El nuevo ministro de Educación de España D. Íñigo Méndez de Vigo y Montojo tiene tarea escolar para rato Una huelga de deberes escolares convocada para los fines de semana de noviembre le dará la bienvenida. La cuestión es si la causa merece una huelga nacional que desautoriza a los maestros o puede resolverse aplicando el sentido común y respetando la discrecionalidad de los profesores.
En junio pasado, The Economist dedicó su principal informe a analizar a fondo las razones del éxito en la educación, y todas apuntaban a lo mismo: la calidad de los maestros; una calidad que empieza por su formación, incluye su retribución y asume su autoridad. El maestro es el centro del sistema, o si no, el sistema tiende a la mediocridad, según afirman.
El tema de la educación de nuestros menores se está convirtiendo en un problema social sin que los actores implicados presten atención real a la gravedad del tema
No es el caso de España. Aquí, el tema de la educación de nuestros menores se está convirtiendo en un problema social sin que los actores implicados presten atención real a la gravedad del tema y sus consecuencias: el Ministerio ejerce las competencias de fijar los objetivos, aprueba las propuestas de los estados de gastos, determina la organización interna, nombra y separa a los titulares de los órganos directivos y de los Organismos públicos dependientes del mismo, evalúa la realización de los planes de actuación, ejerce el control de eficacia, mantiene las relaciones con las Comunidades Autónomas, convoca las Conferencias sectoriales y dirige la actuación de los titulares de los órganos superiores y directivos del Ministerio. Todo esto sin descender a la “arena” y ver los verdaderos problemas.
La visión de un “gran pacto por la Educación”, que parece que guiará al nuevo ministro del ramo, quizá tropiece con la realidad algo más prosaica de las pequeñas batallas educativas. Que si los deberes. Que si la reválida. Que si los baños, servicios o lavabos, transgénero. Que si la inmersión LGBTI. Demasiada tarea antes del “gran pacto educativo”. Todo el mundo sabe de educación menos los que, en teoría, deberían tener algo que decir: los maestros y las familias –cada una de las familias en su libertad de decisión,- y no las asociaciones de padres, que es algo distinto. Entre esas asociaciones destaca la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA) entidad social, no confesional, progresista e independiente, que trabaja por una escuela pública de calidad. Es la mayor confederación de APAS de todo el Estado, pues agrupa a cerca de 12.000 asociaciones de padres y madres de alumnos de la enseñanza no universitaria. Por ello, es el interlocutor principal de los padres y madres ante el Ministerio de Educación en sus negociaciones sobre las acciones y políticas a impulsar en el sistema educativo.
Mientras cerca del 80% de los padres de la escuela estatal eligen voluntariamente la asignatura de religión para sus hijos CEAPA pide la retirada de los símbolos religiosos en todos los centros educativos y que la religión salga del horario lectivo
Pero, ¿Alguien sabe para qué sirven las APAs? Si usted lleva a sus hijos a un colegio estatal, dice Marisa Pérez Toribio[1] en Religión en Libertad, “a usted le está representando en este momento un señor llamado Pedro Rascón Macias, al que no le importa en absoluto lo que usted piensa”. “En su mayoría, sirven para organizar las actividades extraescolares, preparar el chocolate de la fiesta de fin de curso, hacer bocadillos para ese mismo evento y cosas así… y, en muchos casos, son una correa de transmisión de la dirección del centro. Las APAs de cada colegio pertenecen a una estructura mayor, las federaciones de APAs que, a su vez, se integran en una confederación de asociaciones, y ahí, de repente, todo cambia. Esa pequeña estructura colegial que se dedica a hacer chocolate y organizar clases de inglés o ballet se transforma, convertido ya en confederación, en un poderoso órgano de influencia, con presencia incluso en el Consejo Escolar del Estado, a quien el propio Ministro de Educación considera interlocutor en las mesas de negociación. En algún caso es ideología en estado puro; una ideología que, por supuesto, no tiene por qué coincidir, y de hecho no coincide, con la forma de pensar de la inmensa mayoría de los padres a los que dice representar. No le importa en absoluto lo que usted piensa, pero le utiliza numéricamente para introducir en la escuela su particular visión de la educación… y de la realidad.
¿Saben los padres lo que defiende CEAPA? ¿Saben cómo les están utilizando?
*Mientras cerca del 80% de los padres de la escuela estatal eligen voluntariamente la asignatura de religión para sus hijos, la Federación que supuestamente les representa y les defiende, forma parte de la Plataforma por la Escuela Laica, junto con la Fundación CIVES, y «pide la retirada de los símbolos religiosos en todos los centros educativos y que la religión salga del horario lectivo» (nota de prensa del 24 de noviembre de 2008; a partir de entonces no han cejado en el tema).
*Da lo mismo que haya padres en la llamada escuela pública que se opongan a la imposición de Educación para la Ciudadanía. CEAPA utiliza la representatividad que tiene (gracias también a esos padres objetores) para reclamar más horas de EpC en unas Jornadas a las que invita a ponentes afines a esa ideología. El presidente de la CEAPA envió una carta a los magistrados del Tribunal Supremo pidiendo una sentencia contraria a los padres objetores.
*En virtud de esa libertad que demuestran, se atrevieron también a reclamar la retirada del concierto a un colegio religioso por mostrar a los alumnos un vídeo contrario al aborto por entender que «es muy grave la difusión de este tipo de adoctrinamiento, y en especial dentro de la asignatura de Educación para la Ciudadanía». Deben considerar intolerable que un colegio católico, − que los padres han elegido libremente porque desean que sus hijos sean educados según ese ideario, − transmita a los niños que el aborto es un crimen. «Adoctrinamiento» dicen que es. Coincide en la calificación con la idea de la Presidenta de la Comunidad de Madrid con respecto a otro colegio católico, en este caso por culpa de los grupos LGTBI, por ese motivo, no puede llamarse adoctrinamiento al hecho de difundir la ideología del lobby gay en las escuelas estatales que, recordemos, tienen obligación de neutralidad ideológica. Sin embargo, se ha firmado un convenio de colaboración entre CEAPA y la FELGTB, para «integrar la diversidad afectivo-sexual en el ámbito escolar». Se trata, como bien subrayan, del «primer convenio de colaboración entre la mayor organización de madres y padres del Estado, en la escuela pública, y la principal entidad que agrupa al colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales». Este convenio «supone la implicación de unos actores fundamentales en la lucha por una educación que integre la diversidad afectivo-sexual tanto en el ámbito escolar como en el familiar». Pero no es cierto. No se trata de enseñar a los menores que deben respetar “a los diferentes”, sino “convertir” a esos menores en LGTBI, siguiendo las directrices de aquellos que realmente marcan las pautas que han de asumir los humanos del mundo entero. Entre los «actores necesarios» para este proyecto están también los sindicatos CCOO, UGT y STEs. Más ideología en estado puro. El lobby gay y los sindicatos de izquierda apoyados y potenciados por miles y miles de padres utilizados, sin que ellos los sepan, por la CEAPA para introducir materiales que van a difundir una ideología concreta a niños a partir de 3 años.
La Ley Cifuentes “con la aparente disculpa de luchar contra la discriminación por orientación sexual aprovecha para: (1) imponer una determinada ideología, la ideología de género como una visión propia y única sobre la persona, la familia y la sexualidad, (2) convertir a los colegios en centros de adoctrinamiento de la ideología de género, (3) que los colectivos LGTBI dicten la ley y controlen su seguimiento e implantación (4) sancionar a todos aquellos que no la compartan, suponiendo esto un grave atentando contra la libertad. La Administración sigue haciendo malabarismos con la Enseñanza: quitaron una hora de Religión, luego retiraron la asignatura de Ética, antes otros la habían quitado de Ciudadanía y unos y otros la quitaban y ponían diciendo que la Escuela no puede educar en valores, que debe ser la familia, pero hemos visto que no es así, depende de la “peligrosidad” de conceptos que se quieran enseñar: ética, educación y respeto a los demás, valores morales, en definitiva, deben resultarles peligrosos y no pueden compararse con la bondad de la ideología de género que ellos defienden.
La Comunidad de Madrid ha presentado un “Acuerdo por la Transformación Educativa” que se compone de diez Ejes (Capítulos) y siete Anexos; en total 120 páginas que, como casi todos estos documentos no descienden a los problemas prácticos de la enseñanza:
* asignaturas que han visto reducidas drásticamente las horas de docencia: Filosofía (desarrollar en un niño la capacidad de pensar y deducir es peligroso porque puede llegar a rechazar “lo políticamente correcto”) Música y Dibujo porque ningún poder se interesa por formar espíritus sensibles, lo que conlleva otro problema: profesores con plaza por oposición se ven reasignados a impartir otras materias que no son de su cualificación para cumplir con sus horas lectivas, con el consiguiente perjuicio para el alumno.
*Debido a los ajustes económicos, estas asignaturas que no son consideradas importantes no se desdoblan, llegando a tener más de 30 niños en clase incluidos los que por sus especiales características (diagnosticados con un TDH, TEA, Altas Capacidades y otras minusvalías tanto físicas como psíquicas) deberían recibir la ayuda de una educación especial.
*No se estimula la colaboración de los padres en el seguimiento y vigilancia de los estudios de sus hijos. Los tutores se quejan de la falta de colaboración de los padres y la dificultad que encuentran para conseguir acordar una tutoría con ellos padres ante los inconvenientes que estos esgrimen para poder acudir; (excepto si les quitan el móvil a sus hijos, en cuyo caso, al cabo de una hora aparecen en el colegio para pedirlo).
Sin embargo, los padres no han estimado que por ninguno de los motivos expuestos sea necesario convocar una huelga; tampoco por el acoso escolar. ¿Será que, como escribe Marta Rivera de la Cruz en El Español, a los padres les motiva mucho más el holgazaneo? “Con monsergas como la famosa huelga de deberes, han convertido al profesor en una suerte de enemigo común: el malo de la película contra el que combaten el papá, la mamá y el nene que quiere haraganear durante el finde”. Y añade: “Cuando yo era niña, el docente se aliaba con los padres en beneficio del alumno: “que haga dictados, que lea un poco más, póngale unas divisiones, que flojea en cálculo”. El maestro encontraba en los padres un colaborador necesario en la buena marcha del chaval. Ahora se enfrenta a la incomprensión de los que le dicen aquello de “usted no entiende a mi hijo” o “con los impuestos que pago, ya podría hacerlo mejor”.” Vivimos en un país donde los profesores se ven obligados a militar en un equipo contrario al de padres y alumnos, que se coaligan para limitar su margen de maniobra. El mismo país en el que puedes sentarte ante un juez por dar un bofetón a tu hija adolescente, pero te la llevan borracha a casa dos veces y se supone que la culpa es del ayuntamiento. Qué mal lo estamos haciendo todos. Qué mal.”
Ese es el tema. Como la enseñanza viene siendo destrozada desde decenios atrás, los padres tampoco tienen sentido de la ética, ni de valores, ni de sentido común, sólo están imbuidos por el hedonismo que los progresistas les han inoculado en vena vendiéndoselo como situación moderna. Abandonan sus deberes y obligaciones para con sus hijos. Lo vemos en programas de televisión y hasta en el Parlamento donde algunos políticos cobran por insultar y hacer de la mala educación una gracia. Todo un ejemplo para que nuestros niños se conviertan en unos maleducados déspotas caprichosos a los que hay que darles cuanto pidan sin exigirles nada.
A este respecto de los problemas que acarrea una mala educación, sin ética ni valores, conviene reflexionar sobre unas declaraciones del reputado juez de Menores D. Emilio Calatayud [2]quien pone el dedo en la llaga de otro de los problemas de la enseñanza:
“Somos, – dice- el país más tonto y bruto de Europa. Y lo grave es que a los políticos les interesa que sea así para poder manejarlo mejor. No hay un pacto o una ley de Educación que dure una generación. Cada vez que ha aprobado una ley el PSOE cuando estaba en el Gobierno hemos ido a más tontos. Todos los años condeno a una media de 20 chavales a aprender a leer. La sentencia más dura para un menor que comete delitos es condenarle a sacarse el graduado en Educación Secundaria Obligatoria (ESO), a leer, que es de las que más aplico. Yo les digo: ‘Vas a estudiar, por lo civil o lo criminal, pero vas a estudiar’. ¿Cómo es posible que me encuentre con menores de 15 años en segundo de ESO y que cuando les mando leer un artículo me dicen que no saben leer? En la escuela les van pasando de curso. Somos los más brutos de Europa”.
¿Cómo es posible? se pregunta el señor juez. Fácilmente. En un momento dado las cabezas pensantes del Ministerio (da igual bajo qué siglas políticas estuviera) dijeron que para no estigmatizar a un niño, debía pasar de curso aunque tuviera cuatro asignaturas suspensas, de modo que el chaval que no había podido superar ocho, al curso siguiente tiene que aprobar doce ¿podrá el alumno con semejante mochila? Las Apa,s lo aprueban y los padres solo piensan en que el pobre niño está en un curso “más arriba”. Si la enseñanza es obligatoria, el Estado tiene la obligación de preocuparse de que casos como el que denuncia el señor Calatayud no se produjeran.
En otro momento de la entrevista a El Mundo, señala directamente la responsabilidad del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, por haber suprimido en 2007 la autoridad de los padres de poder corregir a los menores. En ese año se eliminó la siguiente frase del código civil: “los padres podrán corregir moderada y razonablemente a los hijos”. Lo que normalmente se conocía como “el rey de la casa”, hoy popularizado como “el síndrome del emperador”, tomó cuerpo en forma de ley. Transcurrido el tiempo, parece claro que el reconocimiento de los derechos infantiles ha producido el declive de la patria potestad. La sobreprotección del menor y la institucionalización de su educación han arrebatado a los padres la educación de sus hijos. Este juez busca que los menores lleguen a ser ciudadanos responsables y solidarios, que puedan desarrollar felizmente todas sus posibilidades y las de la sociedad en la que viven. También apunta a Mariano Rajoy por no haber puesto otra vez en vigor esa autoridad «aunque luego le pegue una colleja al niño en la tele«. Y continúa: “Confundir un cachete con un caso de malos tratos es una barbaridad. Esto nos ha llevado a que cada vez hay más menores que son los que agreden a los padres y no al revés. «Se empieza desobedeciendo a los padres y golpeando al maestro y se termina yendo a por el presidente del Gobierno».
“El problema del cachete es que hay que darlo en el momento justo con la intensidad adecuada. La sociedad ha cambiado. Me acuerdo cuando mi hijo era pequeño y tenía cuatro años lo llevaba al hospital con una brecha en la cabeza y lo atendían sin problema. Pero ahora los padres son sospechosos de haberlo empujado por la escalera. ¿Dónde ha quedado el sentido común? Socialmente existe una presunción de culpabilidad de los padres. No hay término medio”.
Y para ilustrar esa deriva que está tomando la educación de los hijos en España cuenta una anécdota personal: «Cuando yo tenía cuatro años y eran las dos de la tarde, mis padres: «Niño, cómete la sopa». Y el niño, que soy yo: «No me la como». Pescozón al canto y te comías la sopa. Si no te comías la sopa, te merendabas la sopa. Y si no te merendabas la sopa, te la cenabas. Así que a las diez de la noche la sopa estaba tomada…» Advierte a su vez de que darle a un niño todo lo que le pida, no regañarle nunca o ponerse de su parte frente a los profesores, es la mejor manera de criar a un delincuente. Por último, en contra de las teorías de los llamados progresistas, dice el juez de menores, señor Calatayud, que “es necesario violar la intimidad de nuestros hijos y vigilarles para poderles proteger”, al tiempo que es imprescindible recordar a los hijos que tienen obligaciones, y que son los padres quienes deben hacérselas ver, basándose en el artículo 155 del Código Civil que así lo recoge: “Los hijos deben obedecer a sus padres y respetarlos mientras convivan con ellos, al menos hasta los 18 años.
María de la Válgoma, doctora en Derecho y profesora titular de Derecho Civil en la Universidad Complutense de Madrid, incide en un debate en boga con su libro “Padres sin derechos, hijos sin deberes” en el que expone los límites de la disciplina en la educación y el papel educador de los padres y las consecuencias de la pérdida de autoridad de padres y profesores y de cómo lograr que nuestros menores se conviertan en ciudadanos responsables y solidarios. El problema actual, dice, es que a los padres se les exige mucho, ya que son los responsables de todo lo que hacen sus hijos, pero ahora no se les autoriza legalmente a corregirles y eso es un tremendo un error. El artículo se interpretó como que los padres no pueden decir a sus hijos lo que está mal, porque se entendió que eso podía suponer violencia física. Cuando el verbo corregir en su primera acepción, según el Diccionario dela Real Academia de la Lengua Española indica rectificar lo que está mal. ¿Dónde hay violencia en decir lo que está mal? Se pregunta la doctora de la Válgoma. “Poco a poco hemos ido cayendo en el otro extremo, en la permisividad y en el todo vale con tal de no disgustar al menor”. “Estamos creando niños con derechos, que además los exigen, pero a los que no les podemos exigir ninguna responsabilidad. Esto está provocando que los menores de hoy tengan una escasa o nula resistencia a la frustración, porque no admiten un No por respuesta y por ello cada vez son más intolerantes”.
Y en esa irresponsabilidad de los niños colaboran activamente aún de distinta manera, los padres. Últimamente incitándoles a perder el respeto a sus profesores y perjudicando su formación para el futuro olvidando que si los niños tienen el deber legal y moral de estudiar, los padres tienen el de vigilar que eso se cumpla, por cuyo incumplimiento la ley debe exigirles responsabilidad. Quizás si esos pobres padres que han perdido a su criatura de doce años, hubieran sabido decir NO a las anteriores salidas nocturnas de su hija, ésta no hubiera perecido en el bestial botellón último.
El exceso de modernidad democrática con la falta de ética que conlleva, perjudica que los menores se conciencien de sus deberes y responsabilidades.”
[1] Marisa Pérez Toribio, escritora en diversos medios, presidenta de Soria Educa en Libertad y portavoz de los padres objetores en Castilla y León a la enseñanza de Educación para la ideología (EpC) por considerarla materia de claro adoctrinamiento ideológico. Los recursos presentados obtuvieron 21 sentencias favorables a los padres quienes pudieron demostrar que la Junta de Castilla y León había patrocinado cursos de formación de profesores de EpC impartidos por autores marxistas.
[2] Emilio Juan Ildefonso Calatayud Pérez (Ciudad Real, 22 de diciembre de 1955) es un abogado, escritor y magistrado español, juez de menores de Granada, muy conocido por sus sentencias rehabilitadoras y ejemplares. Ejemplos de ellas pueden ser:
*Impartir 1000 horas de clases de informática a estudiantes un joven que había crackeado varias empresas granadinas provocando daños por 2000 €.
*100 horas de servicio a la comunidad patrullando junto a un policía local por haber conducido temerariamente y sin licencia.
*50 horas dibujando un cómic de 15 páginas, en el que cuenta la causa por la que le condenaban
*A un joven que circulaba borracho, visitar durante un día entero a parapléjicos, hablar con ellos y sus familias para elaborar más tarde una redacción.
*Trabajar con los bomberos por haber quemado papeleras.
*Trabajar en un centro de rehabilitación por haber acosado a una anciana.