El escritor Navid Kermani describe el lenguaje ideológico de género en la edición actual del semanario “Die Zeit” como “ una regresión tanto espiritual como política ”. Esta lengua destruye las posibilidades expresivas esenciales del alemán. Detrás de su implementación hay activistas que persiguen su agenda político-identitaria en detrimento de la cultura sin haber entendido la esencia del lenguaje.

La lingüística feminista había logrado establecer el “término de lucha” del masculino genérico para denunciar como discriminatorio “el uso neutral en cuanto al género de los sustantivos y pronombres masculinos” y eliminarlo del lenguaje. De tener éxito este proyecto, se produciría una inmensa pérdida cultural, ya que en este caso desaparecería de la lengua la posibilidad de expresar la indeterminación. El poder de la forma gramatical masculina consiste precisamente en el hecho de que ignora la identidad de género en lugar de enfatizarla. El llamado “lenguaje de género neutral” no es neutral, sino que asigna obligatoriamente a las personas a un género en cualquier contexto, incluso cuando esto es irrelevante para el contenido:

“La política de identidad, que fija a las personas a ciertas características de género o étnicas y las asigna a un grupo supuestamente homogéneo, siempre ha sido terror y lo ha seguido siendo en su forma actual, ya sea de izquierda o de derecha, ya sea religiosa o nacionalista, ya sea retrógrada o retrógrada. significaba emancipador y, con bastante frecuencia, conduce a la violencia física”.

El lenguaje tiene que categorizar o describir una realidad compleja utilizando un número limitado de términos. El lenguaje también tiene que ser pragmático. No tiene sentido enumerar los géneros de todas las personas a las que se dirige en cada situación concebible, por lo que son necesarios términos generales e indefinidos. El masculino genérico permite “expresarse de manera más concisa y aún más precisa”. Debido a que el idioma alemán diferencia el género biológico del gramatical, también le permite, como escritor, usar variaciones de expresión que no tendría en otros idiomas. El lenguaje ideológico de género destruye estas posibilidades de expresión y por lo tanto representa “una regresión tanto espiritual como política”.

La “diversidad, la ambivalencia, la contradicción de la naturaleza humana y su percepción para expresarse” no es “la tarea de nuestro lenguaje cotidiano, y ciertamente no la tarea de ninguna autoridad oficial o académica”, sino “la tarea e incluso el propósito de existencia de la literatura, la música, el arte”. El género no es adecuado para el lenguaje literario, sobre todo porque es “demasiado torpe, complicado y melodioso”. Por lo tanto, no prevalecerá “fuera de un medio limitado, contrario a su autopercepción, extraordinariamente homogéneo”.

Este medio también sigue una “falacia” si asume que la igualdad lingüística de los sexos resulta en la deseada igualdad social. En persa y turco no hay masculino genérico sin que esto haya llevado a esta igualdad en las culturas correspondientes. El lenguaje es “una expresión de la realidad, también de la realidad social y posiblemente de la desigualdad, pero no es un instrumento para cambiar la realidad”, porque además “en los sistemas totalitarios, el lenguaje cambia automáticamente con la realidad”.¹

Este artículo se publicó originalmente en alemán en renovatio.org.

Fuentes

1. Navid Kermani: “Hombre, mujer, no importa”, Die Zeit , 5 de enero de 2022, p.46.

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