca de iniciar expropiaciones o intentar estatizar la economía, volvió a los viejos tópicos de la leyenda negra y la propaganda indigenista, de que el Perú era la gran utopía antes de las llegada de los españoles con frases tales como «Llegaron los hombres de Castilla, que con la ayuda de múltiples ‘felipillos’ y aprovechando un momento de caos y desunión, lograron conquistar al estado que hasta este momento dominaba gran parte de los Andes centrales», incluso habló de romper con los símbolos coloniales como negarse a gobernar desde la Casa de Pizarron (Palacio de Gobierno) e intentar convertirlo en museo, todo esto en frente del rey Felipe VI. Demostrando una visión del mundo andino totalmente maniquea y victimista. Demostrando su nulo conocimiento como “profesor” de la historia del antiguo Perú y de su etapa virreinal sin olvidar que por ley está obligado a cumplir sus funciones presidenciales desde Palacio de Gobierno. A tal punto fue la ofensa contra la Monarquía Española y el legado hispano en el Perú que un congresista peruano de Fuerza Popular, mandó un oficio expresando disculpas por las “desafortunadas” palabras expresadas por el presidente Castillo. 

Pero por si esto no fuera suficiente, los que tanto trataron desde la prensa liberal y de izquierda de maquillar y minimizar lo radical de las propuestas de Pedro Castillo y de la ideología de Perú Libre se dieron con el tremendo chasco de sus vidas, porque el mismo 29 de julio Pedro Castillo volvía a juramentar en las Pampas de la Quinua en Ayacucho, en donde se llevó a cabo la batalla selló la independencia peruana en 1824. Juramentó su también su Premier, que resultó ser Guido Bellido Ugarte, hombre de las canteras de la izquierda más radical quien no solo saludó con el puño en alto su juramentación, sino que años atrás se había negado durante una entrevista en un canal regional del Cuzco a condenar los actos terroristas de Sendero Luminoso e incluso en calificarlos como tales, llegando incluso a justificar su violencia armada. Escandaloso porque tiene un proceso de investigación por apología al terrorismo. Sin olvidar mencionar que es hombre de Vladimir Cerrón.  

La llegada de Castillo a la presidencia, se puede explicar desde distintas variantes ya sean sociales y políticas. Sin duda la división del voto de la derecha entre varios candidatos contribuyó a ello. En primera vuelta tan solo había sacado un 15.72 % de los votos a nivel nacional. Que en segunda vuelta se llevara el triunfo se debió a distintos factores, entre ellos el más destacada el furibundo antifujimorismo de buena parte de la sociedad peruana y de los principales medios de comunicación que en el pasado fueron sometidos por el régimen de su padre. También por el boicot sistemático al que había sometido al Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski hasta forzarlo a renunciar a la presidencia lo cual provocó mucha inestabilidad política y económica al país, sin olvidar que mantuvo la misma hostilidad contra su sucesor Vizcarra. La organización en provincias por medio de los sindicatos de maestros y las organizaciones sociales también favorecieron el triunfo de Castillo, quien manejando la imagen del maestro humilde y provinciano que se enfrenta a las élites del poder económico y político de Lima jugaron a su favor. Otro factor que lo favoreció es que fue subestimado tanto por la CONFIEP quien solo pensaba en restarle votos a Verónika Mendoza desde su óptica mercantilista, así como por la propia prensa peruana que habían pasado por alto su pasado como dirigente sindical, así como sus nexos con grupos de extrema izquierda y con el mismo Movadef. Castillo ha llegado al poder por un cúmulo de circunstancias diversas que lo han terminado favoreciendo. Pero lo que ha quedado claro, es que no es el poder central dentro de su partido, sino que el verdadero poder y quien manda en las decisiones de Gobierno sin duda alguna es Vladimir Cerrón. La situación del Perú es sumamente delicada, los izquierdistas están exultantes de poder y listos para repartirse los puestos y cargos sin olvidar a todos los que se prestaron al juego para que entraran por ingenuidad, necedad o falta de visión, todos ellos terminaron siendo de los primeros de los cuales siempre se han deshecho los comunistas en su camino al poder los compañeros de viaje y los tontos útiles. Mientras que los arribistas y oportunistas sin bandera de toda la vida que campean en las Instituciones del Estado y hasta en los campos académicos no han tenido reparo alguno en convertirse en los colaboracionistas de turno. 

La situación del Perú tras la segunda vuelta no es nada halagüeña. Por el contrario, ha mostrado las serias falencias que tenemos a nivel social e institucional como lo es: la práctica inexistencia de partidos políticos, la desconexión entre la clase política y los grupos sociales, la amenaza populista, así como la actitud mercenaria de los medios de comunicación y de varios periodistas quienes viendo las intenciones de grupos políticos definidos no dieron la advertencia a tiempo y juzgaron la situación según sus intereses particulares. Los grupos de poder económico pensaron en un momento que a Castillo lo podrían manipular como sucedió con el caso de Ollanta Humala y hacerlo seguir su hoja de ruta, pero en este caso tanto Castillo como Cerrón no tienen intenciones de ceder sus cuotas de poder con nadie y están decididos a tampoco dejar el poder. La experiencia reciente en esta parte del Continente americano demuestra que los movimientos políticos de izquierda inspirados en el socialismo de viejo cuño, no sueltan el poder fácilmente y se aferran a él con uñas y dientes, preocupa más la situación del Perú cuando los que ahora detentan el poder tienen como modelos a elogiar e imitar a los regímenes de Cuba y Venezuela. Perú está ante la disyuntiva de caer en las garras del comunismo de la vieja escuela o que la sociedad civil haga resistencia en las calles como ya lo ha comenzado a hacer y que en caso de que se deteriore más la situación económica y social del país, se vea obligado a tomar otros derroteros que no lo hagan caer en el abismo en que ya han sucumbido otros países de la región y todavía están lejos de salir. Dios salve al Perú y a los peruanos de sí mismos. 

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Bachiller de Historia egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos del Perú.

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