El proyecto de ley presentado por el senador Jerry Hill, el 20 de febrero de 2019, tiene como objetivo modificar el código penal al exigir que “todo miembro del clero denuncie los hechos comprobados y las sospechas relacionadas con el abuso infantil, aun cuando estos hayan sido expresados durante la confesión”. Ir en contra de esta disposición constituiría, para el sacerdote, un crimen que podría llevarlo directamente a la cárcel.
Todo esto dista mucho de cuando, en 1813, como recuerda el diario USA Today en su edición del 29 de abril de 2019, el Tribunal Federal de Nueva York protegió en estos términos el secreto de confesión: “obligar a un sacerdote a romper el secreto de confesión es equivalente a declarar que no es posible ningún tipo de penitencia, lo que es igual a aniquilar una parte importante de la religión católica romana”.
Igualmente, en Francia, la Corte Suprema declaró en 1980 que “la relación privilegiada entre el sacerdote y el penitente se basa en la necesidad humana de poder revelar todo a un consejero espiritual”. Cabe añadir que, por haber sido divinamente instituido, el sacramento de la penitencia es inviolable…
El proyecto de ley 360 del senador Hill fue aprobado en la primera lectura con cinco votos a favor y dos abstenciones: todavía no se ha decidido nada, pero sin duda se trata de una nueva batalla que la Iglesia debe enfrentar. Una gran vergüenza para un país que ha hecho de la libertad religiosa uno de sus principales reclamos.