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La interioridad (II)

¿Cómo se relaciona el existente con el Absoluto? ¿Qué tipo de verdades nos acercan a Dios? ¿Cómo explica la subjetividad (ya no por vía objetiva) el contacto transcendental con el Absoluto?

¿Cómo se relaciona el existente con el Absoluto? ¿Qué tipo de verdades nos acercan a Dios? ¿Cómo explica la subjetividad (ya no por vía objetiva) el contacto transcendental con el Absoluto?

LINEAMENTOS GENERALES

Luego de la primera parte de “La Interioridad”, y el auxilio de la filosofía Kierkergaardiana para entrar en tema, queda proseguir indagando en la cuestión, la cual, por cierto, conlleva una gran dificultad ya que se trata de indagar en el:ser interior”. Para esta próxima parte me valdré de algunos tópicos del libro “Cuatro ensayos sobre el espíritu en su condición carnal”, de Jacques Maritain(1882 – 1973), capitulo III: “La Experiencia Mística Natural y el Vacío” (los tipos de conocimiento por connaturalidad) y “Breve Tratado acerca de la Existencia y lo Existente”. También, abordaremos el tema de la intuición, cuyo máximo exponente fue Henri Bergson (Jacques Maritain le dedicó un libro titulado: “De Bergson a Santo Tomás de Aquino”), y la relación que se puede establecer entre el intuicionismo de Bergson y la interioridad, entendida como una “disposición del espíritu” que aspira a la trascendencia, a través de un conocimiento, por un lado conceptualizable y por el otro no-conceptualizable; y este último, a su vez, tiene una importancia capital cuando nos referimos a ‘La interioridad´. Intentaremos abordar ambas temáticas.

Nuevamente, como en el punto inicial de “La Interioridad”, partiremos de una serie de preguntas. ¿Cómo se relaciona el existente con el Absoluto? ¿Qué tipo de verdades nos acercan a Dios? ¿Cómo explica la subjetividad (ya no por vía objetiva) el contacto transcendental con el Absoluto? ¿Qué podemos inferir por medio del existir? Estos, en definitiva, son algunos de los interrogantes iniciales que tomaremos como punto de partida. Es preciso señalar que se tratan de temas sumamente complejos. Pues, esto se manifiesta en que cada uno indaga en su propia experiencia personal y en la profundidad de su espíritu. Lógicamente, lo anterior está unido a una realidad objetiva, precisamente, una realidad ontológica que indagamos por vía especulativa y abstractiva. Este último concepto despojado de su matriz ontológica hace que el racionalismo exalte la pura razón como lo únicamente valedero. En efecto, Kierkegaard (1813 – 1855) protestaríacontra lo anterior, ya que partiría de una experiencia más bien personal a partir de la subjetividad y el individuo concreto, reprochando la pura abstracción totalizante, es decir, el caminoque hace de la razón un absoluto; sin olvidar que estos también caen en absurdos. Naturalmente, el estudio del ser como realidad objetiva y no subjetiva, avanza por un camino seguro, y es en definitiva una base solidada y firme. Pero, a lo anterior hay que añadirle y aceptar que el ser está rodeado de misterio; pues ello afirmaría, sin duda, el existencialista Gabriel Marcel (1889 – 1973).

El ser humano como individuo y ser creatural, está inserto en una realidad ontológica finita y contingente, cuyo existir le fue dado por un Ser Necesario o Causa Primera de todo lo creado. Al mismo tiempo, el individuo posee una existencia concreta, espiritual y vital, pues está arraigado a una vida o tiene una existencia encarnada (1). En otros términos, está dotado de esencia y existencia. Y es en este sentido queMaritain afirma: “la existencia no es una esencia; la existencia pertenece a un orden distinto del de las esencias”, y luego asevera: “Esto equivale a decir que el concepto de existencia no puede ser separado del concepto de esencia. Inseparable de él, no forma con él sino un solo e idéntico concepto simple aunque intrínsecamente variado, un solo e idéntico concepto esencialmente análogo, el concepto del ser. La esencia es lo que uno cosa es; el supósito es aquel o aquello que tiene una esencia, aquello que ejercita la existencia y la acción, aquello que subsiste”(2). Asimismo, el individuo posee una vocación a transcender, no olvidando que la misma está inscripta en la propia naturaleza del ser humano, y se realiza por medio de la existencia (el existencialista ateo Jean-Paul Sartre como pensador de la “posmodernidad”, dirá que la existencia precede a la esencia en su negativa del Absoluto, ya que su visión es inmanentista y antropocentrista).

Por si aún no se entendió, mi punto inicial está encaminado hacia un doble aspecto: “ontológico – existencial”. Muchos pensadores se han inclinado en navegar por uno u otro camino. Ahora bien, el recorrido que propongo es el de penetrar en la interioridad del hombre, valiéndome de presupuestos objetivos que nos proporciona el realismo a través de un estudio metafísico y ontológico del conocimiento por connaturalidad. Pero valga la aclaración, esta llega hasta cierto punto por vía aprehensiva (captación del objeto y su esencia). Luego, sin duda, hay misterio al que solamente podemos ingresar por vía contemplativa. Pues se trata de una disposición del espíritu inexpresable en principio como una realidad existencial vivificada. En otras palabras, un sujeto no puede explicarle a otro sujeto su relación vital y existencial con el Absoluto, que por cierto se encuentra en el interior del individuo. En cambio, si puede explicarlo como una verdad metafísica o teológica, por ejemplo, a través de las cinco vías que propone Santo Tomás de Aquino para probar la existencia de Dios. Ahora, ¿Cómo ese individuo adecua esa verdad externa en su ser interior? La respuesta sencilla seria invitándolo a contemplar; haciendo un esfuerzo personal e interior para con el Ser Absoluto, puesto que no se puede conceptualizar esa relación personal con Dios.

El jorobadillo danés, Kierkegaard, dirá que la relación con el Absolutose da en una interioridad un tanto angustiosa, que reclama por lo infinito y eterno. El individuo a lo largo de su vida atraviesa por diferentes estadios de la existencia: el ético, el estético y el religioso; sumado a ladesesperación del “yo” que puede tener o no conciencia de la eternidad(ver en tratado de la desesperación). Esto último puede significar que se entabla un combate interior atravesando por ciertos sufrimientos del espíritu y ciertas angustias en el alma, puesto que necesariamente el camino puede darse a través del temor y temblor a un nivel puramente personal e incomunicable. Pues anhelando alcanzar el Absoluto con toda la profundidad de nuestro espíritu y aun con lo que no tengamos; incorporando todo nuestro ser y traspasando incluso las fronteras de “lo necesario”, sin duda, nos dispondremos con total honestidad y una fuerza que solo se hace a través de los embates de la interioridad. Y aquí, a mi entender, radica el camino del espíritu que quiere acercarse a Dios. Un oficio que una vez tomado jamás cesa, ya que acompaña para toda la vida. Porque jamás podrá erradicarse del alma ni siquiera por un segundo.

JACQUES MARITAIN

Ahora bien, si el camino ya es difícil lo será aún más ¿Cómo es una relación mística y/o contemplativa con Dios? Para responder no ingresaré en un tema teológico, por ejemplo, en LasMoradas de Santa Teresa de Ávila, o en la Noche Oscura de San Juan de la Cruz. Lo mío será más sencillo, dentro de la dificultad ya descripta sobre el tema. Y por otra parte será una descripción en el orden filosófico. El filósofo Francés Jacques Maritain en el ensayo propuesto inicialmente para el tema, nos dirá que existen diversos tipos de conocimiento por connaturalidad”, en base a una clasificación ontológica y metafísica. En este orden de ideas, encontramos en el hombre una inclinación interior, o sea un instinto o si se quiere un apetito natural de lo Absoluto. En efecto, se erigen tres caminos que desarrollaré en los siguientes párrafos para su mejor exposición.

El primero es la connaturalidad afectiva”, que se da en un orden práctico y ético, puesto que, según Maritain, es un tipo de saber: “a los fines del obrar humano está en el corazón del conocimiento prudencial” (3). Por esa razón, se trata de una inclinación interior en el orden moral que se visualiza en el comportamiento humano. Y como se trata de un fin práctico, o sea de una acción o conjunto de acciones del obrar humano, no pertenece a un orden contemplativo. No obstante, sostiene Maritain que puede incorporarse a la vida mística; pero, a su vez, pertenece a un nivel distinto de la experiencia mística.

El segundo es la connaturalidad intelectual”, o sea un camino a través de la inteligencia, por ejemplo, la del filósofo que piensa en el orden metafísico. Y precisamente, es una especie de contemplación de orden natural, aun de las cosas divinas, sin llegar a una experiencia de tipo mística (4). Esto quiere decir, que la connaturalidad intelectual se da mediante la aprehensión y conceptualización de objetos por vía especulativa. Pero, cabe advertir que se da de un modo imperfecto en orden a la divinidad, o, como sostiene Maritain, es una “tendencia natural de la inteligencia creada hacia su objeto propio y especificativo, que es el ser in communi, no la Causa del ser; el deseo natural de ver la Causa del ser deriva del deseo natural de ser, es su corolario, de ninguna manera se identifica con él; de donde se sigue que toda gran metafísica está claramente surcada por una aspiración mística, pero no construida por ella; que por un efecto normal, al menos teóricamente, la contemplación filosófica de las cosas de Dios ahonda muy en el alma una necesidad que solo la unión mística satisfará” (5). Pues estamos ante un tipo de contemplación de orden natural (no mística), que de modo imperfecto aspira a las cosas divinas, por un gran deseo despertado del intelecto que busca conocer y el asombro de la realidad y las cosas creadas.

El tercero es el“conocimiento poético o por vía de creación”. Maritain afirma que: “consiste según nosotros en un conocimiento por connaturalidad afectiva con la realidad como no conceptualizable porque despierta para sí mismas las profundidades creadoras del sujeto”. Y prosigue: “es un conocimiento por connaturalidad con la realidad en cuanto que está involucrada en la subjetividad misma como existencia intelectualmente productiva, y en cuanto que es alcanzada en su consonancia concreta y existencial con el sujeto como sujeto” (6). Se trata de un tipo de conocimiento poético, basado más que nada en la experiencia. Y nuevamente afirma Maritain que: “la toma o aprehensión típica de esta experiencia no es lo absoluto, sino más bien la comunicación de las cosas entre sí y con la subjetividad del cual se origina el existir”. En efecto, se trata de una experiencia no en un grado místico, sino existencial en relación a la subjetividad y las cosas entre sí. El típico ejemplo es el poeta que toma elementos de la realidad y las eleva mediante la palabra.

En cuarto y último lugar, entramos ahora si en la “experiencia mística”. Se trata, según Maritain, de un conocimiento por “connaturalidad con la realidad como no conceptualizable”. Y a continuación añade: “es un conocimiento por connaturalidad con la realidad como no objetivable en nociones, y sin embargo como termino de unión objetiva”. En términos Maritainianos es una vía de “nesciencia fruitiva”. A su vez, divide este conocimiento en: “afectiva e intelectual” (recordemos que la experiencia intelectual que desarrollamos arriba no es de tipo mística, en cambio la que se desarrollará a continuación es de tipo mística). El primero (afectiva), se trata cabalmente de una experiencia de índole sobrenatural del alma con la divinidad, mediante una unión amorosa. De nuevo sostiene Maritain: “medio de conocer a la realidad divina de sí inexpresable por cualquier verbo creado”. El segundo (intelectual), se trata de una “experiencia mística natural”; puesto que Maritain nos dice que se “alcanza por una intelección supra o paraconceptual de la realidad trascendente, de sí inexpresable en un verbo mental humano” (7). La diferencia entre la experiencia intelectual de orden natural y la experiencia intelectual de orden mística natural radica que en esta última se superan las barreras limitadas del intelecto, para dar lugar a una intelección en el orden supraconceptual de las verdades divinas. En cambio, en el primero se da un deseo de conocer la realidad divina y se aprehende hasta el límite de lo intelectual y lo conceptual; puesto que en esta fase hay conceptualización y por ende objeto.

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Para resumir y simplificar la complejidad que se describió anteriormente, se podría sostener (sin entrar específicamente en los grados descritos del párrafo anterior) que, en primer lugar, estamos frente a una contemplación natural (no mística) por vía especulativa (conocimiento), es decir, mediante un aprehensión metafísica, cuyo objeto es el Ser. En este caso, nos interesa el Ser Necesario o la Causa Primera; el cual se llega a conocer por las verdades metafísicas que capta la inteligencia. Esto, sin duda, rodeado de misterio, o como diría citando nuevamente a Gabriel Marcel estamos en presencia del “misterio ontológico”; pues el serno se presenta como un problema, sino como un misterio (8) y, precisamente, la filosofía ha olvidado este principio, puesto que el misterio no es conceptualizable o reducible a un concepto, sino que emerge por una disposición espiritual intuitiva y se asume en la existencia. A su vez, tenemos la contemplación intelectual de tipo mística, inexpresable por cualquier término humano, ya que la intelección es supraconceptual con la trascendencia. En segundo lugar, se encuentra la víacontemplativa mística. Aquí, ya no hay conceptualización u objetivación posible; la verdad descansa en la subjetividad al ser conocimiento intransmisible y, por ende, no conceptualizable”. En este aspecto se da una unión marcadamente sobrenatural, ya no en una faz natural, intelectual y abstracta; a raíz de que tales categorías son sobrepasadas. Si el sujeto en la primera situación la encarna el filósofo (vía de conocimiento), en esta segunda la encarna, por ejemplo, un monje Cartujo (vía contemplativa mística), puesto que su vida ya no es intelectualidad pura, sino ejercicio contemplativo en su mayor grado, buscando la perfecta unión de su ser con Dios. Este último, por un lado a través de la oración y por el otro a través del silencio (despojándose de su ser a través del ascetismo), pues no se trata de aprehender un objeto dado, sino de una elevación espiritual no conceptualizable o indescriptible en conceptos. Sin embargo, no deja de ser menos real que ciertas verdades que se conocen por la razón; aun cuando esta no puede abarcar la totalidad de la realidad, porque sin lugar a dudas tiene un límite.Y, justamente, el racionalismo se torna absurdo cuando no incluye el misterio; incluidos los de la experiencia mística que se ha abordado, pues, no puede ser comprendido como un elemento constitutivo de la realidad. La única manera de bordear el misterio en cuestión, es a través de la contemplación; y es, precisamente, lo que hemos tratado de explicar a partir de sus diferentes grados. Por este motivo, el racionalismo niega lo que no puede explicar, ya que su sistema de pensamiento se torna obsoleto para abordar lo incomprensible; peroque no deja de ser realcomo se ha dicho y que, además, es una búsqueda natural del espíritu humanocomo parte constitutiva de su esencia.

Y, ¿Cómo aprehende estas verdades el espíritu? Si analizamos el doble aspecto que propusimos en un comienzo, sería, en primer lugar, a través de un orden ontológico. Aquí el conocimiento se da por vía aprehensiva del objeto y la captación de su esencia que es universal. A este tipo de entendimiento se llega por la abstracción con su intención de penetrar intelectivamente en el ser. En segundo lugar, y el que nos interesa por su aproximación a la temática propuesta, se da por medio de la intuición. Siguiendo una senda bergsoniana, uno de los primeros datos inmediatos de la conciencia es la existencia, o sea nuestro existir concreto o lo que equivale decirel acto de ser (existencia) (9). En este sentido, Bergson afirma que: “Llamamos intuición a la simpatía por la cual uno se transporta al interior de un objeto, para coincidir con aquello que tiene de único y en consecuencia inexpresable” (10). Y Maritain afirma que: “La intuición de la subjetividad es una intuición existencial, que ninguna esencia nos da” (11). Pero, elevando lo anterior al contacto del individuo con el Absoluto, no equivale acaso decir que una vez atravesadas las fronteras de la razón, cuyos datos nos ayudan a llegar por vía conceptual a la Causa Primera que es Dios, por ejemplo, mediante el principio de causalidad, no es necesaria otra vía de acceso que será la intuición del individuo, cuya existencia concreta se dirige a Dios a través de una disposición del espíritu que es una experiencia no conceptualizable, y es por lo tanto una vivencia que se da en la profundidad del espíritu. Sin embargo, lo descripto anteriormente parte de una explicación meramente filosófica. La teología nos dirá que la Gracia Divina es lo que pone en contacto al individuo con Dios.

Asimismo, la participación del espíritu en la esencia divina, cuya racionalidad no alcanza a ver es, en definitiva, una manifestación del espíritu en cuanto a su disposición de penetrar con su conciencia en la Causa Primera, que se hace ostensible únicamente en la subjetividad, es decir, en la interioridad; siendo una verdad que descansa únicamente en el individuo. Esta verdad como vivencia (como se ha mencionado a lo largo del trabajo) al ser no conceptualizable pero si vivenciada plenamente y sentida espiritualmente, se torna intrasmisible para el sujeto que tiene el don para contemplar la Verdad Primera. Conviene destacar, que no se trata de un punto de vista inmanentista, sino de explicar fenómenos y experiencias de la interioridad; ya que la Verdadtrasciende al sujeto, pues, la causa final que es el Absoluto se da por fuera del individuo y no por dentro.

CONCLUSIÓN

La mística existencialista (del ser-existente y concreto) deriva de una unión ontológico- vital, es decir, del ser real de las cosas con la vida misma en su plano más existencial y con el Absoluto-transcendente, que se unen por medio del “misterio”. ¿Por qué al hombre eterno le dejan de interesar las cuestiones sin sentido de la vida? Por una disposición de su espíritu y un apetencia natural en cuanto es búsqueda del contacto con el Absoluto, núcleo central de su vida y satisfacción plena del ánima. Y en definitiva, lo intransmisible hace a la esencia del hombre; lo torna único, ya que lo convierte en individuo que quiere dirigirse hacia la divinidad, involucrando todo suser-espiritual, su razón y su experiencia sensible. Debido a esta incomprensión de la temática expuesta, muchos buscan racionalizar lo que no se puede y caen constantemente en errores, por ejemplo, intentando sistematizar estos conocimientos, pero desarraigándolo de su aspecto profundamente espiritual. Incluso el pensamiento moderno que se jacta de explicarlo todo por medio de un antropocentrismo antiteísta en lo sociológico, psicológico o ideológico, o sea disciplinas sin contenido metafísico. Esto significa que no pueden elevar la mirada hacia lo alto, ya que se quedan meramente con lo más bajo. Pues su base doctrinal es un racionalismo obtuso; y valga la paradoja fomentado por una conciencia alimentada de irracionalidades. Otros, por su bajeza de espíritu, niegan aquello a lo que no pueden llegar, ya que no poseen la facultad de disponerseespiritualmente mediante el camino de la contemplación por un lado y la rectitud del alma por el otro; puesto que si uno quiere dirigirse hacia lo alto demanda de las prácticas de las virtudes que potencian al espíritu.

¿Acaso el cultivo de la profundidad del ser en nuestro espíritu nos aleja de las cuestiones mundanas y sin importancia existencial? Afirmaría que sí. Aquellas pasan a ser una causa secundaria y hasta remota, dado que tienen un orden inferior por naturaleza; hasta el punto de no tener relevancia en nuestra conciencia ni en el orden especulativo, aún más si trata de un mal uso de la razón, es decir, de aquello que no eleva. Y esa es la diferencia de estar en un orden contemplativo o especulativo (cuando este carece de pensar metafísico y existencial bien entendidos). Sin duda el primero desecha esos conceptos contingentes y hasta absurdos, para intentar elevar la conciencia a lo que nos trasciende y que, sin duda, ilumina la vida, como si se tratase de un pequeño farol que nos alumbra en medio de la oscuridad.

En definitiva, Dios se nos revela en el misterio de la existencia, ya que nos habla a través de la presencia del ser. Puesto que es unión y comunicación espiritual; y es contacto de nuestro espíritu con el Absoluto en el cual participamos. Por otro lado, la vida es un esfuerzo constante por rodear el Ser Absoluto; una entrega, una búsqueda y un perpetuo miramiento del misterio. La vida avanza por una disposición del espíritu, ya que la vida es existencia y no meramente campo abstracto e idealidad racional; sino que es vivencia en su sentido más profundo de la palabra, pues, es conexión del espíritu a un misterio a través de los datos existenciales. Incluso la historia misma avanza por un devenir misterioso y no por leyes dialécticas que alguna mente abstracta creyó descubrir. Y cuando la filosofía busca encapsular todo a través del método se pierde el fluir del espíritu y, por lo tanto, ya no hay ascensión espiritual por vía del misterio. Por ello, la tarea de la filosofía debe dirigirse nuevamente al aspecto más íntimo del ser humano que es su realidad vital, existencial y ontológica; y abandonar el puro formalismo mecanicista que puede ser definido como una anti-espiritualidad. Acaso podría decirse que la filosofía es amor a la sabiduría en el misterio del ser. Y si el ser estuviese plenamente develado y lo conociéramos enteramente por los métodos que proponen los racionalistas, ¿no sería absurdo seguir filosofando? Pero como esto no es así, la única verdad que debemos sostener es que sigue existiendo el misterio del ser.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

(1)Joivet, R; LAS DOCTRINAS EXISTENCIALISTAS, ED. Gredos, Madrid (España), 1970, P. 339.

(2)Maritain, J; Breve tratado acerca de la Existencia y lo Existente, de 1947, en Jaques Maritain Filósofo Cristiano, URL: http://www.jacquesmaritain.com/pdf/04_MET/14_M_ElSer.pdf

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(3)Maritain, J; Cuatro Ensayos sobre el Espíritu en su Condición Carnal, ED. Club de Lectores, Buenos Aires (Argentina), 1980, P. 106.

(4) Maritain, J; Cuatro Ensayos sobre el Espíritu en su Condición Carnal, ED. Club de Lectores, Buenos Aires (Argentina), 1980, P. 107.

(5) Maritain, J; Cuatro Ensayos sobre el Espíritu en su Condición Carnal, ED. Club de Lectores, Buenos Aires (Argentina), 1980, P. 110.

(6)Maritain, J; Cuatro Ensayos sobre el Espíritu en su Condición Carnal, ED. Club de Lectores, Buenos Aires (Argentina), 1980, P. 112.

(7)Maritain, J; Cuatro Ensayos sobre el Espíritu en su Condición Carnal, ED. Club de Lectores, Buenos Aires (Argentina), 1980, P. 11….

(8)Verneaux, R; Historia de la Filosofía Contemporánea, ED. Herder, Barcelona (España), 1989, P. 195.

(9)Maritain, J; Introducción a la Filosofía, ED. Club del Lector, Buenos Aires (Argentina) 1963, P. 169.

(10)Bergson, H; Introducción a la Metafísica, ED. Centro de Estudios Filosóficos, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1960, P. 11.

(11) Maritain, J; Breve tratado acerca de la Existencia y lo Existente, de 1947, en Jaques Maritain Filósofo Cristiano, URL: http://www.jacquesmaritain.com/pdf/04_MET/16_M_Existent.pdf

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Estudiante de Derecho y del Profesorado de Historia. Argentino de la provincia de San Luis. Hispanista, tradicionalista.

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2 Comments

  1. zuma

    19/05/2020 at 15:29

    Maritain después de todo esto oficializa la tesis liberal- modernista católica-, de que una esfera es la vida pública, incluyendo logicamente opciones y decisiones perspnales en política, y otra la profesión de la Fe católica como sujeto que no le obliga en lo público a ser coherente. Se cubrió, pero no precisamente de gloria. El profesor sociata+ Peces Barba hozo su tesis doctoral dirigido por Maritain.

    • Ignacio Nieto Guil

      19/05/2020 at 21:23

      Estimado, creo que Maritain es muy valioso en cuanto su metafísica y filosofía Tomista. En lo político y su ideario filosófico-político creo que no es bueno, por todo lo que significo el Humanismo Integral. Pero, en el resto de su obra es muy bueno. A los autores no hay que condenarlos, son humanos y pueden equivocarse, y siempre debemos de velar por quedarnos con lo bueno. En el trabajo se utiliza un ensayo que nada tiene que ver con lo político, sino que es en el orden metafísico y ontológico. Saludos.

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