Algunos celebran hoy la festividad del aberrosexualismo, del orgullo sodomita, en más de una ciudad de importancia, aunque la plandemia globalista permita compaginarla con algunas restricciones algo variopintas. Nada nuevo es esto. Por eso quisiera elevar mis alarmas a algunos de nuestros «falsos amigos», porque, como saben, una vez más, es peor el enemigo infiltrado que el que va de cara. Una vez más la sacrosanta libertad de algunos.
Dejando aparte a esos conservadores que ponen tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias, hay un sector que incluso discutiendo con otros afines dice presumir de la batalla cultural contra la ideología de género tiene el descaro de erigirse como enemigo coherente y declarado de la ideología de género, cuando lo que reivindican no va en realidad contra esta ideología, sino contra ese Estado al que tienen un odio tan pero tan furibundo.
Quiero referirme, una vez más, al llamado «paleolibertarismo» (la «derecha vieja» según el nacionalista gallego Miguel Anx Bastos) o el «anarcotradicionalismo» (como lo suelen presentar entornos más clericales, como los Padres Delgado y Ripoll), que es vendido como una reacción contra una «desviación progre del verdadero libertarismo» cuando, por seguro, sí que defiende una anarquía y un insulto a la enseñanza sobre la pertenencia del poder conforme a la Doctrina Social de la Iglesia.
Últimamente se tiene muy popularizado el concepto de «batalla cultural» tanto en España como en Hispanoamérica (el anclicismo americanizado es «culture wars»), en base al cual muchos se erigen como críticos de los frutos del liberalismo cultural, tales como la ideología de género, el aberrosexualismo, el secularismo y la invasión musulmana que sufrimos en Occidente, junto a la disolución de las identidades nacionales.
Por desgracia, no solo en España, entre estos, hay quienes se encasillan como «anarcotradiciolalistas» o «paleolibertarios», llegando a enfrentarse incluso entre quienes siendo de su misma calaña, son más íntegros y honestos intelectualmente, pese a caer, sí, pese a caer, en el pecado liberal y revolucionario. Encima, no solo es que no pongan a Dios en el centro de sus vidas, sino que se creen artistas de la música.
Aquí en España, acompañando al conservadurismo de VOX hay varios sectores vinculados al llamado caucus paleolibertario de VOX, conectado con el grupo austro-galaico y el opusdeísmo. Sí, en serio, incluso tratando de arrimar el ascua a su sardina, utilizando como doctores de la Iglesia a figuras como Hoppe y Mises.
Son habituales las insistencias en directos y entrevistas con una estética muy polémica, para asegurarse el posterior victimismo ante el linchamiento de la izquierda, tratando temas como la «androfobia», los «conservadores homosexuales», comparaciones de la bandera del arcoíris con la «esvástica» (sin decir nada, muy cucos ellos, sobre la serpiente de la Bandera de Gadsden, la del «no me pises»).
También es habitual erigirse como cristianos y defensores de la Cristiandad del siglo XIII organizando debates habituales sobre la existencia de Dios o el aristotelismo tomista, lo cual han vendido algunos como una respuesta necesaria a la «cristofobia no frentepopulista» (incluso se creen pontífices y tienen la cara de cemento armado para conciliar el catolicismo tradicional y el carlismo con su pasta hereje).
Pero es que también habría que echar un vistazo a algunos de los colaboradores más estrechos de estos «falsos amigos» y «lobos con piel de cordero» (yo creo que hablar solo de la «manita de Soros» puede estar bien pero ser insuficiente e injusto, ya que no hay que dejar títere sin cabeza nunca en esta vida).
En Hispanoamérica, con ciertas pretensiones de instalación en España, la principal agencia de «batalla cultural» es la Fundación LIBRE (junto al Instituto Acton, que tiene docentes de las Universidades de Navarra y de la gemela Austral, otro ente del Opus Judei) a la que pertenece ese señor que ha sido cazado comiendo o merendando con masones argentinos y hace una multitud de giras engañosas por varios países hispanoamericanos así como negocio con sus libros y charlas. Aunque también le ayudan otros que tienen medios que defienden el liberalismo pecador, aunque vayan de tradicionales, hispanistas y amigos de la sociedad ordenada.
En Europa, no es raro que se ponga de manifiesto el apadrinamiento que de algunas de estas entidades hace el Instituto Ordo Iuris de Polonia, muy mencionado como «ultraconservador» por la prensa comunistoide y aberrosexualista. Hablamos de un centro jurídico que se erige como defensor de la Cristiandad y adopta una pose antirrevolucionaria y medievalista. Pero es que esta entidad defiende en su página web el liberalismo económico. Y también es aliada de un partido de derecha ultracapitalista.
En los EEUU está el Mises Institute, cuyo director hablaba de un «nuevo libertarismo» que defendiese el factor religioso y cuestionase ese «liberalismo cultural» (ellos hablan de «marxismo») que habrían abrazado algunos libertarios. Y ojo, que junto a estos como Deist, Rockwell y el hereje antonomásico Woods, están los conservadores sionistas de la Heritage Foundation, que todos los años generan histeria con su índice de libetad económica.
Y bueno, no olviden que algunas de las universidades de estos señores, que hacen profanaciones religiosas por cuanto están vinculadas a quienes lo están o llevan nombres de santos, son funcionales al capital o tienen prebendas políticas, con teta judía y masónica (a buen entendedor sobra la cita de dichas universidades).
El caso es que no debemos caer en sus cánticos de sirena con la excusa de «modernizar» y ser de nuestro tiempo. Flecos como la libertad educativa al arte de birlibirloque, los fueros y la ausencia de intervención estatal dejan poco margen para la rectitud moral, máxime cuando tenemos la libertad de culto. Y es que no hemos de amamantar los frutos de esta catástrofe (no seamos como estos herejes).
Asimismo urge poner en aviso a las organizaciones sociales católicas, a las comunidades religiosas y a los medios de comunicación que defienden el magisterio tradicional para que detecten estas infiltraciones y les paren los pies. El paleolibertarismo no tiene esa sensibilidad social cristiana necesaria para reformar la sociedad.
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Vigo
28/06/2021 at 22:17
Efectivamente me chirria mucho que los «paleolibertarios» se pasan de indulgentes con expresiones como el homosexualismo y otras aberraciones de la izquierda posmoderna. Por principio no se puede ser conservador y sodomita, o abortista y conservador. Gente de alto perfil como Agustín Laje son culpables de esto, no nos ofrecen una verdadera alternativa contra el degenere identitario.
Douglas Patrick Valenzuela
29/06/2021 at 07:28
Felisa Turuleta ha lanzado el dardo al centro de la Diana. Su análisis del libertarismo como la antesala del comunismo es cierto. Felicitaciones por su valiente periodismo de investigación y su firme defensa del Reino Social de Cristo Rey y sus Derechos eternos, inalienables y soberanos. – Doug Valenzuela