El gran plan del secretario de la ONU Ban Ki-moon para hacer frente a la crisis humanitaria mundial y alcanzar los nuevos objetivos de desarrollo de las Naciones Unidas recientemente aprobados incluye el aborto y los derechos LGBT.
El informe del Secretario General titulado: «Una humanidad: responsabilidad compartida» pide a los gobiernos que incluyan el aborto y los derechos LGBT en sus iniciativas para emprender las metas humanitarias de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, nuevo plan de la ONU de quince años y a gran escala que fue aprobado por la Asamblea General el año pasado.
El documento, que fue publicado a principios de febrero pasado como punto de partida para los debates entre los gobiernos durante el Foro Humanitario Mundial de Estambul en mayo, causará consternación entre los estados miembros de la ONU, porque el aborto y los derechos LGBT fueron rechazados expresamente en las intensas negociaciones de los objetivos, que tuvieron lugar el año pasado.
Ban Ki-moon, que actualmente transcurre su último año como Secretario General, abre el informe sin la habitual sumisión a la que están acostumbrados los integrantes de la ONU. En su lugar, señala la importancia personal de su proyecto para centralizar y coordinar las iniciativas humanitarias mundiales.
«Cuando era niño, crecí en la guerra. Tenía seis años cuando fui forzado a huir de mi hogar y de mi pueblo en Corea llevando solo lo que podía caber en mis brazos». Prosigue narrando cómo fue ayudado e inspirado por una «Naciones Unidas joven».
En el informe, junto a respuestas humanitarias sólidamente establecidas, insta a que se dé «prioridad» a «brindar a las mujeres y los adolescentes servicios integrales de salud sexual y reproductiva sin discriminación», frase que el personal de Ban Ki-moon y algunos estados miembros de la ONU interpretan como inclusiva del aborto.
También dice que los países tienen la obligación «básica» de prohibir la discriminación basada en la «identidad sexual», término que jamás fue incluido en resoluciones de la ONU. Sus estados miembros impidieron toda referencia a la orientación sexual y a la identidad de género durante las negociaciones de los objetivos el año pasado y rechazaron el lenguaje que pudiera ser interpretado de modo que incluyera los derechos LGBT.
El Secretario General ha estado al frente de la inclusión del aborto en las iniciativas humanitarias, y ha llegado al extremo de sostener que la provisión de dicha práctica es una obligación conforme al derecho humanitario y las leyes de la guerra. Al hacerlo, amplía el límite de lo que los estados miembros de la ONU consideran aceptable.
La salud reproductiva en los nuevos objetivos de la ONU hace referencia a un acuerdo histórico de las Naciones Unidas de 1994 sobre población y desarrollo que rechazó expresamente cualquier derecho al aborto bajo ninguna circunstancia y solo lo permite en la programación de la ONU donde es legal.
Es más, especialistas jurídicos han rechazado la afirmación de que el aborto es un derecho conforme al derecho humanitario, incluyendo el gobierno de Obama y la Comisión Europea.
El proceso de Estambul puede dar a Ban Ki-moon, que busca establecer su legado, una vía para obtener la aprobación tácita de su abordaje de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en un contexto en el que las naciones que se oponen al aborto y a los derechos LGBT estarán en desventaja.
Mientras que los nuevos objetivos de la ONU fueron negociados minuciosamente por los gobiernos durante tres años, la cumbre humanitaria mundial de mayo fue convocada por Ban Ki-moon y es controlada completamente por su personal, en particular la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, que elaboró el informe, y la Secretaría de la Cumbre Humanitaria Mundial.
No habrá negociaciones previas a la cumbre, ni tampoco un documento final acordado. En cambio, habrá un resumen del presidente y otro informe del Secretario General que serán enviados a la Asamblea General el próximo otoño boreal.