Por Stefano Gennarini, J.D.
(C-Fam) Como protesta contra las presiones occidentales sobre las costumbres sexuales, más de 120 países han declarado su rechazo contra la estrategia global impulsada por Estados Unidos para abordar el VIH/SIDA, en la cual se promueve la agenda homosexual/trans y la autonomía sexual de los niños.
Solo 61 de 194 países votaron a favor de la nueva estrategia de la Organización Mundial de la Salud para combatir el VIH/SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual, que fue respaldada por la administración Biden y otras delegaciones occidentales. Tales hechos tuvieron lugar en una agitada sesión nocturna celebrada el sábado, 28 de mayo, último día de la Asamblea Mundial de la Salud.
Treinta países se abstuvieron y noventa optaron por no emitir ningún voto debido al lenguaje “no consensuado” sobre la homosexualidad, la transexualidad, la educación sexual integral y la autonomía sexual de los niños. Entre ellos se encontraban la mayoría de los países del África subsahariana, donde el VIH/SIDA tiene su mayor prevalencia.
No obstante, la estrategia acabó siendo adoptada debido a la presión sufrida por gran número de países que necesitan la ayuda globalista para subsistir. Tales países han optado por no bloquear abiertamente la agenda, pese a oponerse a las políticas sexuales de Occidente.
La nueva estrategia mundial no incluye la abstinencia, la fidelidad y otras medidas similares como soluciones para evitar contagios. De hecho no las mencionan ni una sola vez. En su lugar, promueve un enfoque de reducción de daños. Esto implica el suministro de medicamentos y profilácticos costosos para permitir que las personas sexualmente promiscuas, los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres y otros que tienen comportamientos de alto riesgo sigan haciéndolo.
Tras su aprobación, los delegados de los países nórdicos, Canadá y el Reino Unido criticaron a sus colegas por no apoyar la estrategia. Adujeron que la estrategia era un “documento técnico” preparado por expertos y que los diplomáticos no debían oponerse.
Los delegados que votaron en contra o se abstuvieron insistieron en que solo aplicarían la estrategia globalista tras adaptarla a sus leyes nacionales, normas culturales y valores religiosos. Entre las delegaciones que hicieron declaraciones críticas se encuentran Nigeria, Egipto, Indonesia, Yibuti, Pakistán y Bangladesh.
Un funcionario del Departamento de Salud y Asuntos Humanos que representaba a Estados Unidos contrarrestó estas declaraciones con la promesa de seguir promoviendo agresivamente las cuestiones relacionadas con los homosexuales y los transexuales en la asistencia sanitaria mundial.
“No deberíamos tener que celebrar una votación sobre la existencia de comunidades enteras de personas”, dijo. “A los gays, lesbianas, bisexuales, queer, intersexuales, transexuales y personas no conformes con el género de todo el mundo, el gobierno de Estados Unidos os ve y seguirá apoyándoos. Seguid siendo fuertes”.
La votación es una bofetada para los diplomáticos y funcionarios sanitarios occidentales que administran cada año miles de millones de dólares en ayuda mundial. Este tipo de estrategias suelen adoptarse por unanimidad sin necesidad de votación. Ha puesto de manifiesto el escaso apoyo político del que gozan las costumbres sexuales liberales de Occidente en todo el mundo. También indica que los gobiernos, que antes estaban dispuestos a cerrar los ojos ante la promoción de la homosexualidad, las políticas de transexualidad y la autonomía sexual de los niños por parte del establishment mundial del VIH/SIDA, están ahora menos dispuestos a hacerlo.
La ayuda al VIH/SIDA es el punto número uno de la agenda sanitaria mundial, y ha crecido hasta superar los 10.000 millones de dólares anuales durante la pandemia de COVID-19. Los gobiernos que han recibido asistencia internacional para el VIH/SIDA cuestionan cada vez más la eficacia del enfoque de reducción de daños. El brote de viruela del mono entre hombres homosexuales promiscuos de las últimas semanas también ocupó la mente de los delegados durante la Asamblea Mundial de la Salud.
En las últimas tres décadas, los programas de reducción de daños para las poblaciones con alto riesgo de contraer el VIH/SIDA —también conocidas como “poblaciones clave”— han fracasado en gran medida a la hora de prevenir la propagación del virus entre los hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres y otras personas de alto riesgo, donde la propagación del virus continúa a un ritmo acelerado y ahora representa el 65% de todas las nuevas infecciones a nivel mundial.
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