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El efímero Casino Católico Monárquico de Madrid (10 de junio a 2 de julio de 1870)

Fotografía actual del lugar donde estuvo el primer casino carlista de Madrid (Corredera Baja de San Pablo 14)

El Casino católico monárquico de Madrid, se fue fraguando a lo largo de la primera mitad de 1870, en una época en que en toda la geografía española se iban fundando círculos y casinos carlistas. Y es que si bien desde el final de la I Guerra los carlistas no pudieron asociarse libremente y de forma descubierta, con la Constitución de 1869 sí fue posible, y por eso fueron aflorando círculos y casinos.

En Madrid el lugar elegido fue la Corredera baja de San Pablo 14 principal, en el inmueble que hace esquina con la calle de la Puebla, y que tiene entrada por esta calle, al número 15. Este inmueble era propiedad (y lo cedió para el Círculo) de Enrique de Tordesillas y O’Donnell (Madrid, 7 de septiembre de 1839-Benavente, 14 de junio de 1893), II Conde de la Patilla (título liberal), y marqués del Real Afecto (título carlista).

Su localización, además, es indudable, pues hacía frente (y lo sigue haciendo) a la Iglesia de San Antonio de los Alemanes, adosada a La Santa y Pontificia Real Hermandad del Refugio y Piedad de Madrid, que conserva su numeración de entonces: nº 16 de la Corredera baja.

El inmueble, que podemos contemplar en la foto que acompañamos, aún hoy se conserva y… ¡cómo cambian los tiempo!, en el mismo, pero en la planta baja, se instaló en 1981 el «Macho Gay», que fue el primer cabaret de homosexuales de Madrid.

Fotografía actual del lugar donde estuvo el primer casino carlista de Madrid (Corredera Baja de San Pablo 14)

Volviendo a nuestra historia, su fundación levantó gran expectación, pues no en vano, era el primer círculo carlista de la capital del Reino. Por eso, no solo desde que se anunció su creación se fueron inscribiendo socios, sino que incluso se procedió a su inauguración antes de haber terminado las obras del mismo.

Uno de sus principales impulsores fue José Luis de Antuñano Orrantia (Valmaseda 24 de abril de 1815-Durango, 11 de enero de 1876) prócer Vizcaíno (muy amigo del primer Llaguno que biografiamos hace poco), pero afincado en Madrid desde joven. Miembro entonces de la Junta Central y más tarde, en las elecciones del 71 y del 72, diputado por Durango. No damos más datos de él pues en breve publicaremos su biografía y retrato. Era en su domicilio, sito en la Calle de la Paz, 7 (cuyo inmueble aún se conserva con el mismo número y muy cerca de la actual Casa Regional de Castilla-La Mancha -nº 4 de la misma calle- en donde la Comunión Tradicionalista Carlista celebró en los últimos años el Foro Alfonso Carlos I) en donde podía inscribirse los que quisieran darse de altas como socios del proyectado Casino.

En el periódico La Regeneración, del 4 de junio de 1870 ya se anunciaba con antelación que el día 10 de ese mismo mes iba a tener lugar una sesión preparatoria en el mismo Casino.

Y, en efecto, el día 10 de junio de 1870 (Santa Margarita de Escocia), a las 4 de la tarde, tuvo lugar la sesión preparatoria para nombrar Junta de Gobierno. Se eligió ese día por ser una forma de solemnizar la onomástica de la Reina doña Margarita. Al acto asistieron numerosos socios, que según se dijo por entonces, pasaban de 300, y eso que solo acudieron los que recibieron invitación previa. E incluso corrió el rumor por Madrid, no sabemos si fundado o no, de que hubo asistentes que lo hicieron vestidos con su uniforme militar.

Aperturó el acto José María de Canga-Argüelles y Villalba, II conde de Canga-Argüelles (Granada, 1828 – Madrid, 1898) con un enérgico discurso en el que ponderó la necesidad de que se dieran constantes pruebas de vitalidad, aprovechando dentro de la legalidad existente los mismos medios que usan sus adversarios con el propósito de destruirle y de propagar sus funestas ideas: «Es necesario oponer manifestaciones a manifestaciones, periódicos a periódicos, Juntas a Juntas, Casinos a Casinos; es necesario que la ilustración y el número de los carlistas no ceda ante la charla y el ruido de los liberales, sino que los oscurezca y demuestre a la faz de España y del mundo que España, en su inmensa mayoría es católica y es carlista».

A continuación la Junta interina dio explicaciones de su gestión y se procedió a elegir a la nueva Junta, que resultó electa por unanimidad y sin previa discusión; quedando del siguiente modo. Presidente: Juan Bautista de Queralt y Bucareli, IX Conde de Santa Coloma, VI Marqués de Vallehermoso, Grande de España (Sevilla, 8 de octubre de 1814-Biarritz, 17 de abril de 1873); Vicepresidentes: Patricio Lacy y Pascual de Bonanza (nacido el 24 de agosto de 1825) y Ramón Vinader Nubau (Vich, 1833 – Madrid, 17 de noviembre de 1896); Secretarios: Antonio Juan de Vildósola y Mier (Bilbao, 1829-Bilbao, 1893) (del que la Asociación Editorial Tradicionalista ha publicado recientemente tres obras que puede pulsando aquí) , Antonio Menéndez Valdés y Felipe Jugo[1]; Tesoreros: José Luis de Antuñano Orrantia y Antonio Altuna y Móyua (París, 17-06-1815/23-12-1876); contador, Manuel Martín Melgar (1806-1883); y vocales, Arturo de Bertodano y de la Cerda, vizconde de Alcira (Paris, 30 de mayo de 1841 – Madrid, 23 de mayo de 1897), Luis Francisco Pliego Valdés y Castañera, marqués de Villareal de Tajo (Madrid: 11 de febrero de 1827- 20 de enero de 1889), Ramón García, Manuel Gómez y Andrés Solero y Crespo (Alcalá, c. 1830- Madrid, 10 de marzo de 1895)[2].

A continuación se hicieron varias proposiciones con intervención de los socios, y se redactó un despacho de adhesión a Carlos VII y de felicitación a doña Margarita, que se mandó por telegrama a la Maison La Faraz. Terminó un discurso del conde Canga Argüelles.

Luego, a las 8 de la noche en el mismo Casino hubo un banquete al que acudieron los diputados carlistas y numerosos periodistas. La cena la sirvió el prestigiosísimo Sr. Hermán[3]. Presidieron el banquete los miembros de la Junta Central y de la Provincial de Madrid, así como los de las provinciales de Valladolid y Albacete, que se encontraban casualmente en la capital.

El salón estaba adornado con un retrato del Rey y de otro de la Reina; y en el centro de la mesa se puso una ramillete figurando un chalet suizo en el que campeaba una bandera con el lema, Dios, Patria y Rey, y a una y otro lado dos grandes jarrones de porcelana con magníficos ramos de margaritas.

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Hubo numerosos brindis y aclamaciones al rey, Carlos VII, y a Su Santidad Pío IX.

Ese mismo día, además, se sirvieron comidas del mismo cocinero Sr. Hermán para los presos carlistas, y se hizo entrega de 10 reales para aquellos que no pudieron recibir la misma.

            Antes de relatar los actos propios del día de la inauguración, así como los incidentes ocasionados con tal motivo, conviene contar algo de la organización y decoración del círculo.

            Las diferentes salas recibieron los nombres de don Carlos, doña Margarita y doña Blanca. La sala principal era presidida por un cuadro encargado expresamente para el Casino. El paradero de tal obra se desconoce, si bien pudiera ser patrimonio de alguno de los descendientes del conde de la Pitilla. En cualquier caso, sí tenemos su descripción. El autor era un tal Martí, y parece que se inspiró en la misma foto en la que debió servir de modelo a Tomás Carlos Capuz (1834-1899) para la famosa estampa xilográfica que se publicó en La Ilustración Española y Americana, año XVI, n. XVII (1 mayo 1872), que reproducimos.

Retrato de Carlos VII, que posiblemente encabezó la decoración del primer casino carlista en Madrid.

            El cuadro en cuestión representaba a Carlos VII de cuerpo entero y tamaño natural vestido de uniforme, con el Toisón de Oro, faja de capitán general y la placa de Carlos III. La mano izquierda se representaba en la empuñadura de la espada, y la derecha sobre una mesa señalando con el dedo índice un papel colocado encima del mapa de España, donde se leía: «Vevey, 18 de abril de 1870». Al fondo figuraban las alegorías de España y de la Fe, y en segundo término, como adorno de sobremesa, la estatua de la Fama.

            Meses después, y ya cerrado el círculo, se pusieron a la venta reproducciones de este retrato, que se pondrían comprar por la módica cantidad de dos reales (dos reales y medio para envíos a provincias) en la librería de Antonio Pérez Dubrull (calle del Pez, 6) que era la imprenta del diario La Esperanza.

            Volviendo a la inauguración del Círculo, la misma tuvo lugar el miércoles 29 de junio. A las nueve en punto ocupó la presidencia Ramón Vinader Nubau, rodeado de la Junta directiva del Casino, de una comisión de la Junta Central, y de otra de la provincial. A continuación se tocó un himno en honor a Carlos VII y el Sr. Vinader pronunció un discurso en el que hizo referencia a las amarguras, privaciones, heroísmo y constancia de la España católico monárquica, presentándola como la única esperanza de salvación en medio de tantas borrascas. A los primeros arranques de aplausos pidió comedimiento para no dar disculpas a los enemigos de decir que se turbaba el orden público. Después habló José María Carulla y Estrada (Igualada, 1839-Granada, 4 de febrero de 1919) y a continuación José María de Canga-Argüelles y Villalba, que pronunció unas breves palabras para pasar a dar lectura a las felicitaciones que la Junta Central, y las provinciales, de distrito, de barrio y rurales, así como los casinos, círculos y prensa de toda España habían mandado a Vevey con motivo del nacimiento del Príncipe de Asturias, don Jaime, nacido dos días antes, el 27 de junio de 1870. En concreto, el telegrama mandado desde Madrid decía: «La Junta provincial de Madrid, por sí y las de los diez distritos, las cien locales, las rurales ya constituidas, y el Casino Católico-Monárquico, dan gracias a Dios y envían ardiente felicitación a los Reyes por el feliz natalicio del Príncipe de Asturias, nueva esperanza de la Patria.- Presidente, Patricio Lacy- Secretario, Vizconde de Alcira»

Puede leer:  Carlos y Sixto, los primos carlistas de Felipe, opinan sobre la independencia

            Por último intervino Antonio Juan de Vildósola y Mier (se puede consultar su biografía pulsando aquí), que resumió cuanto el acto tenía de importante, y se procedió a recitar poesías de Herrero, Valcárcel y Melgar. El acto terminó a las 23:30, si bien muchísimos asociados permanecieron en los salones y en el café hasta muy avanzada la noche.

            Pocos sabían entonces que el Casino Carlista tenía sus horas contadas, el 1 de julio, por la tarde, la Junta directiva del Casino supo que se trataba de atentar en un día próximo contra la Asociación, ignorando que el atentado sería esa misma noche. Y es que en efecto, a las 21:30 de ese día la compañía de voluntarios de la libertad cambió su ruta habitual para forzar su paso, a ritmo más lento del habitual, por delante del Casino Carlista, y al llegar a su altura empezaron a tocar el Trágala, que algunos vecinos saludaron con aplausos. Lógicamente se formó cierta algarabía en el Círculo, pues en el mismo no solo había numerosos socios, sino que se encontraba allí reunida en esos momentos la propia Junta Central.

Manuel Martín Melgar, que esa semana era el responsable del orden en el Círculo, dio cuenta a la Junta Central de lo que estaba sucediendo, y como a las puertas del edificio se estaban concentrando gentes armadas con palos. Por eso la misma Junta comisionó a Melgar, en compañía de Fernando González Merino y Peñarredonda[4] y de Miguel Cruz Ochoa de Zabalegui y Paternain (Puente la Reina, 3 de mayo de 1840 – Toledo, 25 de febrero de 1911), pera que obtuvieran mayores detalles con vistas a decidir cómo se procedía.

La recién nombrada comisión procedió inmediatamente a indagar, asomándose a los balcones, el estado de ánimo de la multitud, y contemplaron entonces como lo grupos armados que se habían ido formando procedían a registrar a los socios del Círculo que salían del mismo para dirigirse a sus domicilios. En estos registros se apropiaron del revolver de uno de los socios, y de numerosos relojes. Ante tal estado de cosas tomaron la decisión de ir en busca del alcalde del barrio para que procediera a recabar el auxilio de la autoridad.

            Salieron pues los tres comisionados con otros socios y fueron todos registrados, a pesar de las quejas de Miguel Cruz Ochoa, que alegó ser Diputado y miembro de la Comisión Permanente, haciendo ver que aquello era un atropello a las Cortes mismas y a la «soberanía nacional». No obstantes sus reclamaciones fueron rechazadas por los sediciosos, que decían estar «cumpliendo su obligación».

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            El caso es que a pesar del griterío de la chusma, que les requerían para que volvieran al Casino, Martín Melgar y Cruz Ochoa se zafaron de ellos y fueron en busca del alcalde de barrio, que no fue hallado en su casa. Por ello marcharon en busca del Gobernador civil, que tampoco se encontró (y que días después se supo que andaba «de paseo»), por lo que solo pudieron parlamentar con el oficial de la sección de orden público, y llamó a un agente del orden público, que informó que ya se estaba haciendo algo. Y es que en efecto, durante la peregrinación de Melgar y Ochoa, Juan Antonio Almela y Llonet[5] (Valencia, 18 de mayo de 1810-ibídem, 24 de febrero de 1897) consiguió, por su cuenta, la intervención de la fuerza pública, que reconcentró algunas parejas de guardias para disolver a los grupos que se habían formado.

            Finalmente, se pudo tomar contacto con el Ministro de la Gobernación (miembro del Partido Democrático), Nicolás María Rivero (Morón de la Frontera, 6 de diciembre de 1814 – Madrid, 5 de diciembre de 1878), que en un principio dio órdenes enérgicas, pero cuando comprobó que ya habían agentes del orden a las puertas del Casino, y que allí se habían concentrado unos 400 o 500 individuos, estimó más prudente no hacer nada, prometiendo a Martín Melgar y a Cruz Ochoa que al día siguiente haría público un bando para evitar problemas similares en el futuro. No obstante, este bando jamás se publicó.

            Después de todas estas gestiones, la comisión volvió al Círculo observando, que, efectivamente el grupo de alborotadores que quedaba era ya escaso. Por esos, a las doce y media de la madrugada los miembros de la Junta central y el resto de socios que quedaban volvieron a sus casas, si bien Antuñano, Trelles, el conde de Canga-Arguelles, Ochoa, Valcárcel y Espejo se quedaron un poco más para poder cenar. Cuando acabaron la cena abandonaron el Casino en dos grupos. El formado por Ochoa, Valcárcel y Espejo fue por la calle de Tudescos en dirección a la casa del primero. Así pasaron de la calle de Tudescos a la Travesía de Moriana (hoy desaparecida por la construcción de la Gran Vía) y de esta al Postigo de San Martín, en donde observaron que había grupos formados, los cuales, al pasar, les hicieron varios disparos a bocajarro (al parecer de revolver). Los tres echaron a correr por distintos caminos. Sin embargo el sr. Ochoa fue perseguido por un grupo, hasta que en el solar del que fue convento de San Martín (actualmente es la manzana formada por las calles de Arenal, Hileras, y San Martín), acudieron finalmente los serenos. Al poco llegaron las fuerzas de seguridad que se llevaron a los tres carlistas a la prevención de la calle Preciados. Acudió allí el Sr. Longoria, capitán de una compañía de voluntarios de la libertad, que dijo haberse encontrado casualmente con los hechos, y que atribuyó el suceso a palabras provocativas de los carlistas.

            Después de estos sucesos la Junta Central intentó por todos los medios que se les garantizará la seguridad del Casino y de sus socios sin obtener respuesta positiva ninguna. Por eso tomó la decisión, el 2 de julio, de suspender las reuniones del Casino, que ya nunca más abriría. E igualmente, en protesta, suspender la edición, por un día, de los diarios carlistas de Madrid: La Esperanza, La Regeneración, En Pensamiento Español, El legitimista, La Fidelidad, La Bandera Española, El Pendón, El Papelito, Rigoleto y El Fraile. En los días siguientes corrió el rumor de que los carlistas preparaban algo por cuanto habían ordenado retraerse de la actividad pública: se ordenó clausular el círculo, no publicar periódicos y hasta el sr Ochoa, que había solicitado una reunión de la comisión permanente por este tema no asistió, y es que como no creían en el derecho de prensa, ni en las cortes ni en el derecho de reunión.

            El cierre definitivo del círculo supuso que la sastrería de Andrés Solero Crespo, en la calle Preciados nº 4, hicieras las veces de cuartel general del carlismo en Madrid, pero eso es otra historia que ya tratamos en otro artículo.


  • [1] Vivía entonces en la Calle Preciados, 18, cuarto principal. Muy probablemente se trata de Felipe Jugo y Garro, quizá natural de Badajoz. Felipe tenía una hermana, Encarnación Jugo Garro, que casó con Feliciano Claros Sánchez-Barriga, que fueron padres de Feliciano Claros Jugo, que fue Diputado provincial por Jerez-Frenegal y casó el 7 de febrero de 1900, en Badajoz, con Estrella Álvarez Sánchez. Feliciano Claro Jugo fue Mayordomo del Cristo de Frenegal entre 1912 y 1913.
  • [3] Acreditado fondista de Madrid, dueño del restaurante que había en el Café Oriente, así como del Restaurante y Pastelería Suiza de la Calle Caballero de Gracia, 14, conocido como La Suiza, y el único sitio en Madrid, junto a Lhardy, donde se podía comprar Jamón en dulce. Fue cocinero del duque de Abrantes.
  • [4] Este tenía su domicilio muy cerca, en la corredera baja de San Pablo número 4, cuarto segundo.
  • [5] A la sazón, y tras la renuncia de Antonio Juan de Vildósola, era el director de La Regeneración. Poco después de estos hechos Almeda fue encarcelado por cerca de un año por haber publicado un artículo en el que llamaba a Amadeo de Saboya «hijo de un excomulgado» e «hijo del carcelero del Papa y verdugo del catolicismo».

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Abogado experto en derecho de familia se ha convertido en un referente en derecho de familia, custodia compartida, violencia de género y secuestro y sustración internacional de menores, es académico de la Academia Internacional de Ciencias, Tecnología, Educación y Humanidades. Colaborador de numerosas publicaciones y revistas y contertulio en numerosos medios de comunicación social.

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