En el día de ayer, surgieron noticias sobre un supuesto caso de violencia inventado, en el que se trataba de hacer daño a las causas patriotas e identitarias (aunque ellos creyeran más en un partido liberal y sionista, que más que verde será verdoso).

Un chico que se había arrepentido del sadomasoquismo promiscuo (si pecan los curas, cómo no va a pecar una víctima del sistema educativo liberal, del adoctrinamiento en el homosexualismo) temía que su pareja le apalease o le mandase a donde él no quería ir (a tomar vientos).

Buscando escapatoria e inspirado en otros casos, pensó que lo mejor sería «salvarse» creando artillería a favor de partidos que en el lobby LGTB creen (pedofilia, masoquismo, pornografía, obscenidades, irreligiosidad). 

Ciertamente los llamados «progres» son manipuladores, necesitan crear un estado de opinión, tienen que vender sus falacias… Pero que les sea posible tiene un porqué, porque recordemos que ellos no son el cadalso sino la consecuencia, aunque digan hacer revolución contraria, contrarrevolución o no qué sé.

Hay que ir a la raíz del problema, por mucho que se empeñen en no verlo ciertos partidos que se erigen como guerreros culturales y «patriotas papistas de rojigualda» así como tampoco medios de prensa y canales de youtube que hablan de santificar el trabajo, de la obra divina, de la Cristiandad del Siglo XXI, del espíritu templario…

Cuando todo se deja al libre albedrío es lógico que uno opte por la autodeterminación para querer que de él se interprete una concreta versión de la realidad, una concreta versión ya sea porque le dé la gana o necesite salvarse de sus propios pecados (todos pecadoes somos).

Tenemos los frutos de la libertad de prensa, de la libertad de expresión… Y como saben, todo tiene consecuencias y el tiempo nos da la razón. Las libertades de perdición, sin duda alguna, dan vía libre a las herejías, a las aberraciones, a las mentiras... Pero otros (amigos acomplejados del lobby) preferirán el muñeco de paja del socialismo, que no es peor que la libertad luciferina de lo que sabemos ya.

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