La millonaria campaña mediática para sustentar la pandemia utiliza “fact checkers”, sitios web teóricamente independientes que detectan supuestas “noticias falsas”, denostando a quienes osan controvertir la verdad oficial. Basta, sin embargo, analizar sus miembros y financistas para percatarse que corresponden a partes interesadas.
Estas organizaciones se burlaron, por ejemplo, de quienes sostenían que las mascarillas corrientes no detienen el coronavirus (física elemental); que quienes tuvieron la enfermedad están tan o mejor inmunizados que quienes se vacunan (biología elemental); que ciertos medicamentos –por lo demás muy baratos- contribuyen a su tratamiento temprano (medicina elemental); y que el agente patógeno habría surgido de un laboratorio chino como arma biológica (geopolítica elemental). Sobre todo esto han informado recientemente los medios masivos.
Aun cuando se ha ido aclarando que los mal llamados “negacionistas” no estaban tan equivocados, muchas personas se han quedado anquilosadas en las primeras informaciones, sea por falta de inquietud intelectual o por orgullo, lo que resulta nocivo para enfrentar de manera adecuada los desafíos que aún tenemos por delante para recuperar la normalidad; no la “nueva”, sino la de siempre. Si bien la verdad es única, en el proceso para descubrirla no corresponde descartar a priori las posiciones divergentes, sino todo lo contrario.
Si bien a nivel mundial han empezado a caer los rostros de la plandemia, como los doctores Fauci en los EE. UU. y Lauterbach en Alemania, la mayoría de los chilenos se caracteriza por poseer una mentalidad insular y legalista, que desconoce la realidad mundial (más allá de la que muestran los medios masivos) y acata las aberraciones más grandes emanadas de la autoridad, sin mayor cuestionamiento. Por lo demás, existe una ausencia de científicos y médicos independientes, pues prácticamente todos ellos, en mayor o menor medida, dependen de aportes estatales, trabajan directamente para el estado o se encuentran relacionados con la industria farmacéutica. En esas circunstancias, será sólo gracias al ejemplo del hemisferio norte que alguna vez podremos ver en Chile a nuestros propios “doctores Frankenstein” juzgados y condenados como corresponde.
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