Como respuesta al independentismo, ha surgido con fuerza, la idea de un ente territorial denominado «Tabarnia» –palabra surgida de la contracción de Tarragona y Barcelona–. Aseguran que es la resultante de la existencia de dos Cataluñas: la interior, rural y separatista, y la costera (Barcelona y Tarragona), “próspera, bilingüe y no independentista”.
Es por ello que han creado este movimiento, “Tabarnia”, que busca erigirse en comunidad autónoma porque aseguran compartir características y anhelos comunes, claramente diferenciados del resto de la comunidad autónoma”. Buscan con ello mantenerse a salvo de una posible secesión porque se trata de un movimiento local que pretende, dentro de los previsiones constitucionales, segregar la provincia de Barcelona y parte de la de Tarragona de la comunidad autónoma de Cataluña para formar una comunidad uniprovincial, al estilo de Murcia, La Rioja, Cantabria o Madrid, desgajada de lo que fue Castilla la Nueva, tal como defiende Carla Arrufat, historiadora y presidenta de la Plataforma per l’Autonomía de Barcelona:
“Viendo que el peso económico y poblacional de Madrid era muy superior al del resto de la región se decidió separarlas, así es como nació por un lado la Comunidad de Madrid y por otro Castilla La-Mancha. (…) La Rioja se separó de Castilla la Vieja y formó su propia comunidad autónoma, lo mismo hizo Cantabria. Albacete se separó de Murcia y tampoco pasó nada. (…) Sinceramente prefiero una Barcelona fuera de Cataluña a una Barcelona fuera de España. No permitiremos que nos aíslen. (…) No es que no queramos ser catalanes es que no nos están dejando otra opción que separarnos de Cataluña”.
Tachan de “profundamente negativo para los intereses de Cataluña en general y de los ciudadanos de Barcelona en particular” el desafío rupturista, de manera que, ante el riesgo de secesión, buscan marcharse de Cataluña y permanecer unidos al resto de España, apelando para ello a motivos económicos, sociales, deportivos, culturales o educativos. Y lo que ya parece, absolutamente genial, es que se sirven del mismo argumentario separatista para reclamar una “consulta a la ciudadanía” que determine si los barceloneses se erigen en una nueva comunidad autónoma o por el contrario continúan “bajo el gobierno de la Generalitat, financiando un proyecto contrario a sus intereses”.
El embrión de la organización, según explica su propia página web, se originó tras una conferencia titulada “Las balanzas fiscales entre territorios catalanes”, que se celebró en Barcelona el 29 de enero de 2011. La primera asamblea constituyente de la plataforma tuvo lugar simbólicamente durante las fiestas de la Mercè, patrona de Barcelona, el 24 de septiembre de 2012. Los estatutos, el reglamento interno y la hoja de ruta hacia la autonomía política los aprobaron ese mismo día. No querían perder tiempo!!, así de hartos del llamado problema catalán, están.
El inicio de este procés sumó argumentos y apoyos al proyecto. Se redactó un manifiesto (denominado Rubricatum”−) firmado por casi un centenar de expertos, en el que se solicitaba a la Generalidad un trato justo para Barcelona. Los defensores de Tabarnia y algunos miembros de la asociación antiseparatista Sociedad Civil Catalana, consideran que hay un expolio fiscal a la provincia de Barcelona. “Paga a la Generalitat un 32% más de lo que recibe”, explican en uno de los gráficos que la plataforma hace circular. “En Tabarnia, en lugar de financiar aeropuertos vacíos en Lérida o en Gerona (sic), se eliminarán los peajes”, agregan. “No es lógico ni razonable que si la Generalidad recauda en Barcelona y su área metropolitana el 87% de sus ingresos solo invierta el 59%” afirmaba el manifiesto. Dicho de otro modo, “Catalonia ens roba”, y si no fuera por la gran pena que esta cantonalización y vuelta al XIX, nos produce, nos desternillaríamos de risa ante la situación que han provocado los independentistas. La productiva Tabarnia, −continúan sus promotores−, se contrapondría a la Cataluña subsidiada.
Los agravios también se extienden a la ley electoral, ya que consideran que es injusta para la provincia de Barcelona. “Aquí para conseguir un diputado necesita 46.000 votos. En Lérida (sic), 20.000”. Los partidos catalanes han sido incapaces de pactar una nueva norma electoral y la vigente es la aprobada por las Cortes Españolas en 1985. En realidad, esa injusticia se extiende a otras partes porque en España se utiliza el sistema D’Hondt[1] que beneficia a las provincias con menos censo, en el caso de las elecciones en Cataluña, a Lérida y Gerona. El número de diputados que se asignan a cada circunscripción también es proporcional según el número de habitantes; a Barcelona le corresponden un total de 85 escaños, a Girona 17, a Lleida 15 y a Tarragona, 18.
Según los resultados oficiales del 21-D, las fuerzas independentistas sumaron un 63% de los votos en Gerona, frente a los 43% que cosecharon en Barcelona, provincia en la que Ciudadanos, PSC y PP obtuvieron el 46%. En Lérida, Junts per Catalunya, ERC y la CUP obtuvieron el 64% de los sufragios. En Tarragona, el 49%. En la futura capital de Tabarnia, Barcelona, Ciudadanos, PSC y PP suman el 43,3% de los votos y las fuerzas independentistas, el 45,4%, pero si lo que se toma es la comarca del Barcelonès, los constitucionalistas tienen más del 48% y los tres partidos independentistas, menos del 41%. Es, como vemos también, el territorio más subrepresentado electoralmente.
La denominación Tabarnia, que ha hecho fortuna en las redes sociales, sería, como queda dicho, la zona geográfica comprendida entre las áreas metropolitanas de Barcelona y Tarragona, aunque las fronteras precisas no están del todo definidas. Tal y como apunta algún afín al tema tuitero se trataría de un territorio fundamentalmente urbano, con una población de 5,8 millones de habitantes y que concentra el 80% del PIB de Cataluña. Un territorio próspero en lo económico y contrario al separatismo en lo político.
Queda pues claro que para el movimiento Tabarnia, el separatismo está muy lejos de ser transversal. En lo relativo a la secesión, habría dos Cataluñas, la urbanita, costera y próspera, partidaria de permanecer en España, y la Cataluña del interior, abrazada por completo a las tesis separatistas. Denuncia @tabarnia que los sociólogos y los partidos políticos “son perfectamente conscientes de esta división sociológica, sin embargo, apenas tiene repercusión en los medios y en las opinión pública, donde se insiste en la idea de una Cataluña uniforme con una única voluntad”, aunque últimamente y, por empuje de las redes sociales, hasta el Japón se ha hecho eco de su existencia.
Sin embargo, deberíamos tener en cuenta que en Cataluña ha seguido pasando lo que venía ocurriendo desde 1980, cuando Pujol empezó a crear la estructura de un estado independiente enemigo de España con la anuencia y colaboración de todos los gobiernos de Madrid, excepción hecha de UCD. Al alcanzar el objetivo proyectado por el pujolismo y el maragallismo, es decir, la proclamación de independencia, terminaban los 37 años de golpe disimulado y “avituallamiento” descarado. En realidad, la proclamación del ‘Prusés’ como camino sin retorno suponía el fin del proceso separatista diseñado por Pujol y aceptado en Madrid, mientras en apariencia, fuera sólo para quien no lo quisiera ver, interminable.
Y ha sido ese desafío independentista el que ha relanzado la plataforma (las reivindicaciones las empezó hace tiempo el Valle de Arán) y, según aseguran, no sólo han sido muchos los ciudadanos y asociaciones las que se han interesado por el proyecto, sino que ha empezado a haber contactos a nivel político quizás motivados por la fuerza que les dan las redes sociales reivindicando Tabarnia, Barcelona is not Catalonia. En pocos días, tras las elecciones del 21D, se han multiplicado las cuentas en Twitter que bromean con el asunto como Tabarnia News. Han sido estas bromas las que han convertido el término en trending topic. Hasta han creado los nuevos símbolos de esta nueva comunidad autónoma dentro de España. Un grupo ya ha diseñado las camisetas de la selección (no sabemos si nacional) de fútbol. La local, con la cruz roja de Sant Jordi en medio del pecho sobre fondo blanco, símbolo protagónico en la enseña de la ciudad de Barcelona, y la visitante, con los colores rojo y amarillo del tono de la bandera de la ciudad de Tarragona; y para himno, escogen Mediterráneo de Serrat, cuya letra es bastante más agradable que el muy agresivo por su letra cargada de odio hasta el horror («bon cop de falç»: “buen golpe de hoz”), que desde los poderes políticos se difunde como auténtica sin el más mínimo rubor[2].
La fuerza que ha adquirido esta plataforma la describe muy bien Cristian Campos en twitter: “lo de Tabarnia empezó como una broma pero ya hay diputados independentistas que han perdido los nervios. Debe de ser porque ha golpeado en la línea de flotación de su autoestima, dejando claro que el nacionalismo sólo es hegemónico en la Cataluña rural subvencionada”. La cuestión es que el independentismo empieza a ponerse nervioso ante esta iniciativa. «Negar que existe Tabarnia tras los resultados electorales es negar la evidencia. No van a poder con nosotros. Se acabó aguantar el separatismo», aseguran.
La eficacia de la broma -en política es siempre más fácil recuperarse de la derrota que del ridículo- está poniendo a los líderes independentistas más nerviosos que el propio 155. La aplicación del citado artículo constitucional supone un modo extraordinariamente barato -tal como se ha aplicado, casi sin sentir- de posar como mártires heroicos. El pitorreo tabarnés, por contra, les expone, al igual que en un espejo, como la farsa en que se han convertido.
Esperemos que nadie llegue a tomarse en serio Tabarnia, que siga siendo hasta el final una broma especialmente afortunada, aunque en este país que ya tuvo su Cantón de Cartagena y la República de Jumilla, es arriesgado darlo por hecho, aunque en definitiva no harían sino seguir el ejemplo de su “mayor” al secesionarse de ellos.
En cualquier caso, viene bien tenerlo a mano para recordar a los ‘procesistas’ que a su juego puede jugar cualquiera, y que donde las dan, las toman.
[1] Es el método de cálculo vigente en España para unas elecciones. Creado por el jurista belga Victor D’Hondt a finales del siglo XIX, la Ley D’Hondt es un sistema electoral de cálculo proporcional que divide el número de votos emitidos para cada partido entre el número de cargos electos con los que cuenta cada circunscripción. Cada una de las 50 provincias representa una circunscripción, que tiene asignados un mínimo de dos diputados. Ceuta y Melilla eligen uno cada una de ellas. Los 248 asientos restantes se fijan en proporción a la población de derecho. Así lo establece la Ley Orgánica de Régimen Electoral General conforme a lo marcado en la Constitución.
[2] Los segadores es el himno oficial de la comunidad autónoma de Cataluña y tiene su origen más remoto en un romance nacido durante la sublevación de Cataluña de 1640. Un conflicto que nació a raíz de la hoja de reformas del conde-duque de Olivares que, en Cataluña, fue recibida con gran hostilidad. Así, en mayo de 1640 se produjo un alzamiento generalizado de toda la población del principado de Cataluña contra la movilización de los tercios del Ejército Real. Esta tensa situación desembocó el 7 de junio de 1640 en el conocido como día del Corpus Christi, cuando un pequeño incidente en la calle Ample de Barcelona entre un grupo de segadores, trabajadores temporeros y algunos barceloneses precipitó la revuelta conocida como el Corpus de Sangre.
Se trata, pues, de una adulteración que data de 1899, fecha en el que la organización «La Nació Catalana» convocó un concurso para reemplazar la letra original, que en nada satisfacía las ínfulas modernistas y liberales del incipiente nacionalismo de la burguesía catalana, pero que evidentemente, en su momento fue rechazada por el pueblo y por la mayoría de la verdadera élite intelectual catalana de aquellos años, como por ejemplo Jacinto Verdaguer.
Durante años «Els Segadors» no tuvo connotación política ni reivindicativa ni era conocida por casi nadie. Fue a partir de 1892 que se popularizó en los ambientes catalanistas. En esos años sufrió un importante proceso de politización en los ambientes nacionalistas. Emili Guanyavents se encargó de escribir una letra que incluyó mayor reivindicación política, en 1899, y, al tiempo que reducía su extensión, eliminaba las numerosas referencias religiosas ¡Viva la fe de Cristo!, ¡Viva el Rey de España, nuestro Señor!, ¡Muera el mal gobierno! … (en referencia exclusiva al odiado Conde Duque de Olivares, a quien se culpaba de los desmanes del ejército y, en consonancia con el auge del librepensamiento dominante). El himno tuvo que competir durante décadas con otros considerados más emblemáticos por los nacionalistas, como por ejemplo, el «Cant de la Senyera».