Hoy editamos en la colección Selecciones Tradición Viva la obra Mariana, de Jaime Balmes, por cuanto la figura del biografiado Padre Mariana esta siendo protagonista de una manipulación y apropiación por parte de ideólogos liberales que quieren ver en el jesuita, teólogo, e historiador español, un precedente claro del liberalismo; sin embargo, la realidad es muy otra, ya que su acendrado catolicismo le hubiera impedido, de haber nacido doscientos años después, militar bajo las banderas de los ideólogos liberales, por cuanto todo el liberalismo supone un error en materia de fe y de religión, y supone la exaltación a ultranza de la falsa libertad, emancipando al hombre de Dios, de Su ley, y de Su Revelación.
Mariana, como hombre de su época, era únicamente liberal en el sentido cervantino, es decir, “generoso o que obra con liberalidad” tal y como recoge el diccionario de la Real Academia Española en su primera acepción, por lo que la apropiación de su figura por diferentes institutos e intelectuales liberales supone un latrocinio que va siendo hora de denunciar.
Si quisiéramos resumir la egregia figura del Padre Mariana sería suficiente con repetir las palabras que Balmes le dedica: “consumado teólogo, latinista perfecto, profundo conocedor del griego y de las lenguas orientales, literato brillante estimable economista, político de elevada previsión, he aquí su cabeza, añadid una vida irreprensible, una moral severa, un corazón que no conoce las ficciones incapaz de lisonja que late vivamente a solo nombre de libertad, como el de los fieros republicanos de Grecia y Roma, una voz firme, intrépida que se levanta contra todo linaje de abusos, sin consideraciones a los grandes, sin temblar cuando se dirige a los reyes, y considerad que todo esto haya reunido en un hombre que vive en una pequeña celda de los Jesuitas de Toledo, y tendréis ciertamente un conjunto de calidades y circunstancias que rara vez concurren en una misma persona.”
Efectivamente, Juan de Mariana vio la luz en Talavera de la Reina (Toledo) un dos de abril de mil quinientos treinta y seis, para convertirse con el paso de los años en uno de los más extraordinarios hombres de su tiempo.
Como tantos otros de los grandes intelectuales españoles protagonistas de esos dos Siglos de Oro que no han tenido parangón en la historia, ingresó en 1547 en la Universidad de Alcalá, donde estudió Filosofía y Teología, y en la que conocería a Jerónimo Nadal, colaborador de San Ignacio de Loyola, que influyó en su ingreso en la Compañía de Jesús, por aquellos entonces milicia intelectual de la Iglesia.
Una vez ingresado en la Compañía, Diego Laínez le encargó impartir clases de Teología en el colegio que los jesuitas habían fundado en Roma, iniciando así su actividad docente que le llevó por media Europa para llegar en 1569 al colegio de Cleremont de París, donde enseñó la doctrina de Santo Tomás.
En París presenció la conocida matanza de San Bartolomé que le marcó indeleblemente e influyó en su tesis más polémica sobre el tiranicidio, así como en su defensa a ultranza de la unidad religiosa.
De vuelta a España, en 1574 se estableció en la Casa Profesa que los jesuitas tenían en Toledo, dedicándose íntegramente al estudio, lo que le facultó para ser nombrado por el Santo Oficio examinador sinodal de la edición siríaca de la Biblia Políglota, la llamada Biblia Regia que Arias Montano había publicado en Amberes, y de la que algunos tenían sospechas de su poca ortodoxia, sospechas que se disiparon tras el juicio favorable a su totalidad que el jesuita publicó en 1609 con el título de Pro editione Vulgata.
En 1592 publicó en Toledo y en latín Historiae de rebus Hispaniae libri XXV, quizá por aquel adagio de “traductor infiel” y evitar malas interpretaciones, la tradujo el mismo al español en 1601 con el título Historia general de España: compuesta en Latín, después buelta en castellano por Juan de Mariana. D. Theologo de la compañía de Jesús. Su obra, que inicialmente abarcaba toda la historia de España y Portugal desde los tiempos remotos hasta la muerte de Fernando el Católico, fue ampliada en 1621 para incluir los principales acontecimientos ocurridos desde la muerte de Fernando el Católico hasta los primeros años del siglo XVII, ampliación que denota lo escrupuloso, sistemático, y concienzudo que era en su trabajo intelectual.
Sin duda alguna en 1599 da el paso definitivo para que su figura sea recordada todavía hoy, pues en dicho año para la educación de Felipe III, De Rege et regis institutione libri III, en el que estudia entro otras materias el origen, límites y carácter del poder monárquico, las ventajas y desventajas de las diversas formas de gobierno y la controvertida cuestión del tiranicidio. Igualmente, el libro aborda los deberes del Rey respecto a la justicia, la guerra, la agricultura, los tributos, la propiedad y otros aspectos relacionados con el arte de gobernar.
En 1609 publicó De Monetae Mutatione, obra que provocó admiración en su época y que ha seguido suscitando interés hasta la actualidad, constituyendo uno de los principales argumentos para que algunas corrientes liberales estén tratando de apropiarse de su figura. En De Monetae Mutatione Mariana denunciaba las manipulaciones monetarias que se estaban produciendo desde que en 1602 Felipe III ordenara que la moneda de vellón fabricada a partir de ese momento fuera únicamente de cobre, sin cantidad alguna de plata, y, además, con un peso reducido a la mitad con respecto a las anteriores emisiones. Sus reflexiones sobre la propiedad, las limitaciones a la facultad del Rey de disponer de los bienes de los ciudadanos, y sus conceptos de la legitimidad y limitaciones del poder, siguen sorprendiendo hoy en día, pues a principios del siglo XVII, en la España católica, había más libertad para pensar que en la España del siglo XXI, donde la crítica al poder y a la democracia convierten a cualquier autor en un disidente objeto de persecución y condena.
Como cualquier otro intelectual sobresaliente de su época paso proceso ante la Inquisición, pero como quiera que el Tribunal solo buscara la verdad, lo cierto es que nunca se dictó condena contra el jesuita.
Su vida mortal se apagó en Toledo el 17 de febrero de 1624.
Como quiera que sería osadía que una nota del editor robara el gusto de saborear la obra anotada, y como quiera que no será la última vez que en la colección Textos Tradición Viva publiquemos obras de Jaime Balmes, no nos extenderemos en biografiar al autor, siendo suficiente decir que la gran figura de este español nacido en Vich, y al que con razón Pio XII llamó “Príncipe de la Apologética moderna”, es de sobre conocida por cuanto dos de sus obras, El criterio, y El protestantismo comparado con el catolicismo en su relaciones con la civilización europea han sido profusamente reeditadas.
La obra que ahora tiene el lector en sus manos ha seguido la edición de la Biblioteca Balmes editada en mil novecientos veinticinco, al volumen XII de las Obras Completas del Dr. D. Jaime Balmes Pbro. Ordenada y anotada por el P. Ignacio Casanovas, S. J., corrigiendo algunas erratas de aquella edición y actualizando la acentuación y la puntuación.
Carlos Mª Pérez- Roldán y Suanzes- Carpegna
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