Algunos medios informativos han difundido un escrito titulado como estas líneas. Nada nuevo encontramos en el y sí una continuidad y coherencia con otros escritos anteriores del mismo autor, las cuales sirven para un mejor conocimiento de sus ideas. Esta valoración del conjunto al que pertenece este Mensaje de ahora es importante en estos momentos de la política española. Comenzaré a hacerla a pesar de la dificultad que tiene por las cautelas, deliberadas abstracciones y neologismos sutilísimos que tiene su estilo literario.
Empieza anunciando el nacimiento reciente de un nuevo hijo suyo, nuevo miembro de la Dinastía, y que toda su familia se compromete a dar impulso al Carlismo del siglo XXI. No da explicaciones acerca de sus supuestos derechos dinásticos, que, si los hubo, fueron perdidos por los errores de fondo y forma de sus antepasados y transmisores, y de él mismo.
Eludida rápida y sencillamente su legitimidad de origen, baja de tono para recordar los sucesos de la concentración de Montejurra el 9 de mayo de 1976. Aquellos sucesos fueron famosos, y no haré aquí su crónica verdadera, porque hay algo mucho más indiscutible. Es que don Carlos Javier dedica en este Mensaje un afectuoso y cumplido recuerdo a los del bando más o menos propiamente llamado vulgarmente «rojo», que fueron allá a perturbar. Que las cosas fueran de una u otra manera no nos interesa aquí. Lo que queda claro es que don Carlos Javier, con razón o sin ella, se alinea ante aquellos sucesos con los desconocidos, advenedizos y filomarxistas.
Si no hubiera, como hay, muchas razones suficientes para que don Carlos Javier y algunos de sus amigos abandonaran definitivamente su esperanza de acercarse a los auténticos carlistas, bastaría este «descuido» de su consideración hacia los rojos para arruinar nuevamente sus pretensiones.
Pensamientos, palabras e ideas políticas del Mensaje: Propiedad, Paz, Democracia, Libertades, Pluralismo, Legitimidad democrática, Pactos, Leyes que exigen mayorías, Principios fundamentalistas, Inmovilismos, Diálogos como formando consenso, etc, etc. Otro guiño a los rojos: «hemos de ser los primeros en defender con humanidad y misericordia a todas las víctimas extorsionadas de un doloroso exilio».
Una de las diferencias entre el empleo de esas palabras en el lenguaje progresista y revolucionario y su aparición menor en los documentos religioso-políticos carlistas, está en los datos concretos y en los limites de sus perímetros que don Carlos Javier omite con beneficio de la oscuridad y del contexto revolucionario.
Otra aclaración política suficiente se descubre confrontando los textos de este Mensaje, y de otros, con los términos taxativos del Real Decreto de 23-I-1936 del Rey Don Alfonso Carlos, estableciendo la Regencia, que dice así:
«Tanto el Regente en sus cometidos como las circunstancias y aceptación de Mi sucesor, deben sujetarse respetándoles intangibles a los fundamentos de la legitimidad española, a saber:
I.- La Religión católica, apostólica, romana con la unidad y consecuencias jurídicas con que fue amada y servida tradicionalmente en Nuestros Reinos.
II.- La constitución natural y orgánica de los Estados y cuerpos de la sociedad tradicional.
III.- La federación histórica de las distintas regiones y sus fueros y libertades, integrantes de la unidad de la Patria española.
IV.- La auténtica monarquía tradicional, legítima de origen y ejercicio.
V.- Los principios y espíritu y, en cuanto sea prácticamente posible, el mismo Estado de derecho y legislativo anterior al mal llamado Derecho Nuevo».
De estos fundamentos intangibles en la producción literaria de don Carlos Javier no hay ni rastro. Ya ha tenido tiempo de pronunciarse inequívocamente acerca de ellos. Pues, no.
¿Qué es el Carlismo? Para nosotros, es lo definido por el Rey Don Alfonso Carlos. ¡Cuántas discusiones dolorosas y estériles se hubieran evitado si algunos hubieran estudiado este documento! Para don Carlos Javier, su tía María Teresa «la princesa roja», es lo que ellos presentan como una mezcla rara, algo que lo que tiene más claro es su separación y distancia de los principios de la legitimidad citados. Separación en la letra y en la música.