Por RAIMUNDO ARÉVALO
Después de haber sufrido una asonada de terrorismo urbano desde el 18 de octubre de 2019 se comenzaron a tranquilizar las calles en marzo de 2020 al llegar el coronavirus Chile, ya que en ese momento el gobierno, luego de un período de duda, comenzó a recomendar una cuarentena voluntaria.
Rápidamente se avanzó a un estado de emergencia y el control militar de las calles para evitar la circulación de la gente durante un toque de queda. Esto, obviamente, determinó el término de las manifestaciones y rápidamente también la finalización del terrorismo. Al menos en forma provisoria. Inicialmente se escucharon muchas críticas de sectores de la izquierda quienes consideraban que el presidente estaba empleando el coronavirus como un simple pretexto para terminar con su movimiento; incluso, el Colegio Médico controlado por el Partido Comunista llamó a una manifestación de las mujeres el día 8 de marzo.
La diferencia trascendental con respecto a las medidas tomadas ahora por el gobierno con aquellas tomadas durante la asonada terrorista fue que en este caso no salieron conscriptos a las calles, sino que militares profesionales. Aunque no salieron con autorización para disparar, su actitud severa y mucho más coordinada de los militares profesionales que los conscriptos, fue fundamental para controlar algunos intentos de saqueos o fogatas durante el primer período.
Por lo tanto, el efecto del coronavirus sobre la asonada terrorista fue una drástica caída de sus actividades con un alivio para la población en general y unas pequeñas vacaciones para el gobierno que nunca se vio dispuesto a tomar medidas de fuerza para controlarla. Realmente, la mayoría del tiempo existía en el país la impresión general que no existía un gobierno y lo único que impedía el desastre total y la caída absoluta del país era Carabineros de Chile y el segundo grado, la Policía de Investigaciones.
El manejo de la epidemia (no la llamaré pandemia, porque técnicamente no corresponde) fue bastante satisfactorio en comparación con otros países y últimamente el aumento en la casuística de enfermos y fallecidos se ha debido principalmente a un manejo estadístico. También ha habido comentarios en el extranjero con respecto a fallecidos POR o CON coronavirus; está claro que en el país la baja estadística inicial se aumentó artificialmente y se supone que fue por instrucción de la OMS. Por ejemplo, quien ha estado en contacto con una persona enferma de coronavirus se le considera como enfermo, sin necesidad de hacerse el PCR; también se consideran dentro de la estadística a los asintomáticos. Y entre los fallecidos, que la estadística más significativa en realidad, también se considera como causal de muerte el coronavirus en el caso que el fallecido tenga una muestra para análisis pendiente, sin haberse conocido el resultado del análisis.
Siguiendo con la forma hacer política que ha caracterizado al gobierno de Piñera, siguió accediendo a prácticamente todas las solicitudes de la izquierda exceptuándose en este caso aquellas que implicaban un claro desastre económico, como la solicitud de un extenso bono de una magnitud muy alta. O las peticiones para remover al Ministro de Salud. Sin embargo, en forma inconsecuente para un político y negociador de su experiencia, e incomprensible si no se supone algo oculto, formó un comité de apoyo constituido en gran parte por persona de izquierda que posteriormente se dedicaron a criticar la gestión del Ministerio, especialmente la presidente del colegio médico, una militante comunista.
La cuarentena ha sido extendida al último tiempo en una forma masiva en Santiago y otras ciudades, pero se ha estimado que solamente un 50% de la población aproximadamente la respeta. Está claro que existiendo un alto porcentaje de trabajos informales es imposible para la mayoría de los ciudadanos quedarse en casa.
La incógnita en este momento es lo que va ocurrir una vez que termine la cuarentena y lo más probable es que se vuelva a la violencia anterior que ha permitido a la extrema izquierda conseguir grandes réditos de parte de un generoso gobierno supuestamente de derecha. De la asonada terrorista consiguieron que se llamara a un plebiscito para votar por una Asamblea Constituyente que cambiará toda la estructura política del país e incluso sus símbolos máximos, todo estará bajo crítica y será posible modificarlo. Es cierto que debe ser aprobado mediante un plebiscito, pero conociendo la forma en que se han realizado las votaciones en España, Argentina y México, es altamente probable que se haga un fraude.
Y durante el tiempo de cuarentena se ha seguido con la política globaliza, introduciendo hace unos días una moción parlamentaria para entregar parte importante de la patria potestad al Estado.
Personalmente, soy pesimista porque prácticamente todas instituciones del Estado son controladas por el globalismo masónico en Chile, a lo que se agregan también las universidades y si sumamos el activismo político de izquierda también habría que incluir una gran parte del profesorado de los colegios y la jerarquía de la Iglesia Católica. Por lo tanto, para quienes disentimos de estas posiciones el espacio que tenemos para hacernos oír son casi exclusivamente las redes sociales.
La enseñanza que podemos sacar de todo esto, para recomendar a otros países especialmente, es que se debe suponer que este tipo de infiltración de las entidades públicas también se está llevando cabo en sus países y el interés es que se llegue a un nivel tan alto como el que tenemos aquí en Chile. Tengo claro que en otros países también existe este grado de infiltración a nivel político, pero me parece que tiene el mismo nivel que acá en las instituciones de la República y de la sociedad civil. Esta penetración debe ser resistida al máximo.
Lo segundo, es que analicen con mucho detalle la asonada terrorista que se llevó a cabo en Chile desde el 18 de octubre de 2009 y hasta el comienzo de la epidemia de coronavirus. A los chilenos que compartimos con ustedes el amor a Dios y la patria, y el afecto por la familia, nos ha llamado mucho la atención ver que lo que está ocurriendo ahora en Estados Unidos es prácticamente igual a lo que sucedió en Chile. Los ataques, bolsas de piedras en las calles, saqueos e incendios de negocios, oficinas públicas e iglesias, ataqué a monumentos y símbolos patrios, humillación de los transeúntes y falsas víctimas; reclamos de una nueva Constitución y de cambiar la institución de la policía.
Cuando vimos todo esto entendimos lo que quería decir la delegada de la ONU en nuestro país en julio del año pasado, quien creemos que nuestra verdadera gobernante, en el sentido que en Chile se llevaría a cabo un experimento. Creemos que este experimento fue la puesta a punto, la calibración de esta asonada terrorista urbana para la posterior exportación del modelo a otros países.
Afortunadamente, al menos en el caso Estados Unidos, la reacción del gobierno fue absolutamente diferente a lo ocurrida en Chile lo cual ha influido en su control. También se suma la decidida acción de civiles y el hecho que la Constitución de ese país les permite mantener armas de alto calibre para su protección.
Este es el aporte que podemos hacer a los buenos ciudadanos de otros países, los comentarios sobre nuestra lamentable experiencia. Y esperamos que la decidida organización y acción de resistencia de su parte les permita, Dios mediante, conservar a su país y su sociedad.
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