El 12 de marzo de 2015 la portada de la revista italiana Panorama anunciaba una entrevista a los diseñadores italianos Domenico Dolce y Stefano Gabanna. La entrevista giraba en torno a una temática muy concreta: la familia. ¿La razón? Su proyecto de moda más reciente lo han dedicado a las familias. En 2013 lanzaron la campaña #DGfamily para recoger un álbum fotográfico único una documentación extraordinaria que ya es objeto de estudio en la Universidad Católica de Milán.
Aunque tanto Domenico como Stefano son homosexuales (convivieron como pareja durante varias décadas) su visión de la familia es acorde a la naturaleza de las cosas. Y esta visión ha sido también su problema.
La primera pregunta del entrevistador es precisamente «¿Qué es la familia para Dolce&Gabbana?». Stefano responde primero y dice haberse dado cuenta que la familia no es una moda pasajera sino un sentido de pertenencia sobrenatural. Domenico contesta después y se sincera: «No hemos inventado nosotros la familia. La ha hecho un icono la Sagrada Familia, pero no hay religión, no hay estado social que aguante: tú naces y tienes un padre y una madre. O al menos debería ser así, por esto no me convencen aquellos que yo llamo hijos de la química, los niños sintéticos. Úteros de alquiler, elegidos de un catálogo. Y después vas a explicar a estos niños quién es la madre. Pero, ¿elegirías ser hijo de la química? Procrear debe ser un acto de amor, hoy tampoco los psiquiatras están dispuestos a afrontar los efectos de estas experimentaciones».
En otro momento de la entrevista les preguntan a Dolce y Gabanna si habrían querido ser padres. Domenico responde: «Soy gay, no puedo tener un hijo. Creo que no se puede tener todo de la vida, si no lo tengo quiere decir que no puede ser. Es también bello privarse de algo. La vida tiene su camino natural, hay cosas que no van modificadas. Y una de estas es la familia».
Han sido estas palabras las que han desatado la «ira gay». Una auténtica «gaystapo» liderada por Elton John quien desde su cuenta de Instagram lanzó una llamada al boicot a los estilistas italianos: «¿Cómo se permiten decir que mis maravillosos hijos “son sintéticos” […] Avergüéncense por haber apuntado con los dedos contra la fecundación in vitro, un milagro que ha consentido a legiones de personas que se aman, hetero y homosexuales, realizar el sueño de tener hijos. Vuestro pensamiento arcaico está fuera de tiempo: precisamente como vuestras creaciones de moda […] No vestiré nunca más nada de Dolce y Gabbana».
La fatua de sir Elton John encontró pronto eco en la prensa internacional: The Times, Stern, ABC o The Guardian sirvieron de altavoces de los desvaríos del cantante homosexual vivo más famoso del mundo. En el mundo de la moda y del espectáculo también hubo ecos de no poca monta: la tenista Martina Navratilova, «esposa» de Julia Lemigovaha, afirmó haber tirado la ropa que tenía de D&G. Ricky Martin, gay y quien tiene también unos gemelos concebidos por fecundación in vitro, también se sumó al boicot, haciéndolo público desde su cuenta de Twitter.
A inicios de enero de 2015 muchos de los artistas y deportistas que lanzan invectivas contra las opiniones de Domenico Dolce y Stefano Gabanna se desvivían en elogios a favor de la libertad de expresión a propósito del caso Charlie Hebdo. «Probar a aceptar ideas diversas de las tuyas es un buen ejercicio de democracia. E incluso es fácil!», decía en un tuit dirigido a Elton John el director de Panorama, Giorgio Mulé. Y también los estilistas italianos supieron reivindicar sus ideas, aunque no fuesen populares: «intolerancia a las opiniones diferentes”. “¿¿Yo te condeno porque no piensas como yo?? ¡¡¡Locura!!! ¡¡Es como si yo le boicoteara a él (Elton John) porque ha tenido dos hijos (con fecundación) in vitro!! ¡¡¡No soy un idiota!!! Tolerancia», escribía desde Instagram Stefano. Y al periódico Il Corriere della Sera afirmó: «[…] veo que hay, especialmente en Internet, algunos gays homófobos: aquellos que ofenden otros gays que expresan ideas diferentes». Y mostró despreocupación en perder un cliente gay pues seguramente ganaría a una mamá.
Así las cosas, parece que en el mundo gay, al menos en el de Elton John y su círculo de amistades, todos los gays son iguales pero uno son más iguales que otros. Algo que se traduce en algo tan patológico como exigir libertad para uno mismo y para los demás sólo en la medida en que coincidan conmigo