Por la sociedad moderna en la que vivimos, estamos abocados a un mundo sin más religión que el dinero, y yo me pregunto:
¿Es posible concebir a nuestra Patria sin su religiosidad?
Franca y sencillamente no, no se puede entender a España o a Portugal sin la religión. La Península Ibérica ha sido por siglos la cuna de las tres culturas occidentales, en donde judaísmo, cristianismo e islam, pese a sus luchas constantes, han conseguido ir aprendiendo cada una de las otras. Marcando así a hierro el carácter y sentimiento de nuestro pueblo, el cual si no encontraba enemigos fuera, ya los buscaba en casa. Así pues, nuestra Nación mantiene unos fuertes lazos con el catolicismo, sin los cuales la Reconquista de Don Pelayo jamás hubiera sido posible, y por ende jamás hubiera existido España ni Portugal; por no hablar de la misión civilizadora, moralizante y cristiana de la que los españoles y los portugueses fueron siglos atrás partícipes en el Nuevo Mundo, o de las Guerras Carlistas que por más de un siglo estuvieron azotando a España y algunas comarcas lusitanas en aquella vieja pugna que hoy persiste entre tradición y modernidad, entre lo viejo y lo nuevo.
¿Cómo hemos llegado a esto?
Hemos llegado a este desarraigo de todo lo nuestro gracias a tres factores claves, a cada cual más dañino: el modelo capitalista impuesto por los países anglosajones, los cuales no ven al hombre de ninguna otra forma que como una máquina material que como máximo fin solo tiene la producción de bienes y servicios; el modelo marxista o socialcomunista propagado desde el corazón de Europa, que cual enfermedad tiene el único objetivo de infravalorar al ser y su voluntad, romper su lazos, valores y cultura, e igualar a todo hombre en miserias y desasosiegos; y nosotros, quienes aletargados hemos permitido que los diferentes gobiernos hayan hecho lo que han querido, consintiendo esta amoralidad, estupidez, aculturación, ineptitud y antirreligiosidad que hoy por desgracia nos rodea por todos lados.
¿Se puede revertir esta caliginosa situación?
Como todo en esta vida es posible revertirlo, aunque otra cosa es que funcione. Muy difícilmente ha de poder darse, y más con esta pasividad del pueblo frente a quienes lo gobiernan, y más con esta pasividad del hombre frente a los que le quitan el pan. Puesto que sí amigo, no todo el pan es aquel que sustenta a nuestro cuerpo, existe también otro, mucho más importante, que nutre nuestra alma y del cual nos están privando y robando.
Por lo que como ya dijo y auguró el filósofo alemán Nietzsche: «Dios a muerto». Quedándonos así solos, deprimidos y aislados en esta modernidad que a punta de ley se nos ha impuesto.
Juan José Fernández Doctor
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