Este lunes 29 de marzo el Tribunal Penal de Paris formulaba la sentencia contra la multinacional farmacéutica francesa Servier, la segunda del país galo y presente en casi 100 países entre ellos, España.
El medicamento, el Mediator, se puso en las farmacias en 1976 como un tratamiento contra la diabetes, pero, pronto se vio que poseía efectos adelgazantes y empezó prescribiéndose como tal.
Una neumóloga bretona al cabo de varios años advirtió de los efectos indeseables y muertes del Mediator sin que ni el laboratorio Servier ni la Agencia Francesa del Medicamento hicieran otra cosa que negar los hechos y mirar para otro lado.
La sentencia, una caricatura y superfavorable para Servier, sus responsables y la ANSM, considera probado que tanto los primeros como la Agencia ocultaron los hechos y siguieron comercializando el Mediator a sabiendas de sus gravísimos efectos secundarios, incluidas muertes por varios miles, a buen seguro más de 2.500.
La sentencia les condena por <homicidios involuntarios y daños, también involuntarios> y de <engaños graves>. Cuando tanto los homicidios y los efectos secundarios se podían haber evitado, los homicidios son, con toda claridad voluntarios.
El Tribunal debería cerrar el laboratorio que, en su página web (en francés), presume de transparencia, independencia, escucha y respeto hacia el paciente. Ver para creer. ¡Caraduras!
La presidenta del tribunal Sra. Daunis, manifestó la <extrema gravedad de los hechos de los que han sido víctimas decenas de miles de pacientes>.
La actuación de Servier, según la sentencia <rompe la cadena de confianza desde la fabricación del medicamento hasta el utilizador y fragiliza la confianza en el sistema de salud…>. Y se queda tan ancha la Sra. Presidenta…
Servier, sus directivos antiguos y actuales son ASESINOS. ¿Alguien puede comprar una sola medicina de este laboratorio conociendo como actúan y cómo les trae al pairo la salud de los pacientes (a los que llama el tribunal, nada menos que consumidores).
No, señores, los pacientes NO SON CONSUMIDORES, son enfermos que buscan un tratamiento para curar su enfermedad, ni más ni menos. Y buscan, atendidos por su médico de cabecera, la manera sencilla y segura de volver a disfrutar de una buena salud.
Servier no solo compró a la Agencia Francesa del Medicamento (esa que acaba de aprobar las vacunas de Pfizer -otros asesinos con miles de muertos a sus espaldas -, Moderna y AstraZeneca, a miles de médicos franceses, a la presidenta de la comisión parlamentaria de investigación sobre el laboratorio que falsificó el informe, solo les quedaba a Servier comprar a la Agencia Europea del Medicamento… Y no la compraron porque no existía en ese momento.
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Para más INRI, la sentencia exime a Servier de estafa. Si lo relatado no es una estafa mayúscula, será porque … piensen ustedes cómo se puede actuar sobre una sentencia…
El abogado de la empresa, Sr. Castro al salir del juicio declaraba que tenía que estudiar los más de 3.500 folios antes de recurrir… Cualquier Tribunal le habría condenado al cierre per secula seculorum. Servier, no se merece fabricar medicinas.
Y si lo anterior es grave, esa dulzura amarga de un Tribunal más que benévolo, amigable y simpático termina su quehacer sin mandar a nadie a la cárcel. Los responsables de miles de muertes se van de rositas. Sin un minuto de condena.
La ANSM con el pomposo nombre de Agencia de seguridad del medicamento se lleva la multa máxima y decide no recurrir la sentencia de solo <negligencia>. ¿Miles de muertos son una negligencia?
El diario globalista y siempre correcto Le Monde publica un artículo también benigno con Servier, cuando podría cargar las tintas ya que la situación sanitaria actual merece algo más profundo.
Las vacunas, Servier, la traición a los pacientes y la nula seguridad de los medicamentos
Si el escándalo de Servier es grave, me atrevo a señalar que las Agencias Europeas del Medicamento, todas ellas, ignoran el caso Mediator y aprueban con una facilidad increíble unas terapias génicas, mal llamadas vacunas, con una ligereza e improvisación que bordean lo penal y atentan contra la seguridad de la población general.
Es preciso constar que cualquier medicamento lleva un proceso largo y, en teoría, muy controlado para verificar primero su eficacia y en segundo término la carencia de efectos secundarios.
Y como en el caso de Servier, a buen seguro en esas pruebas previas a su aprobación, escondieron esos temidos efectos secundarios.
Volviendo a las mal llamadas vacunas y ya no con el escándalo de Servier encima de la mesa, sino el de Pfizer, la sociedad farmacéutica mundial con más procesos, más muertes, mas medicamentos fallidos que ninguna otra en la historia de la farmacia, el de Moderna con un solo producto en su haber, su vacuna y Astrazeneca otra firma con dudas, los ciudadanos sanos de España y de Europa NO DEBERÍAN CONFIAR en ellas.
Y no solo por su historial: Es preciso recordar que un medicamento conlleva un proceso lento y largo de aprobación, pero una vacuna precisa un recorrido mucho más largo, vigilado y garantista que una medicina ya que y es TRASCENDENTAL y nadie lo dice, una vacuna se inyecta a un CIUDADANO SANO mientras que un medicamento se administra a un paciente, es decir a un enfermo.
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La vacuna requiere de una seguridad acrecentada y las garantías sobre su seguridad y carencia de efectos secundarios, deben ser INFINITAMENTE mayores que las de un medicamento antes de ponerlo a disposición de las personas.
El proceso Mediator pone las cartas boca arriba no solo de los sistemas sanitarios de la Vieja (o Nueva) Europa sino de las farmacéuticas corruptas, los conflictos de interés tanto de muchos médicos como de los políticos y ahora, en el caso del COVID, de los Gobiernos.
¿Negacionistas? No, no somos negacionistas sino justicieros. Exigimos transparencia, seguridad, moralidad y una regulación de las compañías farmacéuticas más allá de lo que ellas mismas se autocalifican como compañías de <ciencias de la vida>.
Hasta ahora son ni más ni menos que las farmacéuticas de la muerte.
Como en las cajetillas de cigarros, desde ahora habrá que poner una advertencia: pueden causar la muerte.
El juramento de Hipócrates
Desde Hipócrates a un enfermo se le pronosticaba, como es lógico, una enfermedad y se le administraba un medicamento.
Las medicinas en la época de Hipócrates procedían de las plantas y muchos de esos remedios naturales han llegado a nosotros y siguen siendo eficaces y sin esos llamados <efectos secundarios>.
Desde hace siglo y medio surgieron las compañías farmacéuticas que, poco a poco se convirtieron en gigantes y cuyo objetivo es ganar dinero jugando con la salud de los pacientes.
Y la idea de sanar se convirtió por la codicia humana en conseguir unos medicamentos que curaran las enfermedades pero que dejaran la puerta abierta a que el paciente no se curara – en general – totalmente de su enfermedad para poder seguirle vendiendo más y más medicamentos.
Pero, pero, dónde está el gran negocio y el gran fraude, es en las vacunas.
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Si la exigencia a las vacunas es que sean mucho más seguras que las medicinas, queda fuera de lugar ese famoso principio tan al uso en las declaraciones oficiales y plataformas televisivas de < relación beneficio/riesgo> NUNCA SE UTILIZA cuando nos referimos a las vacunas ya que la persona que recibe la vacuna es un ciudadano absolutamente sano que NO quiere correr NINGÚN RIESGO.
Este concepto solo se utiliza en el caso de MEDICAMENTOS ya que cuando un enfermo se le propone un tratamiento, se calcula las posibilidades de que existan o efectos secundarios o la muerte.
MORALEJA:
Mientras que los organismos que aprueban las vacunas que se ha demostrado en estas líneas que tienen conflictos de interés con los fabricantes sigan en manos de estos desaprensivos y nombrados por políticos, NO SE PUEDE GARANTIZAR la SEGURIDAD.
El vacunado lo primero que pide es no fallecer por la vacuna o quedar inválido como resultado. Tratamientos los hay sin ningún riesgo y con una eficacia mucho mayor que las vacunas.
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