Por Kennedy Hall

Bueno, como dicen, el combate ha empezado . El estado conocido por las naranjas tropicales ahora se conocerá por iniciar el momento en que Estados Unidos se autoproclama como una República Bananera. El allanamiento de la residencia de Trump por la policía federal fue el cruce de un Rubicón proverbial.

Ahora está claro, si no lo fue antes, que la Tierra de la Libertad también es un país en el que los regímenes corruptos allanan las casas de los ex presidentes por razones puramente políticas. Háganse a un lado los sandinistas, el régimen de Biden está empeñado en demostrar que no se quedará atrás.

Independientemente de lo que uno pueda pensar sobre Donald Trump, está claro que es una mosca en el ungüento globalista . Sí, mis amigos y colegas que han decidido atragantarse con pastillas rojas dirán que él siempre fue un “operador psicológico” o que el hombre era solo un oportunista que fingió ideales políticos para ganar el programa de televisión de realidad más grande del mundo -la presidencia.

Puede muy bien ser que Donald no sea San Donald el Grande o un Santo Monarca Católico, pero en este punto creo que es una tontería pensar que es solo una herramienta globalista o un político oportunista. Sea lo que sea, la izquierda y los marxistas lo odian , y está claro que no se detendrán ante nada para derribarlo a él y a todos los asociados con él. A pesar de todos sus defectos, él es el hombre que trajo a los jueces que le quitaron el dominio insaciable de Moloch sobre la ley estadounidense, razón por la cual el llamado síndrome de trastorno de Trump es claramente más como una manifestación de lo demoníaco.

Incluso si Trump es su enemigo, es el enemigo de su enemigo y, por lo tanto, un amigo improbable en esta guerra por la civilización.

Un prelado católico lo entendió tanto o mejor que nadie , y ese es el arzobispo Viganò. En 2020, el arzobispo publicó una serie de cartas poderosas y llamativas sobre el entonces presidente Trump y las elecciones inminentes. En su carta del 7 de junio, el ex nuncio en Estados Unidos comenzaba diciendo que “hemos sido testigos de la formación de dos bandos opuestos que yo llamaría bíblicos: los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas”.

Afirmó que los “hijos de la luz” representan a la mayoría de la sociedad y que aquellos que se han entregado al lado oscuro son una minoría, incluso si son más efectivos o influyentes por el momento.

Tengo que estar de acuerdo con esto, ya que coincide con las referencias bíblicas al hecho de que los ángeles caídos son una fracción de los ángeles buenos pero demuestran un poder desproporcionado sobre la raza humana caída.

Agregó: “ [Los hijos de la luz] son ​​objeto de una especie de discriminación que los coloca en una situación de inferioridad moral respecto de sus adversarios, quienes muchas veces ocupan posiciones estratégicas en el gobierno, en la política, en la economía y en los medios de comunicación.”

También cierto.

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Continuó con lo que parecía una referencia al libro del Apocalipsis, hablando de una “clara separación entre la descendencia de la Mujer y la descendencia de la Serpiente”.

Por un lado están los que, aunque tengan mil defectos y debilidades, están motivados por el deseo de hacer el bien, de ser honestos, de formar una familia, de dedicarse al trabajo, de dar prosperidad a la patria, de ayudar los necesitados, y, en obediencia a la Ley de Dios, para merecer el Reino de los Cielos. Por otro lado, están los que se sirven a sí mismos, que no tienen ningún principio moral, que quieren demoler la familia y la nación, explotar a los trabajadores para enriquecerse indebidamente, fomentar divisiones internas y guerras, y acumular poder y dinero: para ellos la falaz ilusión del bienestar temporal cederá un día —si no se arrepienten— al terrible destino que les espera, lejos de Dios, en la condenación eterna.

Estos comentarios de Viganò son exactamente correctos, en mi opinión . En nuestro mundo de hoy, hay muchas personas que todavía tienen suficiente sentido común para escuchar sus instintos, para tratar de seguir la Ley Natural, incluso si no tienen las palabras para describirla. No es necesario ser católico para comprender que corromper a los niños está mal, o que matar bebés en el útero es malo. Las personas normales no serpentinas entienden estas cosas sin necesidad de que se las expliquen. 

Pero es cierto que hay una contingencia de individuos limítrofes poseídos o sociópatas que no se detendrán ante nada y no serán detenidos por principios morales metafísicos en su búsqueda para condenar a la raza humana.

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Por alguna razón, Trump (verrugas, mal corte de cabello, matrimonios fallidos y todo) se manifestó como algo así como un instrumento de la Providencia para guiar a las personas imperfectas pero cuerdas del mundo libre contra los locos sulfúricos que quieren convertir a la nación más influyente del mundo en un copia al carbón del CCP.

La reciente redada en la casa de Trump solo confirma lo que dijo Viganò en esa carta de junio de 2020 sobre los “hijos de las tinieblas” que no se detienen ante nada para derribar cualquier apariencia de bondad y verdad.

En su carta de octubre de 2020 al expresidente, Viganò agregó enfáticamente que fue Trump (o lo que sea que Trump represente) quien se interpuso entre una toma de poder estatal profunda y una América libre y cuerda.

Escribió: “Es usted, querido presidente, quien es ‘el que se opone’ al estado profundo, el asalto final de los hijos de las tinieblas”.

Nuevamente, independientemente de lo que piense sobre Trump, está claro que el estado profundo lo ve casi como una amenaza existencial , y no se detendrán ante nada para derribarlo. Esto debe darnos una pausa. 

Al igual que en las Escrituras, cuando son los demonios quienes dan fe de la divinidad de Cristo, es casi como si los globalistas demoníacos no pudieran evitar atestiguar por su odio hacia Trump que él es la figura principal de una América que Viganò etiquetó: “El muro defensivo contra el que se ha desatado la guerra declarada por los defensores del globalismo”.

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Queda por ver cuáles serán las consecuencias de la redada en Mar-a-Lago, pero una cosa de la que podemos estar seguros es que Viganò tenía razón sobre Trump .

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