Por Ramiro Grau Morancho.

Los socialistas, en general, son pobres, que quieren ser ricos, pero eso sí, sin sacrificarse, ni asumir riesgos.

Un empresario puede hacer una fortuna, jugándose su patrimonio, creando riqueza, puestos de trabajo, y pagando impuestos.

Muchos impuestos, cada vez más.

Los “socialistos”, en cambio, están agazapados, esperando la ocasión de enchufarse en algún sitio, siempre en pesebres públicos.

O meterse en la política, que han convertido en un “trabajo” para parados, vividores, fracasados en los estudios, y personal sin oficio ni beneficio, en general. (Salvo honrosas excepciones, pero, eso sí, excepciones).

Y haciendo “negocios”, en sus casos consistentes en cobrar mordidas o comisiones por adjudicar contratos de prestaciones, bienes o servicios.

Cuando ocupan un puesto importante, en el que pueden tomar decisiones, se dedican a enchufar a sus familiares, correligionarios y amigos.

En ese sentido, podríamos decir que los socialistas son familiares, muy familiares.

También son religiosos, pues su partido, partida o piara funciona como una auténtica secta, donde el líder es su “Dios”.

Caso de Pedro Castillo Sánchez, en la España actual, pronto ex España.

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Y, como decía Alfonso Guerra, el que se mueve, no sale en la foto.

También decía que Montesquieu ya había muerto, y en ese sentido, Pedro Sánchez está haciendo el funeral correspondiente, aunque con algo de retraso, eso sí.

Los “socialistos” son iguales en todas partes, y la corrupción en el Parlamento Europeo, con la Vicepresidenta socialista en prisión por corrupción, acredita la existencia de una tupida red “Europutas de alquiler”, es decir, diputados que se venden al menor postor, emulando a los meretrices de toda la vida.

Es triste decirlo, pero según la policía belga, se calcula que un diez por ciento de los eurodiputados son corruptos, y están al servicio de potencias terceras, muchas de ellas dictaduras, grandes empresas multinacionales, agentes lobistas, que actúan al servicio de grupos de presión  que ocultan su rostro, etc.

Teniendo en cuenta que la UE tiene actualmente 705 eurodiputados, podemos pensar que unos setenta son totalmente corruptos…

Pero, mucho me temo que esa cifra es solo la punta del iceberg, que como bien sabemos, solo es visible en el diez por ciento de su volumen.

En otras palabras, que una gran parte de los diputados “trabajan” no al servicio del interés general de los ciudadanos de la Unión Europea, sino para terceros, que solo buscan sus propios intereses, bastardos y espurios, en la práctica totalidad de los casos.

Y si a ello unimos que cobran grandes sueldos –alrededor de 15.000 euros mensuales, entre unas cosas y otras-, disfrutan de grandes y cómodos despachos, que muchos han reconvertido en su residencia durante los días de trabajo, para ahorrarse pagar hoteles, todos los gastos de desplazamiento, en categoría superior, pagados por la UE, etc., evidencia que muchos –no todos, espero- son unos hideputas de mucho cuidado.

Visto lo visto, ¿realmente vale la pena seguir siendo miembros de una organización mafiosa y masónica, que solo persigue intereses ajenos al interés general, defendiendo el aborto, la eutanasia, etc…?

Pienso que no, y a los hechos me remito.

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Ramiro Grau Morancho, Académico, jurista y escritor – https://www.graueditores.com

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