El paso del tiempo parece ralentizado, pues los sucedidos son muchos menos. El encierro a ratos hurta acción a los naturales protagonistas, que encarnan menos hechos que nunca. Después de año y medio largo de virus, algunas verdades oficiales menores cohabitan con otras realmente versadas. A la discrepancia habitual en la toma de medidas protectoras contra la propagación del sars-cov-2 se unen también las dudas acerca de su origen. En Wuham, que mantiene un papel central aun a fecha de hoy, la existencia de importantes laboratorios y algunos institutos científicos biológicos, no es óbice para que se siga insistiendo en la teoría del mercado local como origen propagador. A los que insisten en especular con que este virus escapara de uno de los laboratorios de esta ciudad china se les reprocha la falta de pruebas por quienes defienden lo contrario, aún también sin pruebas. Es más, poner en duda el relato del murciélago y el posible pangolín u otro animal que albergase al virus hasta el contagio humano no está bien visto por determinadas instancias, en ellas -en su seno-, es políticamente incorrecto. Ello a pesar de las publicadas dificultades de todos conocidas para el feliz desarrollo de la misión de la OMS, que recientemente se desplazó a Wuham para investigar el origen de lo que hoy es una grave pandemia mundial. Los obstáculos servidos por las autoridades locales chinas para llevar a cabo esta investigación son sospechosos a priori y sólo una explicación detallada y coherente puede ilustrar otra cosa.
En esta lucha contra el virus, a fecha de hoy se sigue lejos de encontrar la solución definitiva para considerarse ganada la partida. Hay en general una cierta confianza en las vacunas, a pesar de escepticismos y dudas y de que todavía se ignora la duración temporal de la inmunidad a alcanzar con la inoculación de estos preparados biológicos servidos por la ciencia en tiempo récord. Incluso se sugiere que esta generación de vacunas es sólo un primer paso, que se dará con otras que serán más seguras y certeras en los años venideros, pero hoy hay que tirar de lo disponible.
Recuperar por completo el estilo de vida anterior a la irrupción del pandémico contagio no se descarta, pero determinadas medidas –mascarillas, distancia social, limitaciones a la movilidad, etc.- van a quedarse una temporada. La insistencia de voces científicas que consideran que los vacunados pueden contagiar y ser contagiados desconcierta, desanima e intranquiliza, a una importante mayoría y hace mirar al futuro con desconfianza y temor. Lograr alcanzar ese porcentaje de vacunados en torno al 70% –ya se dice que 80- sólo es llegar a un primer estadio, al alcanzarlo veremos la situación en la que estamos y qué hacer. Adelantar acontecimientos puede tranquilizarnos, pero sólo se puede especular con lo que habrá en ese futuro cercano.
Finalmente la logística de compra y distribución de las vacunas tiene tantos fallos e incumplimientos como el resto de las acciones humanas, por múltiples razones. Todo es como siempre, de la práctica defectuosa se aprende. Queda por ver.
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