Ahora el Gobierno de España utiliza como disculpa el cambio climático y la guerra de Ucrania para imponer un nuevo confinamiento de tapadillo. En esta ocasión hay que reconocer que se lo han currado un poco más, pues a primera vista el pueblo inadvertido pudiera creer que en realidad la limitación de los horarios de encendido de luces, y la regulación de las temperaturas, se debe a una necesidad real por la elevación del precio de la energía.

Pero ese pueblo inadvertido no ha reparado en que no se puede considerar la existencia de cambio climático únicamente por el calor que estamos experimentando en este mes de agosto, pues es el mismo que experimentamos en nuestra juventud, y el que padecieron nuestros padres, y los padres de nuestros padres. Igualmente, ese mismo pueblo incauto que justifica estas nuevas medidas se tiene que dar cuenta que el alza del precio de la energía no se debe a la guerra de Ucrania, siendo los motivos reales la deficiente política energética llevada a cabo por las élites burocráticas europeas en los últimos 40 años, el cierre de las centrales nucleares, y las medidas de sanción impuestas aparentemente a los rusos pero que estamos padeciendo todos.

La Agenda 2030, el “Gran Reinicio” y sobre todo la maldad y ambición de los gobiernos liberales y socialdemócratas, anuncian futuros decretos severos de confinamientos encubiertos en los que se utilizarán las disculpas más peregrinas, e igualmente anuncian medidas sociales y económicas con las que se pretenden crear una sociedad menos humanas, y más demoniaca e individualista. Tiempo al tiempo, pero el uso de vehículos privados, el uso de segundas residencias, el consumo de carnes rojas, y la existencia de familias numerosas son los próximos enemigos de este nuevo Sanedrín que quiere condenar a la humanidad.

Ya en marzo de 2021 en The Guardian Fiona Harvey afirmaba que «las emisiones de dióxido de carbono deben caer el equivalente a un confinamiento global que tenga lugar cada dos años durante la próxima década para que el mundo se mantenga dentro de los límites seguros del calentamiento global», es decir que el objetivo es someter a la humanidad a confinamientos parciales e intermitentes con un único objetivo: destruir a las pequeñas y medianas empresas, acabar con el pequeño comercio, convertirnos a todos en trabajados esclavos asalariados de las grandes compañías, y acabar de esta manera con todos aquellos hombres y mujeres que desde su independencia económica mantienen la lucha social contra el nuevo Leviatán: las grandes corporaciones tecnológicas y los falsos gobiernos democráticos. 

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