El feminismo es un movimiento de transformación de las relaciones de poder entre varones y mujeres; para ello realiza una crítica en términos feministas de la sociedad que entra en conflicto directo con esta visión androcéntrica a la que debe atacar, según este movimiento, para conseguir sus objetivos.
Existen varias modalidades de feminismo, entre otras: el feminismo cultural, el feminismo liberal, el feminismo radical, el ecofeminismo, el anarcofeminismo, el feminismo de la diferencia, el feminismo de la igualdad, el feminismo marxista, el feminismo separatista, el feminismo filosófico, el feminismo lésbico y el transfeminismo.
Bien, pues en San Sebastián han programado unas jornadas, “El reverso de la paz”, en las que pretenden abordar la relación de la violencia y la paz desde una perspectiva feminista. La premisa de la que parten las jornadas es que las formas de la paz en la Europa del siglo XXI “se sostienen sobre determinadas estructuras que paradójicamente están directamente ligadas con la violencia”. “Estamos acostumbrados a una sociedad en la que vivimos en paz, pero en la que nosotras vivimos violentadas. Más allá de lo que llamamos normalidad del día a día, se ocultan formas de violencia, explotación o humillación”, ha destacado una de las convocantes.
Pero todo se reduce a pura palabrería. Ninguna de las mencionadas ramas del feminismo, las jornadas para la paz y tampoco la rama del feminismo que se llama feminismo islamista, han levantado voces en contra de la situación de la mujer en los países islámicos esos que algunos en España consideran como civilización superior. Veamos.
El sistema saudita establece que a las jóvenes y a las mujeres se les prohíbe viajar o someterse a ciertos procedimientos médicos si no cuentan con el permiso de sus tutores masculinos. Tras unas reformas recientes, se les permite desempeñar sólo un número limitado de trabajos.Sin el permiso escrito de un guardián masculino, a una iraní se le podría negar la obtención de un pasaporte o la posibilidad de viajar fuera del país; de momento tienen vedado conducir, aunque no hay ninguna ley formal que lo condene. El jeque Saleh al-Luhaidan asegura que “Si una mujer conduce un coche, no por pura necesidad, esto podría tener efectos fisiológicos negativos como demuestran los estudios médicos, ya que afecta a los ovarios y empuja la pelvis hacia arriba. Es por eso que nos encontramos con que la mayoría de las mujeres que conducen regularmente tienen niños con problemas clínicos de diversos grados”. Esto que les puede causar asombro, no es nada al lado de la ideica de un destacado religioso saudí, el jeque Mohammed Salé al Munajjid, quien ha condenado los muñecos de nieve por considerar que su construcción “fomenta la lujuria y el erotismo” y, por tanto, afirma con rotundidad: estos muñecos son “antiislámicos“. Estos señores parecen estar en posesión de una mente diabólicamente enferma, pero para las feministas españolas no son motivo suficiente para expresarse en contra de tan peregrinas ideas y a favor de las sufridas mujeres que las soportan.
Amnistía Internacional (AI) y la Asociación de Derechos Humanos (HRW) han publicado, por separado, varias imágenes por satélite que muestran la destrucción, al menos, de 3.700 estructuras, en su mayoría viviendas y pequeños comercios, provocada por los recientes ataques de la secta radical Boko Haram en las poblaciones nigerianas de Baga y Doro Gowon, en el noreste del país, en los que murieron centenares de personas, amenazando al mundo occidental con que esto no ha hecho más que empezar.
Uno de los botines que consiguen en sus razzias estos radicales es el secuestrar mujeres para su disfrute sexual, pero ni siquiera por estas actuaciones se han sentido motivadas para manifestarse machaconamente en contra de casos en los que la vida de la mujer está en juego.
Por ejemplo, ante la barbarie con que actúa Boko Haram en territorio nigeriano las decenas de asociaciones se han limitado a hacer declaraciones del estilo de “España considera el secuestro y venta de mujeres un atentado gravísimo a la libertad y seguridad de los ciudadanos y no un tema de segundo orden al que no se le presta atención”. Con esto, las defensoras de la igualdad y de los derechos de las mujeres en territorios fáciles como son los países occidentales, consideran que han cumplido su misión.
Tampoco han organizado acciones de protesta cuando Boko Haram, haciendo honor a su nombre en dialecto hausa: “la educación occidental está prohibida”, se niega a que las niñas reciban preparación alguna, ordenándolas que vuelvan a sus casas, se casen y se olviden de la idea de aprender.
Ni una manifestación en contra por su parte ¿Dónde queda su feminismo que no lo utilizan para defender a estas débiles criaturas? ¿Y las Femen, han desaparecido, o más bien como este tema no tiene vinculación con la Iglesia no les atrae montar las acciones a que nos tiene acostumbrados? Aunque pensándolo bien, quizás la explicación resida en el “uniforme” que emplean, que, como es de todos conocido, resulta poco apropiado para estas alturas del año y teman resfriarse.
Sin piedad, sin escrúpulo alguno, los terroristas del mencionado grupo islamista, coloca a las niñas y mujeres que tiene secuestradas en primera línea de combate, durante sus enfrentamientos contra el Ejército de Nigeria. Así lo denuncia Human Rights Watch (HRW) en un informe publicado recientemente, tras recopilar testimonios de decenas de ex rehenes, que sacan a la luz sus secuelas físicas y psicológicas. En el informe, una joven de 19 años secuestrada durante tres meses por Boko Haram dijo que fue obligada a participar en los ataques de los islamistas: “Me pidieron que llevara las municiones y me tumbara en la hierba, mientras ellos luchaban. Venían a aprovisionarse durante el día, durante los combates”. Cuenta también que recibió la orden de degollar, con ayuda de un cuchillo, a uno de los miembros de una milicia privada que había sido capturado por la guerrilla.
Según colectivos de defensa de los derechos humanos, las menores secuestradas fueron obligadas a casarse con ellos, y, en otros casos, posteriormente vendidas a ciudadanos de países islámicos por 2.000 nairas cada una (menos de 10 euros).
Instituciones como la ONU, asociaciones de distinto tipo, (pero no la que agrupa a las distintas ramas del feminismo) y personalidades como el premio nobel de Literatura, el nigeriano Wole Soyinka han pedido la liberación de las niñas, una reivindicación a la que se han sumado campañas por internet y manifestaciones en las calles de varias ciudades del mundo.
Los testimonios que muestra el informe hablan de violaciones, matrimonios forzosos y demás quebrantamiento de los derechos humanos. De hecho, de los testimonios más horribles es el de una de las víctimas del estado de Borno, una de las zonas que más ha sufrido la ira de Boko Haram. Habla una niña de quince años, sus palabras son estremecedoras. Ella le suplicó a uno de los comandantes insurgentes diciéndole que era demasiado joven para casarse. Este le contestó señalando a su hermana pequeña de cinco años: “Ella se casó el año pasado y está esperando a la pubertad para la consumación de su matrimonio, ¿por qué tú vas a ser demasiado joven para casarte?”
La propia organización de derechos humanos ha entrevistado a muchas niñas y mujeres nigerianas que han sufrido los abusos de los sangrientos terroristas. Muchos de los casos de violaciones por parte de los comandantes de Boko Haram, dice la institución, se produjeron por parte de los soldados en los matrimonios forzosos, pero la organización asegura que no les han contado toda la verdad, que les faltan datos, porque en esta zona del norte de Nigeria hay un estigma en torno a las violaciones y los abusos sexuales. Silencio total, nadie quiere denunciarlo.
Ültimamente, la periodista Silvia Schnessel ha publicado un terrible artículo en el que describe la pérdida de derechos, el retroceso, la merma en su dignidad sufrida por las mujeres en esta parte del mundo dominada por los radicalistas islámicos. Denuncia Schnessel la existencia de un tráfico de esclavas, especialmente en los dos más grandes mercados: el de Raqqa en Siria, centro del estado islámico de ISIS, que en nada trae a nuestro recuerdo la que fue capital del Califato abasí entre 796 y 809 bajo el reinado del califa Harun al- Rashid, (aquel de “Las mil y una noches”), hombre instruido que estableció la legendaria biblioteca “Casa de la Sabiduría” en Bagdad.
El otro mercado importante en el tráfico de esclavas es el de Mosul en Iraq, ciudad en la que no queda nada, ni el espíritu, de la antigua, culta y refinada Nínive, que estuvo situada a poca distancia. Ahora aquí en Mosul se ejecuta a 13 jóvenes por ver a través de televisión un partido de fútbol que enfrentaba a las selecciones de Irak y Jordania. Los detenidos fueron trasladados a un estadio de la ciudad donde fueron ahorcados en presencia de una multitud. Las autoridades del califato lo justificaron recordando que el fútbol es considerado “haram” (ilícito).Desde la terraza de un edificio del centro de la ciudad lanzaron al vacío, ante la mirada de un nutrido público, a un hombre acusado de ser homosexual. El último de los crímenes difundidos es la lapidación de una mujer sepultada bajo las telas de un niqab (una prenda negra que cubre todo el cuerpo salvo los ojos) en un parque de la ciudad. No se conoce la acusación, tampoco les importa.
La existencia de estos dos mercados demuestra que es el propio estado islámico quien regula la venta de esclavas sexuales, mujeres yazidíes y cristianas que son vendidas en ellos después de haber sido llevadas en jaulas …, porque es él también quien establece las tarifas correspondientes.
Precios oficiales de las mujeres esclavas en el estado islámico
En este cartel, se dan a conocer las tarifas:
· Chicas de 1 a 9 años: 200.000 dinares (138 euros)
· Chicas de 10 a 20 años: 150.000 dinares (104 euros)
· Mujeres de 20 a 30 años: 100 000 dinares (69 euros)
· Mujeres de 30 a 40 años: 75 000 dinares (52 euros)
· Mujeres de 40 a 50 años: 50 000 dinares (35 euros)
A la entrada de los mismos un cartel fija el precio básico de la mujer en función de su supuesta virginidad y su edad.
Los precios oficiales establecidos son bastante moderados en comparación con el de animales que consideran básicos y que se venden allí, como son cabras y camellos. Se paga aproximadamente 10 € por una cabra, 200-300 € por un camello; es decir, por una criatura de 1 a 9 años, que son las que alcanzan el valor más alto, no igualan el coste de un camello. Las mujeres mayores de 50 años de edad no se comercializan, por no considerarlas aptas para el uso que a los compradores interesa darles, como es la procreación. Además, su precio no justificaría sus gastos de alimentación y transporte desde el lugar de la captura hasta el mercado, por ello, casi todas las secuestradas en este nivel de edad fueron sacrificadas, solo unas pocas que se convirtieron al Islam, lograron salvarse.
El documento también especifica que es ilegal comprar más de tres mujeres, a excepción de que el comprador sea extranjero, como los turcos, los sirios o los árabes del Golfo y añade a las tarifas en el tablón un preocupante análisis de mercado: “El mercado de mujeres y los botines de guerra han sufrido una fuerte caída que podría afectar negativamente a los ingresos del grupo Estado Islámico y la financiación de los muyahidines” y ,en un documento de fecha 16 de octubre tomado de un sitio web árabe por la CNN, la Organización Estado Islámico, hace una peligrosa sugerencia al recordar la ley: “Debéis recordar que esclavizar a las familias de los infieles y casarse con sus esposas es algo firmemente establecido en la ley islámica”.
Esta noticia llega poco después del lanzamiento de un vídeo que muestra a varios combatientes del Estado Islámico hablando, jocosamente, de la compra de mujeres yazidíes. “Hoy es día de distribución, es la voluntad de Dios”, lanza uno mientras la persona que filma recorre la sala preguntando quién quiere una mujer yazidí y si los interesados serán “capaces de manejarla”. Los hombres se divierten detallando su manera de elegir: la calidad de sus dientes, el color de los ojos, las nalgas y el pecho firmes … Los interesados luego negocian el precio con el vendedor.
¿Estamos en el siglo XXI? Parecería que estuviéramos en una feria de ganado o en un mercado persa en plena Edad Media y, mientras, las feministas españolas solo manifiestan preocupación por los piropos que, según ellas no se pueden consentir porque dicen que es tratar a la mujer como objeto ¿Y esto, no es más ofensivo? ¿Por qué este silencio, especialmente llamativo por parte de las feministas, que permite a los árabes mantener estos mercados ofensivos y denigrantes? ¿no se sienten dolidas?
Pero entonces, ¿Cuál es el papel de las feministas si no se preocupan de casos tan dolorosos? Ellas dicen reivindicar la solución de los problemas atacando directamente la raíz, a las personas o instituciones que encarnan esas amenazas para nuestra libertad. Creen que a base de protestar y presionar romperán el tejido del sistema para así ir construyendo cosas nuevas hasta conseguir crear una democracia sólida e igualitaria.
Sin embargo, lo más lejos que han llegado en la defensa por los derechos humanos de las mujeres sometidas al mundo árabe es una protesta encabezada por Femen en Túnez a favor de Amina Sboui, una militante tunecina de este movimiento detenida cuando se manifestó sola, sin quitarse la ropa, contra el grupo salafista yihadista Ansar Asharia. Las chicas de Femen fueron acusadas en Túnez por “ultraje público a la moral” y “ataque a las buenas costumbres o a la moral pública” por manifestarse desnudas en la primera acción con el torso desnudo de este movimiento feminista en el mundo árabe. Ahí quedó todo. Sólo buscan la foto y no atacar con seriedad el fondo del problema, porque, en definitiva, el feminismo solo defiende a las mujeres que piensan y actúan como ellas.